Manuel Viera.-
Aunque esté dispuesto a seguir dando una versión muy distinta a la de aquellos inicios arrolladores no hace más de dos temporadas, Daniel Luque va muy deprisa. Demasiado deprisa pese a que el sevillano ha sabido desarrollar, en muy poco tiempo, las habilidades básicas para llegar a ser una posible figura del toreo. Prometedor camino que se acorta, quizá, por una desmesurada y desesperada ambición por llegar cuanto antes quien decidió ser torero antes que ser niño.
Tal como viene el futuro quizá le resulte útil apuestas de tal envergadura: encerrarse en solitario con seis toros el Domingo de Resurrección en Las Ventas de Madrid y mano a mano con Miguel Ángel Perera en Feria de Abril. Sin embargo, la gesta llama a una lectura personal que se abre sobre la experiencia profesional de quien lleva en esto sólo dos días, pese al aval de sus grandes triunfos de la temporada de 2009 en grandes ferias y primeras plazas. No dudo de la dignidad, el coraje y el valor del joven torero sevillano, aunque no siempre las ganas impliquen intención, pero sí dudo de la actuación sin criterio de quien lo lleva, haciéndonos creer que quienes carecemos de criterio somos los aficionados.
Todo vale si se alcanza cuanto antes el objeto del deseo aunque se eche en falta un poco de sentido común. Aunque el afán del torero por conseguir la gloria sea digno de encomio. Aunque nadie dude de su temperamento, de la verdad de sus formas, porque no hay mejor amarre a la hora de abordar la gesta que mostrar la inquietud en el estilo y la propuesta de un toreo de exquisiteces que, todavía hoy, es más de admiración que de dimensión, más pasional que expresivo, más de arrebato que puro, más contundente que transparente, más fuerte que grácil y refinado.
Daniel Luque se adaptará al toro en su gesta madrileña como fiera hambrienta. No hay duda. Caerán orejas, potenciará virtudes y mostrará alguna que otra carencia. Y si la tarde se le tuerce, cunde el desánimo en los tendidos y el sueño queda inconcluso, quizás entonces se acuerden del vital proceso de desarrollo, sin prisas y sin agobios, para ser figura del toreo. Aunque el oportunismo de quienes lo pusieron provoque la indignación ajena. Y a esos, esto le importa un carajo.
*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como miembro del equipo del programa ‘Toros y Punto’, de Punto Radio Sevilla. (manuelviera.com).
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