El alicantino José María Manzanares ha cortado dos orejas a la noble aunque descastada corrida del hierro sevillano de Juan Pedro Domecq. López Simón fue ovacionado y Ponce silenciado con el lote menor colaborador. Algo más de tres cuartos de plaza y llovizna en algunas fases del festejo.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Juan Pedro Domecq, de aceptable presentación y bonitas hechuras. Nobles, faltos de casta y de escaso fondo. Destacaron el quinto, por la calidad de sus embestidas, y el encastado sexto.
ESPADAS: –Enrique Ponce (de marfil y oro), silencio y silencio.
–José María Manzanares (de azul marino y oro), oreja y oreja.
–López Simón (de grana y oro), saludos y saludos.
CUADRILLAS: Se desmonteraron en banderillas Suso, Luis Blázquez, Rafael Rosa, Vicente Osuna y Jesús Arruga.
INCIDENCIAS: Algo más de tres cuartos de plaza. Albero en aceptable estado a pesar de las lluvias caídas. Llovizna en algunas fases del festejo.
Manuel Viera.-
La bravura parece desintegrada. Desaparecida. Convertida en nobleza de un animal desrazado. Desconcertante situación con la que las apetecibles ganaderías, exigidas por los que mandan, desandan el camino para llegar al desencanto de un público superado por los acontecimientos. Al desencanto de los que buscan la inspiración en la nobleza y la calidad en no más de seis embestidas. Ingredientes que, lejos de permitirles auténticos triunfos, les amordaza en la simple colección de pases de belleza desapasionada que evidencian que la emoción es cosa del pasado.
La corrida de Juan Pedro Domecq ha mostrado el prototipo del toro actual. Bien hecha, en su tipo, con sobrada calidad y deseada nobleza. Incluso alcanzaron nota el quinto venido a menos y el cinqueño sexto, único que transmitió a los tendidos atisbos de casta. Pero le faltó la emoción. La emoción que apasiona y hace gozar de la lidia.
Así, Manzanares pudo mostrar de nuevo los soberbios pases de pecho que fluyeron al vuelo de la inspiración. Que envolvieron con el sutil velo de lo bello una faena de acompasados muletazos diestros al noble segundo. Momentos de toreo a derecha, de sutilezas, de detalles que no tuvieron continuidad por el complicado pitón izquierdo. Pero he aquí que, el rey de espadas, se empeñó en matar recibiendo. Y no lo dudó pese al triple intento. El acero, como un cañonazo sordo, se hundió en el sitió exacto de la muerte. Lo hecho bien valió la oreja.
Fue el quinto un toro de bonitas hechuras, noble, cómo no, y de embestida limpia y deseada. Otra vez brillaron los remates de los fenomenales de pecho. Y la delicadeza en los templados muletazos diestros. Y el natural expresivo y suave. Pero el apasionamiento no llegó en una faena de altibajos en la que el acero volvió a ser determinante. Estocada que tumba y oreja para premiarla.
López Simón tuvo el triunfo en el sexto. Un cinqueño encastado, de fija y humillada embestida. El madrileño, que lo dejó sin picar, le realizó faena estimable, con su acostumbrada quietud, dentro de una concepción un poco anodina, levemente acelerada y vibrante en ocasiones, quizá por la acometividad del toro, e hilvanada en algunos momentos de la lidia. Bajó el natural y se arrimó, acortando las distancias, cuando al ‘juampedro’ se le agotó el motor. Pese a la estocada sólo una ovación premió lo hecho.
También le ovacionaron tras la lidia de tercero, un toro de escasa fuerza, de calidad en su embestida y escaso fondo. López Simón prologó faena, muy asentado, con la suavidad de un toreo diestro ligado y expresivo. Más apagado resultó el natural para, después, acabar con las dos rodillas en tierra en un final a toro parado.
A Ponce le duró un suspiro el noble primero. Mostró su sabiduría en cadenciosas verónicas y una media con firma de autor. Y poco más que realizar un toreo de lo más cándido, con su acostumbrada técnica y naturalidad en el trazo, para hacer andar a un animal desesperante. Tampoco quiso molestar al descastado cuarto, un bicho aborregado, sin mínima entrega y que de inmediato se paró. Con media estocada acabó con el primero. A su segundo lo pinchó.
AL NATURAL
El toro educado
Francisco Mateos.-
Dos orejas y a punto de la tercera en el último, con la plaza ya desbordada de acciones generosas. Sevilla está en un momento delicado. Cada vez el peso del aficionado es menor, casi insignificante, y sin el respaldo de una autoridad que ponga los puntos sobre las íes. A la presidencia sevillana hace ya tiempo que se le fue la pinza. Hoy han hecho el paseíllo tres diestros, nueve banderilleros y seis despicadores, que es como hay que empezar a llamar a los del castoreño, porque más que picar, ‘despican’. Es una suerte testimonial -salvo que Morante quiera cargarse un toro-; hacen el paseíllo, suena el ‘tararí’ de turno, hacen una visita guiada a ruedo de la Maestranza a lomos del caballo de Peña, colocan el palo encima mínimamente y lo levantan de inmediato. No hay más.
Ni Dios quiso que nos libráramos de la que todos denominan ‘juampedrada’, y la lluvia -y la enorme eficiencia de la lona- no cayó en la intensidad necesaria para apartar de nuestro camino este cáliz de tinieblas, sufrir toros ‘amanerados’, nobles y descastados. A los toros de Juan Pedro se les ha llamado toros artistas, comerciales,… Yo creo que son los toros educados. El toro saluda al torero: «Buenas tardes», y el matador le explica. «Cuando yo te indique con un leve toque de muleta, tú comienzas a pasar alrededor mía de forma medio rítmica, y cuando llegues al final te paras, me dejas que me gire un poco, que vuelva a dar un toque de muleta, y empiezas otra vez a pasar alrededor mía». Y así el toro, tan obediente, tan sumiso, tan buena gente, tan educadito él que parece que se ha criado en ganaderías de pago, pasa una y otra vez, y el torero le pone -con más o menos gusto- la muleta delante para acompañar… Pero ni eso es el toreo de verdad (será el toreo estético, el toreo moderno, el destoreo,…), ni eso es el toro bravo, el toro que da miedo, el toro que exige todo al torero, el toro encastado que repone y vuelve, el toro que asusta arriba…
Si a estos toros educados de Juan Pedro le agregamos una banda de música que hoy ha deleitado con un recital sinfónico gratuito a destiempo, y un Manzanares mimado y convertido en el capricho de Sevilla, que además de cada cuatro muletazos uno es medio de verdad, y que ha acertado en la suerte de matar a la primera y de forma correcta, el desmadre en la petición de trofeo está cantado. Una y una, que suman dos y que desde fuera puede parecer que se ha quedado al borde de una Puerta del Príncipe, pero que realmente debieron ser sólo sendas vueltas al ruedo con fuerza. Pero a ver quién pone coto a este campo sin vallar…
Ponce ponía cara de contrariado con su lote. Pero ‘miarma’, ¿quién ha decidido anunciarse con esta corrida, sino tú? Y el año que viene la volverá a elegir… Y López Simón, al que se le escapó el sexto toro que tenía un vibrante pitón derecho que no ha sabido aprovechar, empeñado ‘sí o sí’ en sus finales de faena en homenajear al maestro Ojeda con un parón, al margen de que venga a cuento o no con las condiciones del toro.
Ya digo, dos orejas sin más trascendencia, que vienen a dañar más la imagen de una Maestranza que sigue perdiendo su identidad de forma alarmante.
LA VOZ DEL ABONADO
Cinco para cuidar y uno para torear
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.-
Llega a Sevilla esta tarde la ganadería nodriza del medio-toro. Ese animal al que llaman ‘artista’, muy noble, justo de fuerza y muchos más calificativos, para enmascarar la casta y la bravura auténtica. En definitiva, la emoción que debe trasladar a los tendidos. Juan Pedro embarca y le aprueban unos toros, por supuesto, nada de cabeza de camada, pero que en Sevilla pasan sin ningún problema el reconocimiento. De los seis, el lidiado en segundo lugar, sin trapío suficiente. Reseñar una vez más que todas las varas fueron simuladas, excepto en el cuarto que peleó bien. Todos muy flojos. Toros para cuidar (expresión horrible, pero cierta), menos el sexto que llegó a la muleta con recorrido y transmisión. Nos hizo recordar al ‘juampedro’ Flechillo en la alternativa de Garrido.
El técnico y veterano maestro de Chiva en el pecado lleva la penitencia. Mató dos toros descastados, medio asfixiados, tontorrones. Mostró su enfado (cierto o infundado, no sabemos) en el ruedo por el nulo juego de sus oponentes.
Manzanares torea en Sevilla como si estuviera en el patio de su casa. Se pone estético, cuida -perdón- simula la suerte de varas y en la muleta esta tarde al menos, con maneras suaves y cargando un poco más los muletazos que en tardes anteriores, logra algunos estimables. Recetó dos estoconazos y el amable público le obsequia con una oreja en cada toro.
López Simón decepcionó en Sevilla. En su primero, de embestida aborregada y nula emoción, era difícil conectar con los tendidos, pero el sexto sale respondón y quiere comerse su muleta, haciendo gala de recorrido y transmisión. Intenta el cite de largo, pero le falta temple y colocación para lograr buenos muletazos. Dio muchos, pero de calidad pocos; tanto es así que al final de la faena escucha pitos de un público sabedor de que el toro se escapa con las orejas puestas.
La música en Sevilla pone su granito de arena para aumentar rebajar la categoría de la plaza. Cualquier tarde ataca ‘Paquito el chocolatero’.
LA CORRIDA, AL COMPÁS
En feudos de Al Mutamid
Fernando Naranjo.-
Sevilla de tiros largos
acude al rubio diamante
donde su gente elegante
se entrega a los embarazos
en coitos de largos trazos
de sus galanes queridos
y olvida a los aguerridos
que despachan toros-toros;
mas, respetables sus modos,
lo digo yo entre suspiros…
¿Quién da forraje o alfalfa
o piensos tan nutritivos
para ese peso excesivo
que en dos meses pone en alza
saltando a la Maestranza
acochinada corrida?
Tontorrona y aburrida
huérfana de la emoción;
mientras, toda afición
ultrajada y mal querida.
Hoy fue la tarde de aseos
y de exquisitas cuadrillas.
Los de plata, cómo brillan;
relucen cual camafeos
y recogieron trofeos
por el aplauso encendido
del tendido agradecido
que no reprende a la Banda;
que suena y suena a sus anchas
sin orden establecido.
Aseado estuvo Ponce
en su finura ortodoxa;
que atesora y filosofa
con ese empaque de bronce
que todos no reconocen
pero justa es la evidencia;
y tener mucha prudencia
con aquellas cercanías
donde pasan los tranvías
algunos con mucha urgencia.
Con el hacha del turrón
en las ferias de claveles
finiquita a sus bureles
este galán remolón.
Al Mutamid a la sazón
del río Guadalquivir
provoca tal frenesí
que ha envenado a Sevilla
al son de una musiquilla
del ‘cielo andaluz’ serafín.
El del Oso y el Madroño
no bebe en la Fuente ‘El Berro’,
lo lamento y no celebro
pues continúa bisoño
y ya cuenta algún otoño
sin dejar constancia en acta.
Con el alma no contacta,
y sin alma no hay razón
para dar el corazón
justo a su ciencia inexacta.
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