El diestro extremeño Alejandro Talavante le ha cortado las dos orejas al toro ‘Dalia’, un astado de la ganadería de Victoriano del Río que también ha sido premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Talavante sumó un nuevo apéndice del quinto, abriendo la Puerta del Príncipe. Sebastián Castella y Daniel Luque pasearon una oreja.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victoriano del Río, desiguales de presentación, nobles. Al segundo, ‘Dalia’, se le dio la vuelta al ruedo. Fijo y con calidad en su embestida, el primero; de gran clase, el segundo; soso, el tercero; a la defensiva el cuarto; encastado el quinto; y sin clase el sexto.
ESPADAS: –Sebastián Castella (de azul turquesa y oro), oreja y silencio.
–Alejandro Talavante (de burdeos y oro), dos orejas y una oreja tras aviso.
–Daniel Luque (de blanco y azabache), oreja tras aviso y silencio.
CUADRILLAS: Saludaron en los tercios de banderillas José Chacón, Iván García, Javier Ambel y Manuel Izquierdo.
INCIDENCIAS: Lleno. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de los matadores de toros Paco Camino y Pepe Luis Vázquez Silva, recientemente fallecidos.
Manuel Viera.-
Ocurre que, a veces, de inmediato, inesperadamente, uno se topa con la inspiración y el arte que hace brotar el toreo. Talavante lo esbozó con el quinto, un toro noble, como toda la corrida de Victoriano del Río, con el que pudo trazar ese natural profundo, despacioso y notablemente rematado con su característico pase de pecho. Hubo momentos de esa tauromaquia demasiadas veces olvidada por el extremeño. Detalles suficientes para sumergir al público en ese estado que hace creíble las situaciones soñadas. Muletazos diestros con naturalidad, cambios de manos y, sobre todo, un toreo de izquierda para enmarcar.
No obstante, el gran toro fue el segundo. ‘Dalia’ mostró una calidad inmensa en su nobles embestidas. No fue un toro fiero por encastado, ni mucho menos; pero si era un dulce ‘bombón’ para ejecutarle el toreo. A Alejandro le faltó sentimiento en muchas fases de la lidia. Su toreo mecánico combinó con esa lentitud que le imprime a su muleta. De todas formas su desigual obra dejó huella en un público que jaleaba lo mismo lo bueno que lo malo. Público que después pidió las orejas con verdadera pasión por una faena más de detalles que contundente y excelente. Es lo que hay, y así está el toreo. El extremeño paseó las dos orejas, y al toro le dieron merecidamente la vuelta al ruedo. Dos, que sumada a la del quinto, le daban pasaporte para salir por la Puerta del Príncipe. Premio excesivo por lo hecho y visto en el ruedo.
Tuvieron calidad las embestidas del tercero, pero también sosería en el recorrido hacia los engaños. Con este toro se pudo observar cómo Daniel Luque, inexorable testigo de tiempos pasados, expresó de manera diferente ese universo de sensaciones que laten en su toreo. Un toreo que mostró trascendente en el trazo de natural. Inmenso el toreo de izquierda, ajustado, hilvanado y rematado. Su valor indiscutible, mostrado una vez más, provocó la emoción en los tendidos cuando acortó las distancias, atornilló las zapatillas en la tierra de albero e hizo pasar las embestidas por espacios inverosímiles, ora con la derecha, ora con la izquierda, ora con circulares y adornos. Tras la estocada, la oreja supo a poco.
Con el sexto, el peor de la corrida, los intentos por torear fueron en valde. Lo vio desde el principio y abrevió.
Castella paseó una oreja de su primero tras una faena que empezó bien y acabó de forma anodina. Gustaron los estatuarios con los que prologó la lidia, además de un toreo diestro templado e hilvanado. Detalles de calidad en los cambios de manos, pero mal con la izquierda. No fue bueno el natural, muy hacia fuera y vulgar. Tras el arrimón, la estocada encandiló al publico y lo pañuelos afloraron una vez más.
El cuarto se defendió mostrando su mala condición. Sebastián lo brindó al público, pero para nada le sirvió. Ni con la derecha ni con la izquierda hubo nada para destacar.
AL NATURAL
Ofertas de final de temporada
Francisco Mateos.-
Entrábamos en el foro taurino hispalense con cabeza gacha por un nuevo bajonazo a la Fiesta: la plataforma televisiva especializada OneToro abandonaba de un día para otro la emisión del ciclo de San Miguel de Sevilla y de la Feria de Otoño de Madrid. Menudo lío de nuevo. Comunicados acusatorios al pirateo televisivo y a los taurinos por los altos costes de derechos de imagen, y unos abonados televisivos que, tras pagar sus cuotas, se quedan sin ver los toros por la plataforma cifrada. Se veía venir desde que nació que no era un proyecto ni realista ni potente como para sobrevivir en el convulso mundo taurino…
Y sobre el ruedo pasó que hubo una corrida de toros de Victoriano del Río que dio un juego bastante apto para que fuera una tarde entretenida. El agraciado con la oferta de final de temporada, como esas fruterías que lanzan precios bajos cuando les queda stock de fruta estacional que comienza a madurar sobre los estantes, fue Alejandro Talavante. Ambas faenas fueron similares. Junto con muletazos en los que deja entrever la calidad y lentitud de sus toreo, otros faltos de profundidad y remate hacia los adentros, despegado. Peor fue lo del segundo de la tarde, un buen toro que llevaba dulzura en sus embestidas para hartarse de torear; de torear bien, claro. Talavante dejó una ensaladera de muletazos, unos mejores y otros muy por debajo de la calidad del toro, y remató con una estocada trasera, con un revolcón en el embroque. Las dos orejas eran excesivas, pero el presidente había concedido una oreja en el primero de la suelta a un Castella correcto pero por una faena que con la vuelta al ruedo iba despachada. La compensación por el exceso inicial al francés provocó el doble trofeo al extremeño.
Y como no hay dos sin tres, al menos en la Maestranza y con estos presidentes eternos que van a durar más que lo que duró el Faraón en los ruedos, pues nuevo exceso en el quinto para que Talavante se sumara a la atlética Carrera Nocturna del Guadalquivir y saliera entre los corredores ‘naranjas’ por la Puerta del Príncipe del Paseo Colón. Un nuevo despropósito que desacredita a la Maestranza y a su público variopinto.
Daniel Luque firmó en el tercero lo mejor de la tarde, lo más auténtico, lo que hizo erizar el vello del cuerpo, al acortar las distancias al toro, y pararlo cuando y donde quiso.