El novillero sevillano Ángel Jiménez ha dado una vuelta al ruedo tras destacar con el mejor novillo. Se le pidió la oreja pero la presidencia no la concedió. Mansa y complicada novillada de Partido de Resina, de excelente presentación. David Martín fue silenciado y Antonio Medina ovacionado. Última novillada del abono.
SEVILLA / Novillada con picadores
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de Partido de Resina, de excelente presentación y bellas hechuras. Mansos y complicados. Noble y con calidad en la embestida el primero; mansos segundo, cuarto y quinto; soso, pronto y sin humillar el tercero; flojo y complicado el sexto.
NOVILLEROS: –Ángel Jiménez (de coral y oro), vuelta al ruedo tras petición de oreja con aviso y silencio tras dos avisos.
–David Martín (de marfil y oro), silencio y silencio tras dos avisos.
–Antonio Medina (de grana y oro), saludos y silencio.
CUADRILLAS: Saludó en banderillas David Sevilla.
INCIDENCIAS: Más de media plaza. Séptima y última novillada con picadores del abono.
Manuel Viera.-
Era un chiquillo aún cuando en las nocturnas de julio de 2009 le pudo con firmeza a las violentas embestidas de un eral de Guardiola que llevaba el añadido del picante de la casta. Atisbó entonces un toreo de mano baja, de muleta siempre adelantada y muletazos ligados. Ángel Jiménez se quedó quieto, juntó lo pies y mostró un toreo vertical y lento que hizo concebir esperanzas futuras. Han pasado muchos años y el astigitano sigue con el sueño intacto, queriendo ser el que todavía no ha sido.
Asentado su concepto y con el mismo valor, una sensibilidad emotiva muy cercana a la gente y un gusto exquisito, ejemplarizó la lidia con la nobleza y calidad del primer utrero de la noche. Principió yéndose de hinojos delante de la puerta de chiqueros para mostrar, después, la elegancia en el pase, la verdad y la delicadeza del trazo en una faena cuidada, de importantes momentos, con la que dio cuenta de un toreo plagado de convincentes razones. Un toreo sabroso y atractivo, con profusión de detalles por alto y por bajo y adornos muy toreros. Pero lo más interesante fue la selección de naturales despaciosos y bellos. Un toreo de izquierda, templado, no forzado, hilvanado y rematado, con el que estableció el tono emotivo con el que deleitó a la gente. Solvente versión de una lidia bien hecha y mejor contada. Hundió el acero y la petición no fue lo suficientemente mayoritaria para un presidente que se mantuvo absurdamente riguroso con el que, quizá, ha sido el mejor novillero que ha pasado por el finalizado y anodino ciclo de novilladas.
Con el cuarto, todo un toro por hechuras y trapío, manso y complicado, echó mano de oficio y le buscó las vueltas. No hay mayor emoción que la puramente manada del valor y la verdad, y el sevillano de Écija se mostró seguro en una faena poderosa, con algunos pasajes a derecha e izquierda interesantes pero muy mal rematada con los aceros hasta el punto de escuchar dos avisos.
La vuelta a la Maestranza de Partido de Resina –antes Pablo Romero- provocó el interés de un público que ocupó más de la mitad de la plaza en una noche de agradable temperatura. Y ovacionó de salida al toro por excelencia. En esta ocasión al utrero. Bajos, fuertes, cárdenos, ‘guapos’ y astifinos. Con trapío, ni más ni menos. Fue una gozada observar su morfología intacta desde el siglo XVIII. Pero no lo es todo la belleza. A la novillada le faltó casta, humillación y recorrido. Les faltó clase en las complicadas embestidas. Les faltó bravura. Novillos mansos, exigentes y duros. Novillos fuertes, que pelearon con los caballos y fueron picados como ningún otro lo fue en anteriores festejos. Y ante tan complejo comportamiento se esfumaron ilusiones y esperanzas.
Porque David Martín no pudo más que demostrar actitud y ganas con el manso y difícil segundo. Lo mismo que hizo con el también huidizo y complicado quinto. A ambos los mató mal.
Y porque al debutante Antonio Medina sólo le dejó el soso tercero estar muy dispuesto en la tarea y mostrar algún detalle de su concepto en algún que otro natural. Con el complicado y parado sexto (otro toro por hechuras y trapío), ni eso. Con la espada, solvente y hábil.