REAL MAESTRANZA - 8ª Feria de Abril

Talavante y su natural

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Alejandro Talavante, con la oreja ganada en el quinto astado.

Alejandro Talavante corta la oreja del único toro destacado de la descastada y floja corrida de Domingo Hernández, que lidió un encierro desigualmente presentado. Tomás Rufo fue ovacionado, mientras que las faenas de El Juli quedaron silenciadas. Más de tres cuartos de plaza.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Garcigrande -el sexto- y Domingo Hernández, desiguales de presentación y de diferentes hechuras. Noble y sin raza el primero; de embestidas cambiantes el segundo; justo de casta y a la defensiva el tercero; manso sin clase el cuarto; soso y a su aire el sexto. Destacó el quinto, complicado por encastado.
ESPADAS: –Julián López ‘El Juli’ (de gris perla y azabache), silencio y silencio.
Alejandro Talavante (de grana y oro), saludos y oreja.
Tomás Rufo (de azul y plata), saludos y palmas.
CUADRILLAS: Destacó a caballo Manuel Jesús Ruiz ‘Espartaco’, y con las banderillas Miguel Murillo y Fernando Sánchez.
INCIDENCIAS: Más de tres cuartos de plaza.


Manuel Viera.-

     Sin duda, la faena al quinto toro de la tarde tuvo rango de acontecimiento para Alejandro Talavante que, desde los lentos lances a la verónica, se le vio la intención de mostrar su toreo emocional y expresivo, despacioso, ligado y dominador, del que siempre ha hecho gala el torero extremeño. El abanderado del temple ofreció, con el más destacado de los toros de la descastada y floja corrida de Domingo Hernández, una bonita versión de su tauromaquia, con la que consiguió un toreo de izquierda tan despacioso y auténtico que de inmediato caló en la gente. La verónica fue toda una declaración de principios. Una versión minuciosa de ritmo y despaciosidad. Después consiguió ese toreo nítido y punzante con el resultado de una entonada faena coherente y de interesante transmisión a los tendidos.

     Toda la lidia tuvo un halo singular, sobre todo en esa sabia inspiración con la izquierda con la que logró esplendidos momentos en la excelente versión del natural. Igual de convincentes resultaron un ramillete de muletazos diestros, ejecutados con destreza y profundidad, combinados por la espalda y rematados con expresivos cambios de manos y pases de pecho. Una improvisada arrucina puso al público en pie. Fue un toreo propio, inconfundible en la tauromaquia del diestro de Badajoz, de una gran fuerza expresiva y encomiable ligazón. Con él, en su regreso a la Maestranza, volvió el frágil y poderoso milagro del toreo. Una lidia de verdades profundamente emotivas en los detalles con los que consiguió fragmentos importantes. Hundió el estoque y paseó esa oreja soñada del último toro de su particular feria.

     La mismas ganas le puso Alejandro en la lidia del segundo. Un toro de embestidas cambiantes, de potable pitón izquierdo, que supo aprovechar en algún que otro natural de trazo lento y profundo. También lució en breve toreo en redondo con la diestra e inspirados cambios de mano que no lograron ocultar la falta de fondo del toro. Muy poco para lo deseado. Con un espadazo precedido de pinchazo lo mandó al desolladero.

     Poco más de interés tuvo la tarde motivada por el escaso juego de los toros salmantinos que mansearon, mostraron su poca casta y llegaron al terció final sin fondo. Así las cosas, El Juli se topó con un primero noble, aunque con las fuerzas justas y rajado al final, al que le puso técnica y, sobre todo, sapiencia para intentar hacer faena que quedó en nada. Tampoco tuvo opción con el manso cuarto, un toro gazapón en la inicios de muleta, que no le dio una sola embestida para ni siquiera dibujar el trazo con la izquierda. De una estocada trasera se lo quitó de encima.

     Y la esperanza en Tomás Rufo quedó en desilusión, a pesar de las buenas intenciones y el buen hacer del torero toledano, que no estimó esfuerzo para hacer que resplandeciera el toreo. No fue posible. Sólo la mano izquierda apareció dispuesta a romper la hegemonía de una faena que se quedaba en escasos y templados trazos diestros. La genialidad del natural dejó el regusto al final de una larga lidia finiquitada con una estocada fulminante. El sexto, único toro de la corrida que lució el hierro de Garcigrande, mostró bravura en el peto al acudir al caballo desde la distancia. Ruiz Román recordó la olvidada suerte de varas, un puro trámite para el toro de hoy. Todo fue un espejismo porque Tomás se encontró con un toro a la defensiva, con la cara alta y embestidas infames. De cierta forma lo intentó todo y quedó en nada.


 AL NATURAL 

El holter

Francisco Mateos.-

     Anda uno con eso del paso del tiempo en alguna revisión médica preventiva. Algunas fases de taquicardias bruscas, que necesitaron de electrocardiogramas de urgencias, me habían inclinado a visitar al cardiólogo semanas atrás. Además de la analítica de turno, para ayer lunes de Feria me colocarían un holter de presión arterial 24 horas y para hoy martes un holter de ritmo cardiaco, también un día completo, para grabar los datos y los cambios. Nada grave, todo preventivo. Ya es mala suerte tener el pecho cubierto de cables durante 48 horas en plena Feria de Abril. Incluso bromeaba que a mediodía, con la caseta llena, me iba a levantar la camisa y a la voz de ¡bomba! iba a hacerme un hueco grande para almorzar tranquilo… Sin embargo, me alegro que haya coincidido en festejos en la Maestranza, para medir la ‘emoción taurina’ de forma empírica; y me explico.

     Se supone que con las emociones, con algo que te hace sentir, que te hace vibrar y te hace saltar de sentimiento, se altera la presión arterial y el ritmo cardíaco. Pues deseando estoy de ver a mi cardiólogo para ver si tras la lectura de los datos acumulados en 48 horas me pregunta qué estuve haciendo de 18:30 a 20:30 horas el lunes y martes de Feria… Pero no, no tengo ninguna esperanza que note nada ‘raro’, porque estoy convencido que el holter de estos dos días nada ha registrado en cuanto a alteraciones por la supuesta emoción. Y es que el toreo apenas emociona ya. Nos conformamos con lo más mínimo.

     El holter no habrá registrado ninguna alteración en mi estado emocional al ver salir por chiqueros hoy a los novillos (me niego a llamar toros a algunas birrias de astados que han saltado hoy al ruedo) de la casa ganadera de Garcigrande. Impresentables. Si así han sido los aprobados, ¿cómo serían los cuatro que han echado para atrás en el reconocimiento? Miedo me da sólo de pensarlo; de hecho uno de ellos ni se reconoció, porque no dio ni el peso mínimo de 460 kilos para plaza de primera categoría. ¡Menudo borrón del ganadero presentar un toro sin el peso mínimo! Tampoco se habrá registrado alteración alguna por las faenas de los toreros, planas en todos los sentidos. El Juli, desdibujado y desconocido; pasivo incluso. Tomás Rufo, muchos pases pero ninguno bueno. Y a Talavante se le escapa por segundo día consecutivo la posibilidad de armar unas faenas más contundentes, en vez de perderse en detalles y experimentos de pases. Si tras estos cuatro toros, varios con posibilidades y transmisión, se marcha de la Feria de Abril contento con la oreja de hoy a un toro ovacionado en el arrastre, mal asunto y es autoengañarse. Talavante se marcha de la Feria con fracaso.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 


 LOS TOROS (Javier Martínez) 


 OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) 

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