Los tres espadas de la tarde en la Maestranza, El Juli, Manzanares y Paco Ureña, han cortado una oreja de diferente peso a una noble corrida de Hermanos García Jiménez, bien presentada y de variado juego. Cada uno aprovechó con sus diferentes estilos cada uno de los toros de más posibilidades de sus lotes.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de García Jiménez; el segundo con el hierro familiar de Olga Jiménez. Serios, bien presentados y de variado juego. Bravo el primero; manso, aunque de nobles embestidas, el segundo; venido a menos, el tercero; sin fuerza y a la defensiva, el cuarto; noble con poca fuerza, el quinto; complicado y con peligro, el sexto.
ESPADAS: –Julián López ‘El Juli’ (de azul y oro), oreja y silencio.
–José María Manzanares (de burdeos y oro), ovación y oreja.
–Paco Ureña (de rosa y oro), silencio y oreja.
CUADRILLAS: Destacó el picador Óscar Bernal, que fue muy ovacionado.
INCIDENCIAS: Tres cuartos de plaza, según el aforo permitido por restricciones Covid.
Manuel Viera.-
La satisfacción era patente en una lidia óptima para hacer ese toreo de mando tan original como es habitual en la tauromaquia de El Juli. Toreo poderoso, a la vez que templado, trazado al noble y bravo primer toro de Hermanos García Jiménez. Una lidia que inició con una madeja de lances con minucioso ritmo. De hecho, la cumbre de esa montaña de lentas verónicas llegó con la media con la que firmó la efímera obra.
Normal, que ese inicio de capote tuviese después continuación en una faena en la que burbujeaban muletazos diestros de mano baja, ligados y acabados con largos obligados de pecho. Toreo sobrio de mano izquierda con algún que otro natural hilvanado que tuvieron convicción. Con su habitual habilidad dejó un estoconazo trasero con el que acabó con el buen toro de Matilla y la oreja en su mano.
Sin embargo, nada fue igual con el noble cuarto. Un toro con las fuerzas justas que, además, acabo perdiéndolas tras un desafortunado volatín en el inicio del tercio de banderillas. En este caso, la faena, muy breve, resultó realmente anodina pese a los intentos de madrileño. Un pinchazo precedió a la sui géneris estocada.
Su toreo tiene encanto, expresión y sutileza. Manzanares lo mostró durante la lidia de un segundo, con el hierro de Olga Jiménez, con calidad en sus nobles embestidas. Trazó el natural en su simbiosis de empaque y ligazón. Naturales que fluyeron con aparente sencillez. Profundidad expresiva en el trazo con la diestra, sobresaliendo el virtuosismo en un toreo en redondo con un cambio de manos lleno de elegancia. Unos expresivos naturales a pies juntos pusieron fin a una faena malograda con la espada. Algo inhabitual en el torero de Alicante.
El bravo y noble quinto fue protestado por su falta de fuerza. Sin embargo, el palco presidencial lo mantuvo en el ruedo. Pese a ello, la pulcritud, casi asepsia, con la que el alicantino inició la lidia, poco a poco fue imponiendo su técnica hasta conseguir una colección de muletazos diestros a media altura, profundos e hilvanados, con los que quiso dejar las cosas claras. Y, además, aportó una muestra del hondo natural que no tuvo continuación por acabar echándose sobre el albero el mermado toro. La contundente estocada recibiendo llegó junto con la oreja ganada.
Paco Ureña se caracteriza por un sólido y vigoroso concepto, asentado en la riqueza expresiva y en un férreo valor. Con el complicado y peligroso sexto consiguió aportar la dosis adecuada para transmitir la emoción de la lidia. En cualquier caso, el lorquino, evocó autenticidad, la verdad con la que mostró un toreo a derecha de mano baja hasta conseguir hilvanar las complicadas embestidas. Poderosa forma de someter a un toro que trasmitía peligro en sus continuas miradas al torero. Un final de naturales a pies juntos con el toro ya rajado convenció a un publicó que, tras rubricar lo hecho con un espadazo caído en la suerte de recibir, le pidió el apéndice que la presidencia le concedió.
Con el desfondado y noble tercero, al que recibió por verónicas a compás y media a pies juntos y prologó faena con unos estatuarios de cartel, no pudo más que atisbar su clasicismo elegante en una lidia a la que le faltó la embestida de un toro venido a menos y sin una pizca de transmisión.
GALERÍA GRÁFICA (Pagés)
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