Dos sustos

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«Por las esquinas y sitios de costumbre cuelga ya el primer cartel taurino del año que anuncia el abono para la temporada en curso. Ahora, en cambio, pasamos dos sustos: el de la tela que hay que soltar a cambio del billetaje y el de la pintura que lo ilustra. Aunque pensándolo bien este año hay más sustos. ¿O acaso no da miedo más de una combinación del serial? ¿O el plantel tan amplio de teloneros que hemos de sufrir? ¿O la terna que le han colocado a la muy esperada corrida de Fuente Ymbro? Por lo menos esta Feria no viene El Capea. Algo es algo…»


Álvaro Pastor.-

     Por las esquinas y sitios de costumbre cuelga ya el primer cartel taurino del año que anuncia el abono para la temporada en curso. Antes de que la Real Maestranza de Caballería tuviera la excelente idea de encargar el afiche a un artista de reconocido prestigio –algo que hay que apuntar en el haber del siempre recordado Juan Maestre– los abonados solo pasábamos un susto ante tamaño cartelón, el del precio, porque el
dibujo que lo presidía era casi siempre el mismo: la cabeza de un toro astifino y algo
entrepelao que salía, como toda la cartelería, de la calle González Cuadrado 22, en las entrañas del barrio de la Feria, donde estaba la Imprenta Álvarez. Ahora, en cambio, pasamos dos sustos: el de la tela que hay que soltar a cambio del billetaje y el de la pintura que lo ilustra.

     Según el siempre certero comentario de Barquerito, la apuesta de la Maestranza por un cartel sin caspa ni olor a naftalina es de aliento jacobino e ilustrado. Unos años se le encarga a un pintor-aficionado (recuerdo ahora a Botero, o el del año 2002, creado por mi amigo Juan Romero, muchos años vecino de localidad en el tendido 11), y otros a uno que no tiene ni repajolera idea de qué va esto; y así suele salir. Pero siempre son firmas reconocidas. El de esta temporada ha suscitado una muy taurina división de opiniones, al contrario que su predecesor, el de Barceló, que provocó un rechazo casi unánime y al que algunos hasta atribuyen el mal fario de la debacle taurina de 2008.

     Del toro de Manuel Salinas, que ha abandonado su peculiar estilo abstracto para meterse en la vereda del realismo porque quería seguir viviendo en Sevilla, según confesión propia, se ha dicho de todo: regordío (Antonio Burgos), toraco de Bilbao (Luis Carlos Peris), garrapata gorda e hinchada (Paco Delgado) o fuera de tipo y peludo (Ignacio Sánchez-Mejías). A mí, por hechuras, me parece una vaca vieja embistiendo al caballo de picar en una faena de retienta, como las reses de Ramón Sánchez que tentó no hace mucho El Cid en la finca cordobesa de 'Villalobillos', unas 'señoras tías' con ocho o nueve años, vírgenes aún, que debían mirar así al piquero de turno camino del peto.

     Aunque pensándolo bien este año hay más sustos. ¿O acaso no da miedo más de una combinación del serial? ¿O el plantel tan amplio de teloneros que hemos de sufrir? ¿O la terna que le han colocado a la muy esperada corrida de Fuente Ymbro? Por lo menos esta Feria no viene El Capea. Algo es algo.

*Álvaro Pastor es profesor y escritor sevillano, abonado de la Real Maestranza. / Publicado en El Mundo-Andalucía.

Comentarios disponibles:
Fecha: 2009-03-18 16:03:22 Autor: fernando.
eso de la ausencia del capea ya era hora!!!!!!!!!………

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