Canorea lo borda

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«…Las cuitas pendientes se transforman en cinco tardes en el abono de la Maestranza. Del odio al amor también hay un paso. Y una estrategia: la empresa le hace a José Tomás la carioca y le tapa la salida del Domingo de Resurrección. No le cierra las puertas, pero casi. La suerte del embudo se llama. O tragas o tragas, sin más opciones, o sea…»


El empresario de la Maestranza, Eduardo Canorea.
FOTO: Matito.

Vicente Zabala de la Serna.-

     La primera gran noticia taurina de 2009 se ha producido en 2008. Así, más o menos, arrancaba Fernando Carrasco en ABC la información que anunciaba un mano a mano 'de infarto' en Sevilla con Morante y El Cid ante la corrida de Victorino. La empresa Pagés lo ha bordado. Cuando ya nos disponíamos a resumir el año de la Maestranza como un lodazal de suspensiones, Eduardo Canorea y Ramón Valencia han parado el diluvio, esta vez sí, y antes de que pasasemos la página del calendario con violencia se han sacado de la chistera un cartelazo. Imaginativos ilusionistas, entendiendo por tal la vertiente necesaria en todo empresario para generar la ilusión entre el público haciendo uso de la imprescindible imaginación.

     La búsqueda del entendimiento con el genio de La Puebla ha sido un arduo trabajo profesional y humano de Canorea que se inició con la sustitución de San Miguel, cuando se le llamó para cubrir la baja de Manzanares. Desde entonces a esta parte, han mediado varios encuentros, rumores de apoderamiento, que han desembocado al menos en el luminoso mano a mano, todo un gesto de Morante, y en un borrón y cuenta nueva entre dos personajes que se perdonaban la vida y se miraban a muerte. Las cuitas pendientes se transforman en cinco tardes en el abono de la Maestranza. Del odio al amor también hay un paso. Y una estrategia: la empresa le hace a José Tomás la carioca y le tapa la salida del Domingo de Resurrección. No le cierra las puertas, pero casi. La suerte del embudo se llama. O tragas o tragas, sin más opciones, o sea.

     A todo esto, curiosamente, El Cid parece quedar relegado a un segundo plano, sólo a priori. Lo que en el torero de Salteras es de curso natural -matar la victorinada-, en Morante es desafío a la naturaleza del alma. Cuando en la presente temporada, en sus albores, se habló de volver a apostar el todo por el todo en Las Ventas con el hierro de la 'A coronada', como en Bilbao, sólo frente al peligro cárdenos de seis toros, seis, Manuel Jesús Cid dijo sabias palabras: "No se puede convertir en habitual lo excepcional". Y sin embargo la excepcionalidad que de por sí es apuntarse a la corrida de Victorino se convierte para él en hábito indisociable de su carrera: las dos veces que con más fuerza se escribió en 2008 de El Cid fue en Sevilla -una de las faenas del año- y Madrid con los 'victorinos'. La fuerza del sino. Pero paradójicamente no deja de ser generosa su aceptación del destino y, sobre todo, la apertura de 'su' corral maestrante al rival más directo en Sevilla. Quizá sepa a ciencia cierta El Cid que con las 'balas albaserradas' el duelo será suyo. Mas el combate está pactado a cinco asaltos en un ring donde antes sólo él tenía la fuerza para sumar una manita de tardes, el número mágico que eternamente gozó Curro.

*Vicente Zabala de la Serna es periodista taurino de ABC. / Publicado en la web zabaladelaserna.com

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