Manuel Escribano le ha cortado una solitaria oreja a la corrida del legendario hierro de Miura, que lidiaba como único espada. El único trofeo del torero de Gerena lo ganaba en el quinto astado, el único toro destacado de una desigual y decepcionante corrida de Miura. Tres cuartos de plaza.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Miura; de desigual presentación, algunos anovillados, mansos, parados y complicados. El mejor, de mala corrida, el quinto, un toro de embestida pronta con transmisión en la muleta.
ESPADAS: –Manuel Escribano (de blanco y oro con algunos bordados en grana), único espada, saludos, silencio, silencio, silencio tras aviso, oreja con petición de la segunda y ovación tras aviso.
CUADRILLAS: Destacaron en banderilla Fernando Sánchez y José Chacón.
INCIDENCIAS: Tres cuartos de plaza. Antonio Fernández Pineda y Jeremy Banti ejercieron de sobresalientes.
Manuel Viera.-
Nada. Desprovista de bravura y con infinitas complicaciones. La tradicional corrida de Miura que cerró el ciclo continuado de Feria de Abril no ha sido buena. Toros desiguales en presentación, incluso algunos anovillados, que estuvieron en las antípodas de la bravura. Animales engañosos que acudieron de lejos a las monturas para después no emplearse en los petos. Y es que cuando el toro se para, ahí termina cualquier atisbo de esperanza posible. Nada tuvieron que ayudaran a subrayar una pizca de emoción. Ni siquiera mostraron ese excesivo peligro del ‘uy’ que antaño definían a los toros que pastan en Zahariche.
Este anodino y complicado comportamiento durante la lidia hizo que quedara inconcluso e irresoluto el gesto de Manuel Escribano, aunque exhibiera soltura, y sin amilanarse, en ese laberinto de cortas, desiguales y complejas embestidas.
Tuvo que esperar al quinto -único toro destacado de la corrida- para encontrar en la embestida del ‘miura’ terreno propicio para forjar una faena decidida y concisa con la que mostró una sugerente mezcla de valor y decisión. Valor que se fundió con la pulcritud de un toreo a derecha en el que el despacioso recorrido de la tela, como la ligazón, hicieron de la lidia expresión alusiva a una forma de hacer contundente y gozosa para la gente. El natural fue largo y nítido, aunque no llegó a coger la altura deseada.
No obstante, hubo momentos de recreación en una lidia en la que se percibió ese morbillo por aquello de traspasar la línea roja del propio valor, sobre todo al banderillear. Los detalles por bajo se sumaron al atractivo de los pases de pecho y a esa contundente estocada con la que tumbó al toro sin puntilla. Le pidieron las dos orejas con fuerza, el presidente recordó polémicas tardes anteriores y dejó un único pañuelo colgado en la balconada para no sacar un segundo. La bronca fue mayúscula, pero la oreja que concedió a Escribano fue de auténtico peso.
Fue lo único de una tarde que se hizo pesada y larga, pese a que el diestro de Gerena insuflara a las respectivas lidias su deseo de agradar. Se fue a los medios a esperar al toro de rodillas a la salida de chiqueros en tres ocasiones, y todas las resolvió con limpias largas cambiadas y templados lances a la verónica, unos, y vibrantes otros. Banderilleó con desigual resultado a cada uno de sus seis toros; en dos de ellos compartiendo los palos con Fernando Sánchez, que clavó el mejor par de la tarde al tercer ‘miura’, y finiquitó de manera contundente con la espada en tres ocasiones.
Todo lo demás ocurrido fue un compendio de querer y no poder. Incluso se pasó en el metraje de las diferentes lidias cuando allí, delante del toro, no había nada que hacer. Nada con el primero, bronco y con continuos derrotes. Nada, mas que mostrar seguridad y firmeza, con el orientado segundo. Nada con el tercero, que echó el freno de inmediato. Nada con el manso cuarto, que acometió defendiéndose en la muleta. Y nada con el sexto, que dejó de andar en los primeros compases de faena.
Para enfrentarse a seis toros de la legendaria ganadería hacen falta argumentos, y Escribano los ha tenido muy claro al ponerse delante de cada unos de ellos. No sé si le mereció la pena el esfuerzo con una corrida mansa y anodina, de las peores lidiadas en esta plaza en los últimos años. Tuvo enormes ganas de alcanzar su objetivo, pero la complejidad y la mansedumbre de unas embestidas no le dejaron resquicio para conseguirlo.
Acabó una Feria de Abril interesante, triunfal y polémica. Ahora, queda Madrid.
AL NATURAL
Los dobles
Francisco Mateos.-
No parecía corrida de originales, sino de dobles, de copias. Los toros de Miura no tuvieron la presentación -ni por delante ni por conformación general- a la que estábamos acostumbrado. Estos ‘dobles’ de los toros de Miura presentaban una lámina más al modo del toro reinante actual, más ‘agradable’ por delante de los originales, más vareados y con caja más reducida. Estas copias del toro de Miura tenían menos tensión y temperamento en su mirada, menos nervio en sus movimientos de cabeza nada más salir al ruedo, menos furia en los vuelos con el capote. Si me apuran, y en resumen, estas copias de los ‘miuras’ daban como menos miedo -por presentación y por comportamiento-; verlos impactaban de forma menor.
Y Escribano estuvo digno, solvente, capacitado sobradamente para una y hasta para dos corridas de Miura seguidas, que no es mérito menor. Pero pareció que le faltaba algo, un par de ingredientes más para poder compensar la falta de emoción que en el ruedo no se terminaba de generar.
Así las cosas, salió ese quinto que nunca es malo, y que vino a generar suficiente emoción en sus embestidas a la muleta del torero de Gerena para calentar los tendidos. La estocada cayó desprendida, aunque bien ejecutada, de efectos rápidos. Y resultó que tampoco estaba en el palco el presidente original de esta Feria de Abril, sino una copia, un ‘doble’, que en estas últimas corridas se pusieron en plan ‘duro’ para conceder devaluados trofeos ‘baratilleros’ -literalmente- y concedió una oreja, negando la segunda que la gran mayoría pidió. El Reglamento -esta vez sí- le faculta para que, aun teniendo en consideración la petición, esa segunda oreja sea bajo su criterio; y no la dio. La cuestión es que sí concedió la única de la tarde ante una gran mayoría de petición (al margen de su criterio, hacía cumplir el Reglamento que otorga poder a la petición del público), y en cambio por qué otro compañero suyo 24 horas antes negó la oreja del sexto a Roca Rey con la misma o mayor petición del público (el mismo al que el Reglamento otorga poder para la concesión del primer trofeo).
Y si me apuran , hasta los clarineros de hoy parecían los dobles de otros años, porque eché muy en falta el clarinazo del cambio de tercio de banderillas a muleta del sexto, ese toque de clarín largo, floreado, bohemio, ronco, melancólico y diferente que anuncia -o anunciaba- el inicio de la postrera faena de Feria, a modo de despedida.
Y es que, en resumen, la Feria de Abril de este año, sus gentes, su personalidad, su importancia, sus comportamientos… me la han cambiado este año por un ‘doble’ con una Feria de Abril rara, distinta, diferente, alegre, festiva y con disparidad de criterio que no me gusta y no me convence. Que en la Feria de Abril de 2023 regrese la original, la de verdad, la Feria de Abril… de Sevilla. Como cantara el buen aficionado Joaquín Sabina: «¿Quién me ha robado el mes de abril?».
LA VOZ DEL ABONADO
Novillada con cuatro años
Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.-
Que alguien explique cómo la temporada pasada en la plaza de Sanlúcar de Barrameda le lidian seis miuras de plaza de primera, y hoy, en Sevilla, saltan al ruedo seis ‘miuras’ de plaza de tercera, con la excepción del sexto, único con trapío propio para esta plaza.
Se comportaron todos conforme a lo esperado. Lidia bronca, caras por las nubes, flojedad, en definitiva toros no aptos para triunfar a la manera tradicional de la edulcorada tauromaquia de hoy. Aplaudimos a Manuel Escribano. Es torero que no se esconde ni esquiva dificultades. Sangre le ha costado, y mucha. Hoy se acartela con ‘miuras’ a sabiendas de las enormes dificultades que ello conlleva. Puso toda la voluntad del mundo, pero los toros presentaron problemas que sus recursos y su técnica no pudieron solventar. Estos ‘miuras’, aunque su morfología no mostraba el pavor de otras épocas, sí es cierto que todos menos el quinto llevaban la cara por las nubes y al salir de los engaños derrote va y viene.
Escribano lo intentaba. Quería torear en clásico, pero era tarea imposible. ¿Podía haber bajado la muleta y obligar así al toro? Tal vez, pero es que no lo intentó. No podemos saber cuál hubiera sido el resultado. ¿Podía haber lidiado en vez de intentar el toreo en redondo? Tal vez, pero es que tampoco lo intentó. Puso mucha voluntad, estuvo bullidor y no pudo con los problemas.
Sale el quinto. El más menos malo. Sus embestidas fueron más aprovechables y Escribano, al menos, intentaba -más que conseguía- pegar pases medio estimables. Había mucho paisanaje en los tendidos. Mató de estocada caída y ese paisanaje pide oreja con fuerza que el dubitativo presidente concede, aunque resiste bien la petición del segundo apéndice. Resultado final: mucha voluntad, mucha entrega, pocos recursos y una oreja.
Reseñar y aplaudir a Escribano que pusiera los toros de largo en la suerte de varas. Solo lo hizo él en esta Feria sin suerte de varas.
Escribano debe mejorar en banderillas o dejar a la cuadrilla que las ponga.
El picador Manuel Jesús Ruiz ‘Espartaco’ picó muy bien, como también lo hicieron en banderillas José Chacón y Fernando Sánchez.