EL RECUADRO

El cartel de la cadena

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El cartel que anuncia la temporada 2015. (FOTO: Javier Martínez)
El cartel que anuncia la temporada 2015. (FOTO: Javier Martínez)

«… ¡Pues no echo de menos cosas en este cartel al que parece que aparentemente no le falta un perejil! Le falta hasta paladar. El que tiene la afición de Sevilla. Porque se necesita tener afición para sacarse el abono de los toros o las entradas sueltas después de ver este cartel. En Cádiz le habrían ya puesto de mote ‘El Queco’. Por lo de: «¿Pero qué-co…ño es esto, Dios mío de mi alma?»…»

Antonio Burgos.-

     Esto ya forma parte de las tradiciones de la Cuaresma hispalense, cual el Vía Crucis de la Casa de Pilatos, establecido por el Marqués de Tarifa como germen de la Semana Santa. A saber: los maestrantes presentan el cartel taurino que le han encargado a un genio desconocido; la gente ve el cartel, dice que es una mamarrachá indigna de la categoría de nuestra plaza… y Burgos le pega el leñazo en el ABC. Se encuentran ustedes, pues, ante el tradicional leñazo de Burgos al cartel de los maestrantes, que ni es de los toros, ni es de Sevilla ni es de ná: es de los maestrantes. Que así, encargando estas paridas a un moderno, se creen que los rojos y los progres les van a perdonar lo suyo y no les van a decir que son unos carcas. Antié. Hubo un año en que hice excepción de esta tradición del leñazo. Fue en la triste ocasión de la gravísima enfermedad del entonces teniente, mi recordado y querido Manolo Roca, vulgo conde de Luna. Como sabía que estaba muy malito y que le rondaba la contraria al nombre de su calle (Vida), puse caritativamente que el cartel era fenómeno. Recuperóse el teniente, a Dios gracias, y escribíle luego el tradicional leñazo: «Manolo, hijo, te dije que el cartel era divino porque estabas muriéndote; pero ahora que ya gracias a Dios te has recuperado, te diré que el cartel es una puta mierda».

     Como el de este año. Y como mi admirado teniente de hermano mayor, mi muy querido marqués de la Puebla de Cazalla, goza por ventura de excelente salud, puedo decir que el cartel de hogaño es la misma mierda de siempre, pero un poco más recargada. Semejando un ‘collage’, es como un escaparate ferretero del Bazar Victoria que se quiere cargar Pulido, pero en taurino. No le falta un perejil. Menos toro, tiene de tó: un capote, una muleta, una montera, un estoque, dos banderillas, un castoreño, un burladero, el escudo de la Real Maestranza; una grada; el plano de la plaza que en los puestos de la reventa enseñan a los turistas para decirles dónde está ese tendido 12 por cuya entrada les van a pegar la estocá; un burladero; el peto de un caballo de la cuadra de Peña; una puerta como de acceso a la Sombra Alta; y unas letras del Catón del Toreo, en las que se adivinan los nombres de Gallito, Belmonte, Manolete (que cortó un rabo en Sevilla), Pepe Luis y ‘OM’, que los curristas creemos que es por Romero, pero que a lo mejor es por el Hombre Gordo, por Juanillo el de las Puertas, el ateneísta torero bufo que organizaba los festivales a beneficio de la Cabalgata, vaya usted a saber.

     Ah, y una torre también lleva. Pero una torre que no pinta ahí nada, porque es la Giralda. Hombre, a este cartel le pegaba más la Torre Pelli que la Giralda. Es lo suyo. Y ya puestos, yo le habría metido todo lo que falta, a saber: la banda de Tejera; el tío de la cocacola y la fanta; mi amigo Ventura vendiendo las almohadillas de la Cruz Roja en la puerta 7; los siete mil pintamonas colados por la cara en un burladero del callejón; el arenero de las barbas; cinco tiesos engominados en primera fila de barrera donde los capotes; el gorro de los alguaciles; las banderitas blancas y colorás de las mulillas; el que tira las yemas ‘El Ecijano’; la grada del Círculo; el palco del Aero; el de la regadera de la pintura colorá que repasa las rayas de picadores tras el arrastre del tercero… ¡Pues no echo de menos cosas en este cartel al que parece que aparentemente no le falta un perejil! Le falta hasta paladar. El que tiene la afición de Sevilla. Porque se necesita tener afición para sacarse el abono de los toros o las entradas sueltas después de ver este cartel. En Cádiz le habrían ya puesto de mote ‘El Queco’. Por lo de: «¿Pero qué-co…ño es esto, Dios mío de mi alma?».

     Ahora, que el cartel tiene una cosa maravillosa. Un detallazo que el pintor ha tenido con todos los que sabía que íbamos a ponerlo como los mismos trapos. Ha puesto arriba una cadena. Pero no crean que es la cadena del privilegio regio de Carlos IV que cuelga en la Puerta del Príncipe, no. Es para que tiremos de la cadena cuando hayamos visto esta mierda de cartel.


*Antonio Burgos es escritor y periodista sevillano. / Publicado en ABC-Sevilla.

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