GALLEANDO

Murió, y nadie se acuerda ya de ella

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«…y es que en ella, los ganaderos, con su soberanía en el sector, controlaban y la hacían suya dejando a un lado a quienes en mayor o menor medida contribuían a su celebración. Puede que estuvieran en su derecho, pero de ninguna forma su protagonismo de jamón y copas fue bien visto. La Feria Mundial del Toro murió. Nadie se acuerda ya de ella…»

Manuel Viera.-

     Cuando el Conde de la Maza, hace casi dos décadas, hizo real en un mes de febrero la excelente idea de recrear la crianza y la vida del toro en su medio natural mediante una gran muestra en Sevilla, demostró que todo se puede hacer si se quiere hacer. Lo quiso y lo hizo. Pese a todo. Con ímpetu, con denodado esfuerzo y sin importarle el asalto de los animalistas antitaurinos lanzados ya contra la cultura tradicional de más arraigo en España. De la misma manera, en pleno acoso y derribo de una Fiesta apuntalada y en contra de los más elementales y lógicos contenidos democráticos y libertarios del ciudadano, el taurinismo cayó en la más tonta de las contradicciones y dejó morir el certamen.

     No ha habido forma de salvar la Feria. La elegante indiferencia de unos y otros, de los que comen y viven del toro, dejó concluida para la ‘suerte de matar’ una muestra promocional que, en realidad, no les interesaba. O bien no le viesen sentido mantener, y menos transformar, un evento que económicamente a ellos no les reportaba nada.

     Aún así, uno tiene la impresión, la verdad, que en los últimos años las grandes marcas o importantes firmas comerciales han tenido que fingir una barbaridad sobre la idoneidad de estar, o no estar, junto a todo aquello que huele a toros, haciéndose eco de esos ‘malestares de la cultura progre’, tan de moda, de la que parece no pueden librarse. Se palpó esto en aquella queja del entonces director gerente de Fibes cuando dijo que no encontró a nadie dispuesto a soltar la pasta para hacer posible la que habría de ser XII Feria Mundial del Toro. El directivo gritó un «necesito patrocinio» a quienes con impecable traje y clavel clavado en la solapa ocupan las primeras filas de barrera en el escaparate maestrante de Feria de Abril. Los mismos que aún deben seguir esgrimiendo, para sacudirse parecidas ayudas, que muchos de sus clientes no apoyan al mundo del toro.

     Empresariado incapaz de auspiciar una muestra que, por otro lado, no le correspondió cuando lo hizo. Y es que en ella, los ganaderos, con su soberanía en el sector, controlaban y la hacían suya dejando a un lado a quienes en mayor o menor medida contribuían a su celebración. Puede que estuvieran en su derecho, pero de ninguna forma su protagonismo de jamón y copas fue bien visto. La Feria Mundial del Toro murió. Nadie se acuerda ya de ella.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina. (manuelviera.com)

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