La desigual corrida de Puerto de San Lorenzo, mansa y descastada aunque con tres toros aprovechables, no ha sido exprimida al completo por la terna. A Ponce le fue imposible trazar un solo muletazo. El Cid dio una vuelta al ruedo con el apoyo del público. Y Talavante, que hizo lo más interesante, no terminó de completar.
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Manuel Viera.-
Fue revelador el esfuerzo de El Cid. El afán por recuperar su sitio -y su ánimo- provocó en la plaza un efecto a favor del torero que se hizo notar de inmediato. Quizá el resultado no fue el habitual en el toreo de Manuel, pero la entrega total y absoluta en la faena al encastado quinto sí fue digna de encomio. El Cid quiso adaptarse a las vibrantes embestidas del toro de Lorenzo Fraile como el vestido al cuerpo del torero. Salir airoso de un trasteo que olió a denuedo. La conquista y el orgullo buscaban desesperadamente el sitio perdido, el valor subía puntos en su escala, la mente mandaba órdenes a los músculos de unas piernas que aún no obedecían. El Cid buscó verdades. No todas las encontró. Pero sí tomó impulso para salir de la oscuridad y ver un poco de luz.
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Aunque sólo haya sido por empeño ya mereció la pena verle mostrar su toreo, aquél de mano baja y pulso firme, éste de hoy visto y sentido en muy escasos momentos cargados de emotividad. Esta vez quiso hacerlo y adaptarlo a sus formas aún distantes del sosiego necesario para atemperar embestidas y aminorar el pulso en una muleta todavía sin templar. Lo consiguió sólo para demostrarse así mismo que está dispuesto. Muy dispuesto a seguir y conseguir objetivos. Los toros salmantinos de Lorenzo Fraile han mostrado una alarmante falta de casta. Han manseado y han provocado con su comportamiento un festejo largo y aburrido |
Los toros salmantinos de Lorenzo Fraile han mostrado una alarmante falta de casta. Han manseado y han provocado con su comportamiento un festejo largo y aburrido. Desiguales en presentación, anovillados unos y altos, feos y desproporcionados otros.
Fue El Cid quien sorteó los más nobles e interesantes, aunque de comportamiento dispar. Mientras el segundo embistió con prontitud en el inicio de los primeros compases de faena, el encastado quinto lo hizo con brusquedad. El sevillano de Salteras se asentó con su primero en un inicio de faena vibrante donde el natural sobresalió del conjunto de un trasteo que no llegó a calar. Mejor fue la faena al quinto, el único lidiado del hierro de La Ventana del Puerto. A este lo toreó con tandas de dos y tres muletazos, con denodado esfuerzo por estar firme y asentado, deseoso de provocar en el público la emoción de su toreo. Lo mejor lo hizo con la izquierda, bajó la mano y trazó no más de dos naturales y el de pecho con sus características formas. Faena con intermitencias que rubricó con la espada en perfecta ejecución. El público le ovacionó con fuerza obligándole a dar una vuelta al ruedo que el torero agradeció emocionado.
Y poco más. Casi nada. Porque aunque Alejandro Talavante le trazó los mejores naturales de la tarde al manso y aquerenciado tercero, muy valorados por el público, su toreo despegado no alcanzó suficiente nota. Al flojo y descastado sexto lo que le hizo no pasó de anodino. Y vulgar. A ambos los pinchó.
La capacidad de Enrique Ponce para solventar las dificultades que le plantea la lidia, a estas alturas, nadie la pone en duda. Sin embargo hoy sorprendió mostrándose incapaz de resolver las que le provocó un manso, alto y basto de ‘Toros de la Plata’ lidiado como sobrero en cuarto lugar. Ponce, que no consiguió sujetarlo en el engaño para darle un solo pase, terminó desquiciado tras mostrar con gestos y aspavientos la imposibilidad de matar. Feos espadazos, bajos y atravesados, fueron cayendo uno detrás de otro sin que el diestro de Chivas acertara, de puntillas, a verle la cruz al toro. Al inválido y manso primero lidiado como sobrero, tras ser devuelto por flojo el titular, los intentos por robarle un pase fueron baldíos. Ponce se va de la feria como vino, sin hacer ruido |
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La estela de Teja
Francisco Mateos.-
En días tontos como el de hoy se puede alcanzar a reflexionar sobre la necesidad de una ‘pacoteja’ en el palco. Posiblemente tiranizado por algunos sectores, un presidente como Paco Teja era y es necesario como presidente. Esta tarde se han echado para atrás dos toros, y alguno que debería haberse sumado, pero al menos esos dos sí han ido de vuelta a corrales. Además, se pidió una oreja facilona e injustificada -como no sea desde al cariño que los sevillanos le tenemos a nuestro paisano- para El Cid, que tampoco fue concedida. El caso es que Gabriel Fernández Rey actuó bien y se mantuvo firme en estos casos. Fernández Rey fue un pesidente inicialmente con criterios, pero el devenir de los años le habían colocado como un presidente ‘facilón’ y ‘blandito’, siempre bastante más cercano a la empresa que a los derechos de los aficionados.
El tener como referencia a Paco Teja y sus decisiones, arrastra a los demás presidentes a intentar llegar a los niveles de exigencia de Teja, y progresivamente estoy convencido de que esa ‘intencionalidad’ puesta en práctica -quizás de forma demasiado abrupta teniendo en cuenta la pobre situación de exigencia actual- por el reaparecido presidente será perfectamente entendida y asimilada por todos, resultando beneficioso para intentar recuperar el prestigio de Sevilla. Que si bien es la plaza más cara en taqueilla, no era la más cara en cuanto a triunfar en ella.
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