Un toro de la ganadería de Victorino Martín, de vuelta al ruedo, propició al extremeño Antonio Ferrera hacer un canto al toreo. Apoteósica vuelta al ruedo para el extremeño tras el fallo con la espada que le preivó del triunfo de las orejas. Manuel Escribano cortó una oreja a su primer toro, y El Cid fue silenciado en su lote.
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Manuel Viera.-
He aquí un toreo tremendo y desbordante. Un toreo que transforma y emociona. Lo interpretó con una suavidad y templanza extraordinaria. La línea siempre curva hacía dentro, lentamente trazada, emocionalmente sublime. Sin un alivio, sin la más mínima ruptura. Antonio Ferrera convirtió en toreo la emotiva acometida de un ‘victorino’ de vuelta. Un ‘victorino’ de embestidas casi inéditas en esta época de sofisticada nobleza y flojeras alarmantes. Embestidas que impresionaban incluso en modo de pausa.
Sobriedad absoluta. Seguridad, sentimiento en forma de un toreo expresivo que corroboró su autenticidad totalmente henchida de emociones. Fue la faena al cuarto, el extraordinario toro de Victorino Martín con su puntito de mansedumbre mostrado en el caballo y, después, en las abiertas embestidas en las telas de la muleta, de exquisita elaboración e indudable inspiración. Una faena que ganó enteros al ser recreada por quien conoce de primera mano las características de estas acometidas. Por eso, Ferrera, interpretó el toreo con la naturalidad y la exhibición de unas formas que son reflejo de su búsqueda expresiva. Un canto al toreo sobrado de técnica y penetrante sensibilidad. «Cállese, suena el toreo», gritó alguien desde el tendido.
Una faena muy templada, marcada por fenomenales series diestras y surcada por una emoción derivada en sensacionales pases de pecho, de trincheras… y un final genuflexo de mando absoluto en la embestida y de enorme intensidad. La excepcional obra se quedó sin firmar por una espada que no quiso entrar. Una lástima. Apoteósica vuelta al ruedo del extremeño e igual premio a la calidad emocionante de ‘Mecanizado’.
La madurez artística de Ferrera fue mostrada en la lidia del flojo y descastado primero. Un toro de escasa fuerza y soso embestir al que banderilleó junto a Escribano y muleteó con suavidad y sobrado de técnica. De un certero espadazo lo tumbó.
Sólo la izquierda apareció dispuesta a romper la hegemonía de una faena en la que consiguió despojar de artificios innecesarios un toreo que caminaba por la senda de la desigualdad. La personalidad de Manuel Escribano quedó marcada por el valor desbordante, por la apuesta de unas formas poderosas y apasionadas con las que le pudo al complicado, por encastado, tercer toro del ganadero de Galapagar. Tres enormes naturales elevaron la temperatura ambiente para convertir la lidia en un final apabullante. Y este fue, precisamente, el mérito del sevillano, quien supo hacer al natural un toreo intenso, luminoso y rematado con destalles reveladores de su inmensa calidad. La seguridad con la que terminó imponiéndose a las dificultades de la lidia fueron obvias y sin resquicio para la duda. Estocada de ley y oreja.
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Con el parado sexto, de sosas embestidas, no tuvo otro momento de emoción que el producido en el tercio de banderillas al hacerlo al violín, citando sentado en el estribo, y clavar en los adentros de forma inverosímil. Se la jugó. Y no hubo más. |
Ni siquiera el hecho de que las embestidas del sexto, repetidor y de emotiva transmisión, tuviesen límites marcados para su lidia, le sirvieron para que Manuel Jesús ‘El Cid’, quien rivalizó consigo mismo, dejara sensación no grata y muy mal llevada. Poco consiguió del blando y complicado segundo, y poco más del interesante quinto.
AL NATURAL |
Movilidad y emoción
Francisco Mateos.- Qué diferente puede ser una tarde a otra si en el ruedo hay toros con movilidad y emoción. Podemos analizar detalles comcretos de presentación, juego en los caballos, grados de entrega,… pero cuando el animal se mueve, ahí siempre hay emoción y dejamos los análisis menores. Emoción, de la buena o de la mala, pero emoción al fin y al cabo. En una Feria plana de juego ganadero salvo la corrida de Fuente Ymbro, los toros de Victorino Martín vino a ser la pócima mágica que necesitábamos los aficionados que agonizábamos de aburrimiento tras tantas tardes ayunas de toreo. El emocionante juego del cuarto toro volvió a ser el material adecuado para poner en valor las virtudes de toreros como Antonio Ferrera, perfectos lidiadores, toreros generosos, entregados a la Fiesta, que muchas veces quedan escasamente valorados frente a las figuritas del habitual toro descastado y sin fuerza. A Ferrera intuyo que le puede pasar como a El Fundi, un torero al que al final de su carrera se le ha ido valorando más y más, hasta rendir honores a una capacidad lidiadora y de dar emoción no habitual en el toreo militante. Ferrera es cada vez más respetado. Incluso en una plaza a veces tan cursi como Sevilla, con cantares al postureo y figureo de toreros, hoy se le ha reconocido de forma sincera su torero profundo y generoso con un toro que fue premiado con vuelta al ruedo. Dos apuestas ‘toristas’ había anunciada en una Feria de Abril escasa de variedad de encastes; sólo dos. Lo demás era más de lo mismo. La primera de la bala ‘torista’, con el hierro de la ‘A coronada’ de Victorino, ha dado en el blanco; queda la otra bala, la del hierro de la ‘A con asas’ de Miura. Mira que si las dos terminan dando en el centro de la diana… ¡Qué cosas! |
LA VOZ DEL ABONADO |
Que aprendan los del medio-toro
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- Cuando llega Victorino no deja a nadie indiferente. Se le pueden discutir muchas cosas, pero no cabe la menor duda que sus toros ofrecen espectáculo. No debe dormirse en los laureles. Los toros primero, segundo y sexto se aproximaban al medio-toro. Cuidado. Los lidiados en tercero, cuarto y quinto lugar, encastados y con los problemas propios de este encaste. Una vez más observamos actitudes del presidente de turno, en este caso Fernando Fernández-Figueroa, que beneficia a los taurinos en detrimento de la integridad y del aficionado, quien no ve o no quiere ver en el reconocimiento que el toro número 7 presentaba el pitón izquierdo rajado. Fue aprobado y lidiado en segundo lugar. Consecuencia: cuando derrota en tablas, el pitón izquierdo se convierte en una brocha. A cada torero correspondió un buen toro. Ofrecieron tres resultados distintos. Ferrera es un especialista de este encaste y los entiende a la perfección. El cuarto de la tarde, que sale de chiqueros arrastrando el hocico por la arena, desde el primer momento se intuía el buen juego que luego ofreció. Su pelea en varas fue discreta, saliendo suelto. En la muleta siguió humillando y buscando la tela con transmisión. Ferrera dio comienzo a su faena citando de largo al toro, dando media salida a su embestida para ayudarle a colocarse en el sitio de nuevo. De esta manera conseguía ligar buenos derechazos que llegaban a los tendidos. Con la izquierda bajó su labor sufriendo enganchones que le descolocaban. De cualquier manera, la faena fue buena, digna, transmitiendo emoción, cosa rara hoy en día. Disfrutamos con el extremeño. Quizás se pasó un poco de tiempo de faena y pinchó varias veces, perdiendo trofeos. El toro de nombre ‘Mecanizado’ fue premiado de forma excesiva con vuelta al ruedo. A diferencia de Ferrera, Manuel Escribano no entendió al buen toro tercero de la tarde. Su principal virtud fue su valentia y pelea ante la repetición de la embestida de ‘Paquecreas’. Pecó de faena encimista y el toro se comía al torero, desluciendo su labor. Como mató de una buena estocada, el presidente le obsequió con una orejita, sin petición en los tendidos impares de sombra. Duele tener que criticar a El Cid. Es un torero al que siempre hemos admirado por su trayectoria ante no precisamente el medio-toro, pero desde que hace unas temporadas, quien le aconseje lo anuncia en carteles con el toro borrego, y el de Salteras no es el mismo. El sitio lo tiene perdido, y a un mes y algo vista tiene el díficil compromiso de Madrid con seis ‘victorinos’. Ojalá se recupere. Lució en varas Ruiz Román ‘Espartaco’. |
PATIO DE ARRASTRE |
Ferrera y Victorino, ¡qué dúo!
Sixto Naranjo.- Por fin apareció por Sevilla el verdadero toro encastado. Después de tardes ayunas de emoción y bravura, los toros de Victorino Martín volvieron a abanderar las demandas de la afición. Corrida variada en comportamiento, pero bajo el común denominador de la casta y que hizo que nadie bostezase sobre la piedra maestrante. Hubo tres toros de nota: tercero, cuarto y quinto. Se llevó los honores de la vuelta al ruedo el cuarto, pero a quienes nos gusta ese puntito de fiereza tan característico del encaste Albaserrada, nos quedamos con el quinto. Un toro que pidió todo por abajo y que embistió como un tejón a la muleta de El Cid. Y quien se quedó con la miel en la boca con el noble cuarto fue Antonio Ferrera, que hizo crecer mucho la condición del toro y que cuajó la que puede ser la faena de la Feria. Labor meritoria por la sapiencia lidiadora que aplicó y que llevó a cabo el extremeño. Ferrera y Victorino continúan con su idilio en Sevilla, ¡vaya dúo! *Sixto Naranjo es director del programa ‘El albero’ de la Cadena Cope. |
GALERÍA GRÁFICA (Javier Martínez) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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LAS CUADRILLAS (Javier Martínez) |
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LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez) |
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