LA TRONERA

Sevilla: sangre, sudor y lágrimas

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«…el cartel anunciador anticipó poco público en los tendidos, y eso me temo que sucederá. He de reconocer que con estos carteles muchos volvemos a darle la razón a los ausentes: no hay por dónde cogerlos, ninguno está rematado y espero aprovechen esta oportunidad de oro los presentes…»

Ignacio Cossío.-

     A la Feria de Abril le pasa lo que a Roland Garros: sin Nadal, Djocovik y Federer todo es otra cosa. Lo mismo nos sucederá en Sevilla con la ausencia de las máximas figuras, con permiso de Ponce, El Cid y Ventura. Ahora bien, tanto en París como en Sevilla, al tenis como a los toros, se van a celebrar si o si, año tras año se pongan como se pongan los artistas. Otra cosa es quién irá a verlos a pesar de cualquier rebaja del abono que se presume cerca de un 20%, ya nos dirán hoy martes. Ahí es la cuestión, el cartel anunciador anticipó poco público en los tendidos, y eso me temo que sucederá. La certeras pinceladas del artista chileno parecen ajustarse muy certeramente a la verdad de este año, aunque espero y deseo se equivoquen.

     Y digo yo: ¿cómo sabiendo lo que se les venía encima con el asunto de los toreros desde hacía tiempo a la empresa Pagés no se le ocurrió dar un giro magistral a la temporada en Sevilla? ¿Cuál fue la razón de no cambiar algunas de las ganaderías blandas que con toreros modestos nunca dicen nada, por alguna corrida dura con emoción tipo Pablo Romero, Dolores Aguirre, La Quinta, Prieto de la Cal o Adolfo Martín para ganarse el favor de los toristas y foráneos que con la de Miura y Victorino podrían tapar una Feria tan llena de ausencias? ¿Cuál fue la razón de no dar cabida en la Feria de Abril a toreros sevillanos de la talla de Luis Vilches, Olova Soto, Miguel Ángel Delgado (a este le metía yo en dos tardes) o Salvador Cortés, que conservan mucho más tirón local, no tienen fama de caros en los despachos y torean mucho mejor que toreros que están anunciados hasta en dos tardes? Nadie aún se lo explica, algunos compañeros me puntualizan a escondidas, pues no se atreven a decirlo: «Todo es cuestión de vagancia, de escasa imaginación, afición y de torpeza general, todo se les ha juntado». No quiero pensar esto por ruín e injusto que parezca, pues considero que son dos grandes empresarios que siempre están a tiempo de enmendar errores.

     Por otro lado, he de reconocer que con estos carteles muchos volvemos a darle la razón a los ausentes: no hay por dónde cogerlos, ninguno está rematado y espero aprovechen esta oportunidad de oro los presentes. Una vez más, repito y reitero, la Maestranza es lo que es porque allí torearon los mejores y esto de no cumplirse hace perder todo el prestigio. Nunca un manzano dio peras. Con la esperanza de aficionado, de los pocos que aún resisten, les deseo a los toreros de Sevilla que han sido marginados al Corpus, a algún cartel esporádico o a la inmolación de cuatro tardes en la temporada sevillana se jueguen la vida y nos demuestren nuestra equivocación salvando a Sevilla y la empresa de la Feria menos atractiva a priori de los últimos años.

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