Ha acabado la temporada. Los héroes de seda y oro se retiran a sus cuarteles generales. Las plazas enmudecen. Aun asi, hay toreros que no pueden vivir sin la cercanía del toro. Es el caso del utrerano Luis Vilches, un ejemplo de tremenda afición. En la intimidad del campo, con pausa y relajación, se viste de corto con el ritual de una tarde de toros en el atardecer otoñal para tentar unas becerras en la emblemática finca sevillana de El Toruño, de la casa Guardiola.
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