«…se está asentando una corriente de fervor artístico hacia un torero de arte. De arte de verdad, del que sube de la barriga al corazón para que fluya con naturalidad por las muñecas. Es muy bueno para el toreo que la gente tome partido y se decante por una forma de concebirlo. Y mejor aún es que lo haga por un torero que bebe de la fuente inmarcesible de la pureza…»
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