Espartinas – Corrida de la «Feria del Toro y la Luna», Miércoles 18 de Julio de 2007
El torero alicantino dibujó una faena llena de gusto, clase y elegancia, premiada con dos orejas. El sevillano Ventura arrasó con su beuna cuadra y sumó tres orejas y un rabo. El Cid sólo pudo torear un toro al resentirse de la lesión del hombro de Pamplona.
Manuel Viera.- Hay toreros, ya se sabe, que se van agrandando con el tiempo, y este es uno de ellos. Manzanares va camino de convertirse en un gran torero. Singularmente dotado de una formidable técnica y unas maneras de privilegio, el joven diestro alicantino fue capaz de emocionar con tan sólo una tanda de muletazos diestros. El recital de pases al cuarto toro de la taurina noche del Aljarafe sevillano se puede catalogar de extrema belleza. Y es que el toreo de Manzanares vino a ser como una brisa de aire fresco en la anodina, pesada y larga noche de toros en Espartinas. El hondo toreo de derecha quedó demostrado en la faena al mejor astado de la bien presentada, aunque floja y descastada, corrida de Santiago Domecq. Profundos pases diestros con el magistral mando de un temple de ensueño con momentos de significativo y auténtico toreo. Toreo convincente por el sentimiento y la excelente ejecución del pase, muy superior a los escasos y bien trazados naturales. Tras los detalles y adornos una desprendida estocada bastó para pasear el doble trofeo. Fue lo mejor junto a la espectacular actuación, por raza, valor, sabiduría, extraordinaria monta, y también su puntito de provocación, de uno de los mejores rejoneadores del escalafón. Diego Ventura se empleó a fondo con el primer toro manso de Murube hasta el punto de 'arrancarle' la oreja. Y demostró su excelente momento con el bueno corrido en quinto lugar. Ventura ofreció todo su repertorio con una perfecta monta y conocimiento de los terrenos, y sobre todo en la verdad de esta bello arte de toreo acaballo. El portugués-sevillano deleitó con 'Distinto' clavando banderillas a una mano, llegando muy despacio a las proximidades del toro, dando el pecho de la cabalgadura, quebrando y clavando en lo alto. Espectacular en la necesaria puesta en escena, Diego Ventura, realizó bellas suertes con 'Guaraná', 'Morante', 'México'… extraordinarios caballos, perfectos en su doma y muy toreros. Un rejón caído, pero de efecto rápido, le ayudó a conseguir los máximos trofeos. Y en esto estuvo el interés de la noche. Porque, ya digo, el espectáculo se hizo largo, con demasiados tiempos muertos que rompieron el ritmo de la corrida, y con la nota triste de El Cid, que se resintió, tras un pase de pecho, de su reciente lesión del hombre derecho, por lo que no podrá acudir a sus próximos y más inmediatos compromisos. Manuel Jesús, demasiado tenso, intentó el lucimiento con el único que lidió, un flojo, manso y complicado animal, con el que esbozó algún que otro muletazo diestro de buen trazo. Tuvo que matar con la mano izquierda, pasando después a la enfermería de la cual no salió. Ni con el tercero, blando y de muy poca calidad, ni con el sexto, sin clase y descastado, tuvo opciones Manzanares para redondear su tarde. De dos buenas estocadas finiquitó a ambos toros. Fue ovacionado. En el prólogo del festejo se le rindió emotivo homenaje a Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq y José Samuel Lupi, los denominados en su época 'Los cuatro Jinetes de la Apoteosis'. Los veteranos rejoneadores, tras recibir unas estatuillas en recuerdo del acto, dieron dos vueltas al ruedo en carruaje mientras recibían los aplausos del público.
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