Canorea, entre la espada y la pared

Francisco Mateos.-

     Se ha metido en un callejón de difícil salida. Lleva dos años y medio sin contratar a José Tomás. Puede dar la impresión de que es rehén de la televisión, unos ingresos extras que no han repercutido en un beneficio directo para los abonados, que cada año pagan más por sus abonos; el beneficio monetario de la televisión habrá ido a otros bolsillos. Pero existe mucha temporada en Sevilla al margen de la televisión. ¿Por qué Sevilla tiene que ser la última plaza en poder ver al ídolo madrileño? ¿Por qué? Sevilla, como estandarte de la Tauromaquia, tiene que tener lo mejor de lo mejor. Las entradas en Sevilla no son caras, sino carísimas, y a cambio hay que darle lo mejor, digo yo. Pues el año pasado se quedaron fuera los dos toreros más importantes (José Tomás y Perera) y los dos hierros triunfadores (Núñez del Cuvillo y Victoriano del Río). La empresa de Sevilla ha tenido, además, la ‘mala suerte’ de que tanto los dos toreros como las dos ganaderías han triunfado aún de forma más rotunda en esta temporada 2009. Lo malo es que la falta de correa de los empresarios de Sevilla, su escasa capacidad para negociar y engatusar, su falta de soluciones al problema, hizo radicalizar aún más las posturas. El mismo Salvador Boix –apoderado de José Tomás- o Miguel Ángel Perera hicieron duras declaraciones contra Canorea por dejarlos fuera de la temporada sevillana. Y también Álvaro Núñez del Cuvillo –cinco orejas cortadas en su última corrida en la Maestranza-, quien, resignado, reflexionaba con un "tardaremos en regresar a Sevilla. Me conozco las maneras de la empresa".

     Y Eduardo Canorea tampoco colaboró a apaciguar el fuego que él mismo, en gran medida, había alimentado, sino que echó más leña al responder de forma abrupta sobre la ausencia de Cuvillo en la presentación de los carteles con un "no voy a hacerle publicidad a una ganadería que no me paga para ello". Una frase que lejos de conciliar y acercar posturas, sólo hace radicalizar más las posiciones. Las formas, tan distintas a las del anterior gestor de Pagés, Diodoro Canorea, vienen dañando y entorpeciendo el normal desarrollo de las temporadas en la Maestranza. Además, las 'moscas cojoneras' no paran de crecer, porque parece que ya definitivamente se ha perdido el 'miedo escénico' a criticar las formas y el fondo de la gestión de Canorea -no la empresa Pagés, que tiene más de 75 años de relación con Sevilla-; y hasta el papel de los maestrantes. Hay una pequeña revolución que brota del pueblo.

      Con esos antecedentes llega Canorea y su cuñado Valencia a este punto de la temporada en la que se empieza a hablar ya de la temporada 2010. José Tomás se ha entendido a las primeras de cambio con varias plazas y hasta con Madrid: ya está contratado para Las Ventas; los abonados de Madrid ya saben que este año 2010 verán al torero 'deseado'. ¿Por qué los abonados de Sevilla aún no saben si verán a José Tomás al fin, después de dos años y medio, si la temporada sevillana se diseña y se presenta antes que la madrileña?

     No hay excusas. Canorea se ha metido en un callejón sin salida. Tiene que claudicar ante José Tomás, que por otra parte pide lo más normal del mundo: el caché que cobra en las demás plazas de similar categoría, y una ganadería para hacer el paseíllo con garantías de un posible triunfo. Y esa ganadería que exige –bien exigido, claro- no es otra que la de Cuvillo, con dos toros indultados en 2009 y arrasando en premios allá por donde ha ido; la mejor ganadería de las últimas temporadas con diferencia. No quiere lidiar los queridos 'juampedros' con los que Canorea 'castiga' a sus abonados una y otra vez, con raciones dobles de su particular 'jamónpatanegra'. Tiene que claudicar la empresa de Sevilla ante las más que lógicas pretensiones de José Tomás, reconocer su error negociador y tiene que contratar a Cuvillo. Sevilla se merece ver al mejor torero y a la mejor ganadería. Quiera Canorea o no quiera. Y este año tienen que estar sí o sí. Como también tiene que estar Miguel Ángel Perera y la ganadería de Victoriano del Río. Cualquier ausencia de estas cuatro esquinas sería un nuevo sonoro fracaso. Y cuanto antes digiera que esto es lo que hay sí o sí, como las lentejas a sus abonados, mejor para todos.

*Francisco Mateos es periodista taurino sevillano, redactor de Sevilla Taurina y colaborador en otros medios.