¿Quiere Ortega Cano llamar la atención de Pagés?

Manuel Viera.-

     No es preciso exprimir la memoria para recordar lo que fue no hace mucho el toreo serio y puro de José Ortega Cano. De lo que fue y de lo que hizo, a lo que ahora quiere volver a hacer habrá un abismo. Y no porque le falten intenciones al veterano maestro, sino porque sus mermado estado físico le gana por goleada al anímico. Y así es imposible. Pese a su afición desmedida. Pese a que tenga más adentro que nunca el sentimiento del toreo.

     Ortega le planta cara una vez más a una afición que le desborda, aún sabiendo que corre el riego de que su arte se quede en un alarde de intenciones sin recursos. Y lo peor, sin demasiados contenidos. A estas alturas de su vida profesional no merece, Ortega Cano, pasar un calvario durante la lidia cada tarde de corrida. No se merece deambular por las plazas a la búsqueda de la utopía, de ese toro de características especiales que le ha de permitir seguridad y confianza para poder así lograr lo más auténtico de su arte. No se merece tener que justificar una falsa interpretativa que para lo único que le ha de servir es para divertir al público y disgustar al aficionado. Y sobre todo, no se merece que le desprestigien como torero.
 
     José quiere permanecer en el tiempo obsesionado por dar esa versión artística sólo centrada en el sentido profundo de su toreo, pero le faltan facultades. No obstante, allá va, firme y seguro en el ánimo, a emprender una nueva temporada, con no más de veinte corridas de toros, a modo de definitiva despedida y sin rehuir plazas como las de Sevilla y Madrid. Eso dice.

      ¿Sevilla? ¿Quiere el maestro llamar la atención de Pagés y ponerle 'a huevo' las exigencias de José Tomás? ¿Quiere José Ortega Cano despedirse de Sevilla como aquella tarde del 30 de abril de 2001, en la que toreó por delante del torero de Galapagar? No creo que sea la plaza de toros de la Maestranza, dadas las circunstancias, la más idónea para el adiós a Sevilla del diestro de Cartagena. No está José, desgraciadamente, para mucho, aunque en ocasiones parece lícito correr los inevitables riesgos aunque se camine por las lindes de lo utópico. Pese a que el sueño de unos empresarios por encontrar el perfecto acomodo para el exigente Tomás se quede sólo en eso, en sueño.

*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como miembro del equipo del programa 'Toros y Punto', de Punto Radio Sevilla.