Alfonso Garrido, presidente de la plaza de toros de La Merced hasta hace algunas temporadas y que fuera delegado del Gobierno en Andalucía, reconoce que se le ha ‘insinuado’ en las dos últimas temporadas su disposición a ejercer la presidencia en la Maestranza, rechazando «actualmente» dicha posibilidad al no darse las circunstancias propicias.
Francisco Mateos.-
El que fuera hasta hace algunas temporadas presidente de la plaza de toros de La Merced (Huelva), Alfonso Garrido, ha rechazado la posibilidad de ser presidente de la Real Maestranza las dos últimas temporadas. Según ha confirmado el propio Alfonso Garrido Ávila a SEVILLA TAURINA, «me han ‘sugerido’ en las dos temporadas anteriores mi disposición para ejercer como presidente en la Real Maestranza». El onubense -aunque muy vinculado con Sevilla, donde incluso llegó a salir de Rey Mago encarnando a Baltasar en la cabalgata de 1989- ha rechazado en ambas ocasiones dicha insinuación o propuesta. «No me lo ha propuesto la delegada Carmen Tovar directamente, porque estas cosas suelen ‘dejártelas’ caer, a ver qué tal cae y cuál es la disposición; en mi caso, al ser ‘sondeado’, no tuve duda en decir que no estaba dispuesto».
Cuando se le pregunta a Alfonso Garrido -muy amigo de Juan Murillo, que dimitió hace dos temporadas tras una larga carrera como presidente de la Maestranza- sobre cuáles son los motivos que le han llevado a rechazar dicha insinuación, el onubense lo deja claro entre líneas. «Ser presidente de la Maestranza no es algo que ni lo quiera, ni que no lo quiera; puede ser que en el futuro acepte. Pero para ello deben darse unas circunstancias que actualmente no creo que se den. Yo dimití como presidente de la plaza de toros de Huelva precisamente porque necesito que me dejen trabajar, necesito libertad para ejercer el cargo como creo que se debe ejercer, y no puedo admitir injerencias de la Administración. Si se me nombra es porque se confía en mi trabajo y en mi labor. Por eso, cuando en Huelva ví que no se daban ya esas circunstancias de poder trabajar con libertad al final tuve que dimitir. Quería innovar, contaba con ganaderos, toreros y empresarios, pero al final no estaba por la labor la Administración andaluza. En Sevilla, ya se sabe cómo está el tema: parece que tampoco se dan esas circunstancias, porque no dudo de los motivos que habrán llevado a mi amigo Juan Murillo a dimitir como presidente tras tantos años de dedicación y experiencia, y por tanto eso me basta para decir ‘no’ en estas circunstancias a subir al palco de Sevilla».
Alfonso Garrido, de 57 años, estudió Derecho en la Universidad de Sevilla. Ha tenido una amplia y solvente carrera política: dejó en 1981 de ser viceconsejero de Política Territorial e Infraestructura de la Junta de Andalucía para convertirse en el Gobernador Civil más joven de España. Era gobernador de Sevilla en 1982, y en 1987 lo compagina con el nombramiento de delegado del Gobierno en Andalucía, hasta 1993, cuando es elegido senador por la provincia sevillana. Reconocido ‘guerrista’ dentro del PSOE, ha tenido altas responsabilidades al ejercer la autoridad, sobre todo cuando fue el máximo responsable de la seguridad durante la Expo 92 de Sevilla. Aficionado a la pesca y la navegación, amante de la Semana Santa y el mundo del toro, aúna cualidades evidentes por su trayectoria politica para ejercer como presidente, con altas responsabilidades de autoridad, negociación, flexibilidad,…
Precisamente Alfonso Garrido fue pionero e innovador al realizar señalamientos en el campo cuando aún no estaba contemplado por el Reglamento taurino. En sus años de presidente de la plaza de Huelva comenzó -con el visto bueno de la empresa y los ganaderos- a visitar junto a sus veterinarios las corridas que semanas más tarde llegarían a los corrales de La Merced, para poder avanzar en el campo la corrida a lidiarse. «El resultado fue muy positivo y dio muy buenos resultados. De hecho, posteriormente se ha ‘oficilizado’ el señalamiento en el campo para toda Andalucía dentro del actual Reglamento Taurino Andaluz. A este tipo de cosas son a las que me refiero cuando digo que necesito libertad para innovar, para poner en práctica acciones que mejoren situaciones deficientes».