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Canorea se va del toro gestionando una única plaza en 15 años, y por herencia

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Eduardo Canorea apura un pitillo en el callejón de la Maestranza. (FOTO: Javier Martínez)
Eduardo Canorea apura un pitillo en el callejón de la Maestranza. (FOTO: Javier Martínez)

«…Ha tenido Eduardo Canorea la joya del toreo. Quince años al frente de la plaza más deseada. Tras quince años se va por la puerta de atrás, con la afición en contra, con las figuras abiertamente anfrentadas a él y dejando la plaza con apenas unos 2.500 abonados y festejos de plaza semivacía. Ningún concurso presentado. Eduardo: Sevilla, y sólo Sevilla; y por herencia…»

Francisco Mateos.-

     La salida del escenario activo de la Maestranza de Eduardo Canorea deja abierta muchas incógnitas y parace que es el primer paso firme para la salida definitiva de la empresa. El propio empresario no ha definido cuál será su nueva posición en la empresa familiar que lleva más de ochenta años en la gestión de la plaza sevillana. Todos dan por hecho que aunque no participe de forma explícita en la gestión directa como hasta ahora, sí que seguirá con su participación familiar en la empresa, que comparte con sus dos hermanas. Lo único que deja claro es que a partir de este momento es Ramón Valencia el responsable único de la gestión empresarial. En breves fechas se presentarán los carteles del ciclo de promoción de las nocturnas de julio, y será la primera vez que en esa rueda de prensa sólo esté Ramón Valencia. Debería Valencia prepararse bien esa rueda de prensa, que esté dispuesto a contestar de una puñetera vez todas y cada una de las preguntas, y que aclare el futuro de una situación en la Maestranza que parece de completa interinidad. Y la primera respuesta que debe aclarar es hasta cuándo hay contrato firmado.

     La gestión de Eduardo Canorea ha estado marcada por continuas y crecientes polémicas. Es más, desde el minuto uno ya encendió polémica. El propio Curro Romero, a final de la temporada 2000, poco antes de su retirada, ya le envió un recado en una multitudinaria rueda de prensa: «yo no soy una caja de ‘pescao’ para que me arrastren de un lado hacia otro». Curro fue el primero en señalar las formas de Eduardo Canorea. De hecho, se retiró justo antes de que tuviera que negociar con Eduardo Canorea, y no con su padre, que le dejó ya hecha -antes de su fallecimiento en enero- la temporada completa de 2000 al Faraón. En círculos privados, Curro no se tapa al admitir abiertamente que existe un abismo entre Diodoro y su hijo Eduardo.

     Después fue Morante de la Puebla, ausente varios años de la Maestranza bajo la gestión de Eduardo Canorea, y no sólo en estas dos últimas y más polémicas temporadas. Con José Tomás, las explosivas declaraciones sobre el torero madrileño y la incapacidad para contratarlo año tras año, llegó la gran llamada de atención para que se encendieran las alarmas de que la situación se agravaba por las formas y el fondo, que el distanciamiento entre las figuras y Eduardo Canorea iba a más y a peor. Todo concluyó hace dos temporadas, cuando los toreros de arriba dijeron a Canorea: «¡basta ya!». En lo particular, la independencia y libertad de opinión e información de SEVILLA TAURINA sólo la toleró dos años; al tercero, con la complicidad de la Junta de Andalucía y la permisividad y pasividad de los propios maestrantes, decidió vetar a SEVILLA TAURINA y retirar la acreditación de redactor y fotógrafo que él mismo había concedido a este portal dos años antes. Ya dije que SEVILLA TAURINA seguiría informando tras la salida de Canorea. Han pasado siete largas temporadas, con todas las dificultades que pueden imaginar, y aquí sigue SEVILLA TAURINA, informando del adiós de Eduardo Canorea. Los vetos no conducen a nada. Ahora será el propio Ramón Valencia el que tendrá que decidir si mantiene vetada a SEVILLA TAURINA, o con la salida de Canorea se abre cierta normalización a unas medidas impropias de estos tiempos.

     Ha tenido Eduardo Canorea la joya del toreo. Quince años al frente de la plaza más deseada. Tras estos polémicos quince años se va por la puerta de atrás, con la afición en contra, con las figuras abiertamente anfrentadas a él y dejando la plaza con apenas unos 2.500 abonados y festejos de plaza semivacía. Dos temporadas completas de ausencia de las figuras. Festejos tradicionales como el 15 de agosto, 12 de octubre o Corpus ya desparecidos o en vía de extinción… En estos 15 años desde el 2000 que tomó las riendas de la Maestranza ha gestionado sólo una plaza, Sevilla; y por herencia. Ninguna más. En estos 15 años sus compañeros empresarios se han presentado a concursos, han cogido y perdido plazas, han apostado por modelos de trabajo, han innovado… Eduado Canorea no se ha presentado a ningún concurso de ninguna otra plaza en estos 15 años; ni tan siquiera El Puerto, plaza especial para la familia. No hace falta enumerar las más de 30 plazas que gestionó su padre… Eduardo: Sevilla, y sólo Sevilla; y por herencia. Y, además, tras estos 15 años se marcha (cansado y ciertamente necesitado de mejorar la salud, que evidentemente es prioritario) por la puerta de atrás, sin reconocimientos y dejando la plaza en su mínimo histórico de abonados. Ahora, que arregle otro lo que él ha estropeado.

     La cuestión es que ese ‘otro’ que ha señalado es Ramón Valencia, que como bien ha dicho Morante, ‘tanto monta monta tanto’. La permanencia de Ramón Valencia, con Canorea a la sombra, no soluciona nada y es alargar la agonía de un régimen que está en sus últimos estertores. No hay cambio. Más de lo mismo. Las figuras ya dijeron en su comunicado que no se volverían a contratar más con la empresa Pagés. Pagés sigue, con lo que nada ha cambiado. Si Canorea llegó a la plaza no por méritos taurinos empresariales contraidos, sino por ser hijo del anterior empresario, pero al menos lo mamó desde jovencito, Ramón Valencia llega ahora al frente de una plaza tan importante como Sevilla no por su grado de afición o méritos empresariales taurinos, sino por la casualidad de casarse con la hija de quien fuera empresario. ¡Toma castaña los méritos! Los toreros tampoco tragan a Ramón Valencia. Es más, algunos preferían a Eduardo «porque al menos se le ve venir y tiene menos dobleces; para lo bueno y para lo malo». Sevilla sigue agonizando. No hay cambios. Los maestrantes siguen permitiendo y alargando esta situación de absoluta provisionalidad mientras la afición espera que se pase página de una vez por todas con una nueva e ilusionante empresa.


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