«… Javier, hijo, con la de tiempo que va a estar la plaza en su sitio, ¿no había otro año mejor que el presente para pintarla vacía en el cartel? Seguro que lo ha tenido que pintar uno de los toreros del G-5 de las figuras. Tanto pinta el G-5 que a la Real Maestranza hasta le ha pintado el cartel con la premonición de cómo van a dejar ‘el coso maestrante’ para que se fastidie Canorea: sin un alma….»
Antonio Burgos.-
Advierto de entrada al excelentísimo señor teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería, así como a todos los caballeros de este Real Cuerpo, que el presente es mi ya tradicional artículo donde pongo como los trapos el cartel de la temporada de los toros, que presentar suelen como un MOMA del Arenal y que a mí me da un avío tremendo todos los años, ora con la mosca en el yogur, ora con el pinchito de toro, ora con la chuleta. Y no me pasa afortunadamente con el teniente actual, con el marqués de La Puebla de Cazalla, lo que me ocurrió aquel año de la tenencia del Conde de Luna. Se presentó el cartel y era un mamarracho. Modernísimo, pero mamarracho. Y como sabía que el teniente estaba muy malito, me planteó un problema de conciencia: ¿cómo le voy a meter un palo al cartel de los toros, si sé la ilusión que Manolo Roca tiene puesta en él? Hice de tripas corazón y en plan obra de caridad, tras una compra urgente de Ojana Hacendado, que está muy bien de precio, en el Mercadona de Los Bermejales, pues en casa no la usamos, dije del cartel gloria bendita, más falsa que el curriculum de Moreno Bonilla. El Conde de Luna mejoró en su enfermedad y, ya repuestito, me lo encontré un día en ‘Mariscos Emilio’ de la Plaza de Cuba. Lo felicité por su mejoría, pero no me pude callar y le solté:
-Manolo, pues ahora que estás ya bien te lo tengo que decir. ¿Tú te acuerdas que dije que el cartel de los toros era una maravilla? Era porque estabas muy malito y no quería darte el disgusto. Pero ahora que estás ya bien te lo digo: ¡el cartel era una puta mierda!
Como mi querido don Javier Benjumea Llorente rebosa salud, no tendré que ir por más ojana a Mercadona. Y sólo le digo una cosa: Javier, hijo, con la de tiempo que va a estar la plaza en su sitio, que como decía don Diodoro Canorea no se la van a llevar, ¿no había otro año mejor que el presente para pintarla vacía en el cartel? En la presentación se dijo que era obra del pintor realista chileno-español Guillermo Muñoz Vera. No me lo creo. Este cartel de la plaza vacía seguro que lo ha tenido que pintar uno de los toreros del G-5 de las figuras: El Juli, Morante, Talavante o los que echaron por delante, Manzanares o Perera. Así la quieren dejar esta Feria. ¿No pinta Palomo Linares? ¿Por qué no ha de pintar El Juli? Tanto pinta el G-5 en el toreo, que a la Real Maestranza hasta le ha pintado el cartel con la premonición de cómo, tras su espantá sevillana, van a dejar ‘el coso maestrante’ (¡toma tópico!) para que se fastidie Canorea: sin un alma.
El cartel lo primero que anuncia cada año es la apertura del plazo de renovación del abono. Tal como está la afición de remisa con estos carteles, ¿quién se anima a pasar por la taquilla viendo encima de los días y horas de renovación esa pintura de la plaza completamente vacía? ¿No podían haber guardado el cartel para otro año, y haber puesto en el presente, qué digo yo, una taquilla con una cola que llegara hasta el monumento a Doña María de las Mercedes por qué te vas de Sevilla? Van a poner por las esquinas el cartel que con muy mal fario anuncia, más que los toros, la ausencia de un aviso que este año no veremos: «No hay billetes».
Sin meterme en lo que apuntan algunos, que es un plagio del que Reyes de la Lastra pintó para el festejo del Día del Pilar, a mí me llaman además la atención en el cartel las palmeras que este hombre ha visto desde el ruedo. ¿De verdad se ven las palmeras de los Jardines de Rafael Montesinos desde el pisoplaza? ¿Y la sombra del toro del anuncio de Osborne de las carreteras sobre el albero, donde me la dejan? Pero sobre todo, las palmeras. Si es por realismo, mejor hubiera sido pintar otras palmeras mucho más cercanas a la plaza por el lado de la calle Adriano: las palmeras de huevo y las palmeras de chocolate del escaparate de la Confitería Los Ángeles.
*Antonio Burgos es escritor y periodista sevillano. / Publicado en ABC-Sevilla.
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