La importante y decidida faena que Morante de la Puebla le realizó al complicado y peligroso quinto toro de la tarde, ha sido lo más destacado de una corrida marcada por la bondad, flojedad y escasa casta de los toros de Jandilla. Aparicio se mostró precavido e inseguro, y Cayetano destacó en dos contundentes y certeras estocadas.
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Manuel Viera.-
Su toreo vuelve a ser el argumento de una antología que lo retrata como inconmensurable artista de enorme valor. Yo rindo tributo a quien contribuye cada tarde a que muchos se suban al carro de una tauromaquia tan distinta que impresiona, emociona y excita. El toreo de Morante de la Puebla se aparta de ese sistema monolítico de la ‘modernidad’ en el que muchos de sus colegas están cómodamente instalados. Al Morante de hoy le sirve el toro pastueño y el que manifiesta eminente peligro, a ambos le imprime con personalidad y talento el virtuosismo del trazo o la autenticidad del soberbio muletazo. Morante es portador de un toreo de belleza propia, algo que parece trascender las épocas, y construido con todos los resortes propios de quien se siente torero con el bueno y con el malo. Bien lo demostró esta tarde con el anovillado, complicado y peligroso quinto en unas de las faenas de mayor decisión y más poderosas que le he visto en los últimos tiempos, con la que logró transmitir momentos de exacerbada emoción.
El toreo de Morante de la Puebla se aparta de ese sistema monolítico de la ‘modernidad’ en el que muchos de sus colegas están cómodamente instalados. Al Morante de hoy le sirve el toro pastueño y el que manifiesta eminente peligro
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Con un toro con las características del sobrero de Javier Molina no basta el virtuosismo y la brillantez técnica: es necesario el valor, la decisión de poderle, el sentimiento e incluso la inspiración. La solvencia en la ejecución del trasteo, la seriedad con la que abordó la lidia, el arrojo con el que tanteó las complicadas embestidas, dan idea del rigor de un faena que le llegó a la gente, pero que quizá no fue suficientemente valorada por un sector que no alcanza ver no más que la estética almibarada del dibujado trazo.
A la notable versión del prólogo genuflexo se sumó la decisión y el esfuerzo en la verdad de un toreo de derecha e izquierda, de arrojo y quietud, ejecutado con la pasión y la fuerza de un genio. Fueron excelentes interpretaciones que dieron vida de manera fiel al arrebato de valor que caracterizó el toreo de Morante. Con fuerza le pidieron la oreja tras el hondo pinchazo y el golpe de descabello. La ovación en el tercio fue de órdago. |
Al noble, flojo y descastado segundo -sobrero de Jandilla al ser devuelto el titular por partirse el cuerno derecho tras derrotar en burladero- lo saludó a la verónica destacando el remate de la media. Después la faena no tuvo continuidad. Escasos, aunque auténticos, detalles que se intercalaron con feos enganchones. Lo mató con habilidad y fue silenciado.
La banalidad del toreo de Julio Aparicio se puso de manifiesto durante muchos momentos en los intentos de faena al cuarto ‘jandilla’, un toro muy flojo pero con mucha bondad en sus embestidas. El torero nacido en Sevilla no se puso de verdad. La sensibilidad y la pureza de la que hizo gala en etapas anteriores se mostraron ausentes del toreo del sevillano. Lo hecho no tuvo emoción. Ni tampoco la tuvo la vulgar faena al buen toro de Vegahermosa, de notables embestidas, aunque flojo y agotado al final, lidiado en primer lugar. Mostró su ‘chispa’ en la verónica y no más que escasos detalles con la muleta. En ambos fue silenciado.
Cayetano brindó a su hermano Francisco Rivera una faena de escaso toreo pero con momentos de refinados adornos y elegancia en cada trazo. No hubo más porque no hubo forma de transmitir contenidos profundamente emotivos con un toro, el tercero, agotado y sin fuerza. Una estocada sin puntilla propició, quizá, la fuerte ovación que le obligó a saludar. Volvió a repetir la suerte con el sexto, que tumbó de espadazo certero. Antes, el lance genufleso destacó en una actuación donde la intermitencia de la faena le restó nota. Epilogó con el natural de frente en su afán de no dejar pasar la tarde de su presentación en blanco. El toro, flojo y parado, no le dio opción para mucho más. |
Cayetano brindó a su hermano Francisco Rivera una faena de escaso toreo pero con momentos de refinados adornos y elegancia en cada trazo. No hubo más porque no hubo forma de transmitir contenidos profundamente emotivos con un toro, el tercero, agotado y sin fuerza |
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En breve
Francisco Mateos.-
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