El maestro Ortega Cano protagoniza un tentadero en la cuna de la bravura, donde se teje la alquimia de los buenos toros: la finca El Toruño, la casa de los Guardiola. Tarde ventosa, tarde de sol; pero el maestro sigue con esmero cada detalle, parece que es su primer tentadero… Una delicia ver toreros antiguos, por derecho, toreando en la soledad de los campos sevillanos.
Iván López.- Tarde de solano en la campiña utrerana, al igual que durante toda la mañana. El aire no ha parado de pegar con guasa en El Toruño, la mítica finca donde se asolera la bravura del toro de lidia bajo el sol. Don Jaime Guardiola anima a adelantar el café con bizcotelas en el salón del cortijo mientras los gorriones se pierden en los cañizos, huyendo de la mala tarde de viento. Hay que esperar a que apacigúe su fuerza el dios Eolo. El viento, enemigo público número uno de los toreros. Hablando de futbol se aguarda a que la tarde asiente y así correr las vacas de encaste Villamarta que Miguel, el mayoral, ha encerrado para el maestro Ortega Cano. Está impaciente José. Parece un niño ante su primera vaca. Mira y remira los relojes que se les pone a tiro. La tarde se alarga. El tiempo corre. Y no se quiere quedar sin su tarde de tentadero. Miguel, el mayoral, aguarda en la puerta con la mona calzada y hablando de las cabañuelas para la próxima semana. El sol se tapa mientras lo atraviesa el tren 'Andalucía Express' que va camino de Lebrija, por la vieja vía, y el maestro sale del salón contiguo e interrumpe amablemente: "Bueno, cuando usted diga señor ganadero",a lo que Jaime Guardiola responde con un "usted manda, maestro". Miró la hora d enuevo Ortega y adivinó que no se podía esperar más. Vamos todos para la plaza; la tarde no trajo apenas aficionados y los amigos infalibles del Toruño se tapan en sus habituales puestos. El mozo de espadas está en su sitio. El maestro, serio y concentrado; las utreras aguardan en el largo túnel tras la puerta… pues eso: "¡¡Puerta!!"… no les voy a contar las hechuras y pelo de las utreras, no les voy a decorar las costuras del vestido de Don José, no me voy a inventar las luces de aquel ocaso del tentadero en la soledad de los campos de Utrera…Yo les voy a dejar los fotogramas que pude hacer y ustedes que son sabios y de buen entender: juzguen y envien sus comentarios.
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