«…¿La culpa? Una empresa que no educa a la afición; unos presidentes que no marcan precedentes ni aportan rigurosidad en la concepción de trofeos -así no se salva la categoría de la plaza-; el toro que está saliendo últimamente; unos carteles pueblerinos donde nadie aprende ni conoce diferentes encastes; unos toreros que no pintan nada en la Maestranza (¿el año que viene vuelven Finito, Rivera y Conde?); y un público que pierde la objetividad debido a la falta de seriedad que hay en la Maestranza…»
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