Manuel Viera.-
Resulta curioso comprobar de qué manera en un tiempo en el que se hace necesario utilizar sentido común en las decisiones a tomar en este maltratado mundo del toro, se hace todo lo contrario. Ello justifica el batacazo que sufre quien así actúa, y la verdad sea dicha, uno no termina de saber qué pretende quien así lo hace. Parece como si fuese un sentimiento de rebeldía, de poder, del ‘ordeno y mando’ porque sí.
El pasado viernes, en el transcurso del programa ‘Toros y punto’ de Punto Radio, emitido en directo desde el restaurante del sevillano y taurino hotel Meliá Colón con motivo del inicio de la temporada en Sevilla, abordamos el tema de los equipos presidenciales de la Maestranza con Anabel Moreno, presidenta de esta plaza de toros. Comedida y cauta en sus respuestas no dejó de ser coherente al manifestarse en contra de la subida inmediata al palco de un recién nombrado sin aprendizaje en el cargo y en plena Feria de Abril. Al menos ella no lo haría. Ni lo hizo cuando fue nombrada. Pues ahora que el ‘palco’ de Sevilla no pasa por su mejor momento en cuanto a consideración del público porque, se dice, la unidad de criterios no existe y sus actuaciones dejan mucho que desear, se asigna nuevo inquilino más por amiguismo que por criterios basados en la experiencia y capacidad demostrada.
Desde luego el prejucio fallará con estrépito si en sus primeras actuaciones cumple con todas las exigencias de una plaza como la Maestranza, o por el contrario desemboca en esas tardes desencantadas y admonitorias al ser mero transmisor de ideas y no de comportamientos ecuánimes y contundentes con la responsabilidad y el honor del cargo que ocupa. Pero no estaría de más aludir a quien lo nombra, a quien tiene competencias para hacerlo desde la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía. Por eso no estaría de más también dar un ‘repaso’, lúcido desde luego y no demoledor, a quien asigna sin criterios objetivos a un nuevo presidente y lo sube al balcón sin más experiencia que la de su condición de aficionado para incrementar, quizá, el individualismo de unos equipos gubernativos que favorecen la credulidad de muy pocos provocando la incredulidad de muchos. ¿Qué necesidad hay de sentar en el palco, sí porque sí, a un cuarto presidente sin un mínimo rodaje cuando con sólo tres para un ciclo continuado de dieciséis corridas de toros iría de dulce? ¿Por qué elegir el folletín y no el sentido común y la obviedad? ¿Por qué cuatro y tan distintos? Quizá porque sea la fórmula más eficaz para que Sevilla siga pagando el tributo de la incompetencia, que en cuestión de toros es un precio demasiado alto. ¿O no?
*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como director del programa ‘Toros y Punto’, de Punto Radio-Utrera. (manuelviera.com).
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