Agustín de Espartinas, oreja a sus ganas y buen toreo
Real Maestranza – Novillada con picadores de abono, Domingo 27 de Abril de 2008
El joven torero sevillano, a las puertas de su alternativa, le ha cortado la oreja a su segundo novillo, un bravo ejemplar de Guardiola, en la tarde de su despedida como novillero. Fernando del Toro y Abel Valls, que debutaban en esta plaza, se estrellaron con las complicadas embestidas y el mal juego de los novillos lidiados.
Manuel Viera.- Con el detalle del cambio de mano vino después un toreo de trazo más lento y nacido de la minuciosidad en la elaboración del largo y profundo muletazo diestro. Si esta lentitud la plasma de igual forma Agustín de Espartinas en los inicios de faena al bravo 'guardiola', no dudo que hubiese propiciado de inmediato una intensa emoción en los tendidos. La profundidad del pase, su recreación en el largo trazo, la solidez y la contundencia de su acabado situó la faena del joven de Espartinas al cuarto, un extraordinario novillo de Guardiola, en el lugar más importante de la tarde. Agustín ha creado en esta su última comparecencia como novillero una faena honesta, auténtica, meticulosa, de toreo imaginativo, quizás algo despegado, pero completo y rotundo por ganas y buenas intenciones. El sevillano de Espartinas no dudó en sus dos novillos caminar seguro hacia la puerta de chiqueros, allí plantado de hinojos quiso recibirlos con sendas largas cambiadas, aunque con distinto resultado en el lance. No fue buena la primera y sí mejor la segunda. Con el primero, un complicado por su mucho genio novillo del Conde de la Maza, quiso y no pudo. Las difíciles embestidas del condeso, con un molesto cabeceo al topar en la tela, no le dejó cuidar un toreo que resultó deshilvanado. Algún que otro buen muletazo no le bastó para elevar el tono de un trasteo de insuficiente resultado. Sin embargo, le cogió el temple a las bravas embestidas del cuarto en la recta final de una faena que tuvo su colofón en la fulminante estocada con la que acabó con la vida del bravo utrero, consiguiendo la única oreja de una tarde marcada por el mal juego de las reses lidiadas. La novillada de los Herederos de Salvador Guardiola se completó con dos utreros del Conde de la Maza lidiados en primero y quinto lugar. Complicado por encastado fue el primero, y difícil por orientado el quinto. Los de Guardiola, de bonitas hechuras, resultaron flojos y descastados, excepto el cuarto que resultó bravo. El segundo y sexto, bronco y peligroso, respectivamente. Y el tercero noble, pero con muy poca fuerza. En todo torero hay un ansia de triunfo; conseguirlo después es asunto difícil. Se le apreció en el debutante Fernando del Toro, que hizo el esperado esfuerzo por conseguir algo que le resultó imposible. No se le puede negar las inmensas ganas que el sevillano le puso a la tarde de su debut. Lo demostró con la capa, con la que se le atisban buenas maneras. Y lo quiso demostrar con la muleta siempre adelantada, aunque sin demasiada fortuna debido a las brusquedad de las embestidas del segundo, y a las aviesas intenciones del condeso quinto. Si además el bagaje del sevillano se muestra aún escaso sus soñadas inquietudes artísticas quedaron en espera. Mató mal al segundo y anduvo listo al meter la espada al quinto. No se le pudo apreciar a Abel Valls su toreo de cuidado estilo, aunque el contenido en la tarde fue intenso por ejecutarlo con un novillo de difíciles y peligrosas embestidas. Las formas de Valls, quizá por su elevada estatura resultan poco estéticas, tienen algunos elementos para que no resulten indiferentes, sobre todo en el aguante y ese toreo de distancias cortas que a toda costa quiere demostrar. El castellonense se encontró con la noble embestida de su primer novillo, pero a la vez con tan escasa fuerza que se le quedó parado. El arrimón no le sirvió para nada. Y al complicado sexto le quiso hacer faena con la diestra, la cual apenas contó con un prólogo sólo destacable en algún que otro templadito medio pase. Cuando quiso demostrar valor con la zurda fue volteado en dos ocasiones sin consecuencias. No admitía el utrero el toreo a izquierdas, pero pese a ello quiso el debutante conseguir crédito en esta plaza. No mató bien y todo quedó en silencios de respeto.
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