«…Existía temor a la protesta, a decir ‘no’ a los empresarios y a los maestrantes. Sevilla se ha desprendido del miedo. El miedo a protestar. Se puede protestar y se pueden conseguir resultados. No hay diálogo porque una parte ni lo fomenta ni lo quiere. A los aficionados, como a los toreros, parece que sólo le va quedando sacudirse el miedo para la protesta, de su capacidad de decisión con sus acciones…»
Francisco Mateos.-
Más allá de las consecuencias que tendrá el conflicto de Sevilla (que las tendrá, muchas y trascendentales), destaco la pérdida de miedo. Existía temor a la protesta, a decir ‘no’ a los empresarios y a los maestrantes. A manifestar opiniones distintas. Sólo muy pocos nos hemos atrevido hasta ahora a decir ‘no’, cuando pensábamos que era ‘no’. Y como dice El Juli, somos consecuentes con esa actitud y sabíamos el riesgo de esa decisión, de sus consecuencias. Asumidas están. El primero que recuerdo que dijo un ‘no’ a los empresarios Eduardo Canorea y Ramón Valencia fue Curro Romero, en el primer año de gestión hace 14 temporadas: ¿recuerdan aquella genial frase de «yo no soy una caja de ‘pescao’ para que me arrastren…»? Como siempre, el viejo Faraón adelantándose a todos… Porque ese mismo mensaje, con otras palabras, es lo escrito en el comunicado de las figuras.
Ahora las figuras, tras el paso dado años atrás por José Tomás, han decidido decir ‘no’ a las formas, al trato, al respeto… Ya no se arrastran más como una caja de ‘pescao’… Los que defienden a capa y a espada a los empresarios y los maestrantes deberían reflexionar sobre aquella frase de Curro: ¿qué quiso decir?, ¿influyó además de la edad para su decisión de retirada? ¿Y por qué José Tomás lleva diez años sin torear en Sevilla? ¿Y por qué las figuras se niegan ahora a torear sólo en la plaza de Sevilla, mientras sigan los empresarios Eduardo Canorea y Ramón Valencia?… A ver si esto va a ser como la madre entusiasta de su hijo que no sabía llevar el paso en el desfile de jura de bandera: «Mira mi hijo, ¡qué arte!: es el único que sabe llevar bien el paso». ¿Están todos los toreros equivocados: Curro, José Tomás, Morante, Talavante, Perera, Manzanares, Juli,…? ¿O no será que el que lleva el paso cambiado de lo que ‘debe ser’ son los empresarios y los maestrantes?
Y esa sacudida del miedo a decir ‘no’ a los maestrantes y los empresarios se extiende muy rápidamente. Sevilla comienza a protestar. Lo han hecho las figuras. Lo ha hecho Javier Jiménez, con el que la empresa no contaba para una justa alternativa y tras una campaña en las redes sociales y movilizar a algunas peñas ahí está puesto: en una alternativa de cartel destacado que ni se imaginaba en el caso más optimista. Ahí está la protesta sincera, clara y dura de Manolo Cortés porque no estaba puesto su torero Pepe Moral en Sevilla, y al día siguiente recibía la llamada de la empresa para firmar el contrato. Ahí están los incansables y entusiastas seguidores del sevillano Oliva Soto haciéndose oir, en las mismas puertas de la Maestranza…
La continuidad de la actual empresa tengo muy claro que no será positiva para Sevilla en los próximos años. Intuyo que la debilidad en la que se encuentra la empresa, en caso de arreglarse el conflicto con las figuras, colocará precisamente a las figuras en una posición de mayor poder. Los maestrantes no querrán, en caso de solución, que se vuelva a repetir el conflicto, lo que concede ventaja a las figuras, que ya no tienen miedo a decir que no van a Sevilla por culpa de los empresarios o de los maestrantes. Los toreros modestos también comienzan a protestar. Los aficionados sevillanos se desprenden de miedos y rompen con absurdos tópicos que les obligaban a guardar silencio y tragar con todo… Ojo, que si estos años atrás se escuchaban cada vez más voces en los tendidos de la Maestranza (recuerdan aquel de «¿Canorea, dónde compras los toros, en los chinos?», que salió en toda la prensa), este año pueden ser mucho más respondón los aficionados con sus ocurrencias, e incluso podrían verse las primeras pancartas en la plaza en contra de la gestión de la empresa y de los propios maestrantes.
Sevilla se ha desprendido del miedo. El miedo a protestar. Se puede protestar y se pueden conseguir resultados. Llevamos en los últimos dos meses una docena de actos taurinos en Sevilla; a ninguno de ellos han asistido los empresarios, que viven un total desapego de los aficionados, al margen del pulso taurino de la ciudad. No hay diálogo porque una parte ni lo fomenta ni lo quiere. A los aficionados, como a los toreros, parece que sólo le va quedando sacudirse el miedo para la protesta, de su capacidad de decisión con sus acciones. Al fin y al acabo, el que paga es el que debería decidir.