Una década sin el Faraón

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Curro Romero.
Curro Romero.

«…El Faraón, que vive allá arriba, en el Aljarafe, cerró su misterio hace una década en la plaza de La Algaba, cuando notó un chasquido en su corazón al contemplar como le crujían los huesos al joven Morante en un volteretón…»

Luis Nieto.-

     Diez años sin que la brisa de su capote acaricie la Maestranza. Diez años sin que aquella magia singular, que despertaba emociones incontroladas, despierte ilusiones.

     El Faraón, que vive allá arriba, en el Aljarafe, cerró su misterio hace una década en la plaza de La Algaba, cuando notó un chasquido en su corazón al contemplar como le crujían los huesos al joven Morante en un volteretón.

     Curro, entonces, se marchó en silencio; entre tanto, numerosos ríos de tinta se desbordaban ante aquella decisión. Fue el adiós a una particular armonía de sentimientos, producida por la plástica de sus lances y muletazos. Dejaba atrás una amalgama de sonidos interiores y silencios profundos, cuando se perdía por aquellas ventas junto a otro genio, Camarón. Atrás dejaba un crisol de colores que encalaron el alma de un artista con el que hizo de su toreo una religión y de sus partidarios auténticos fieles. Atrás, la quietud y el acariciar los engaños con suavidad extrema. Todo ello con esas reconstrucciones internas que nos relató, con esas innumerables meditaciones en soledad. Lección de armonía en el albero, torería ajeña que en los últimos diez años ha paseado recordando aquellos días de verónicas de ensueño y trincherillas de emociones desmedidas. Ha pasado una década desde ese adiós tan próximo y lejano a la vez.

     Hasta hace diez años, cuando se marchó en la recoleta plaza de La Algaba, había dictado muchas lecciones con capote y muleta. Capítulos que pasaron a los anales de la tauromaquia y en los que -aplicando una de sus definiciones- se convirtió, en sus momentos sublimes, en un hombre elegido por el destino que transformó el dramatismo del toreo en un juego sedoso. Eso sí, un arte, que El Faraón de Camas coronó con armonía, aquella que demandaba Filolao de Crotona en la Academia de Atenas.


*Luis Nieto es periodista taurino. / Publicado en Diario de Sevilla.


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