AL NATURAL

La agonía de un régimen

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«…La situación actual no puede tener otra solución que no pase por una salida de la empresa, porque ya nada será igual. Mantenerse en este régimen sólo daría lugar a los últimos estertores agonizantes. Esto no da para más, ni hay vuelta atrás. Los errores cometidos han pasado una factura demasiada alta. El régimen ha llegado a su fin…»

Francisco Mateos.-

     Los periodos prolongados en un mismo cargo o puesto, si no se usa del modo correcto, puede viciarse. De hecho, permanecer en el mismo puesto o cargo durante largos años suele, como mínimo, acomodar a quien lo ocupa, relajarse en el celo de su trabajo. La empresa de Sevilla lleva ocho décadas, 80 años que se dice pronto, de forma continuada al frente de la plaza de Sevilla. Es un caso singular, como singular está siendo su final. Desde que en la temporada 2000 cogieran las riendas de la empresa los herederos, representados por los empresarios Eduardo Canorea y Ramón Valencia, la empresa ha derivado en unas formas que han chocado continuamente con diversos estamentos y personas. Las formas, y a veces también el fondo, han ido amasando una bola que se ha convertido en imposible de digerir en la actualidad. Todo ello con la permisividad y pasotismo de los propios maestrantes, empeñados sólo en poner la mano y mirar hacia otro lado.

     Durante estos 13 años no han sabido (¿o querido?) posicionarse en la sociedad sevillana, amoldarse a los nuevos tiempos, entablar vías de comunicación con el aficionado, y mantener una relación fluida y positiva con los estamentos profesionales para permitir que Sevilla, un tesoro se supone además de buenos rendimientos económicos, fuera emblema del toreo. Mas al contrario se han ido ganando la desconfianza, el desarraigo, el distanciamiento,… Ahí tienen a la Unión Taurina de Abonados, con ruptura de relación y comunicación hace muchos años; incomprensible no atender a tus principales y más fieles clientes… Y ya no es sólo con el abonado, sino que no participan en la actividad taurina que se genera (poca o mucha, es lo mismo) en la ciudad y su provincia. En lo particular, y sólo a modo de otro ejemplo, el veto que desde hace cinco años nos tiene impuesto los empresarios que precisamente ahora pasan de vetadores de SEVILLA TAURINA a ser también vetados ellos; y parece que están comprobando que eso ya no les gusta tanto… Pero como pese a sus intentos, con ayuda de algunos veteranos fieles apoyos que aún les queda, no han conseguido callarnos, pues aquí estamos contando con libertad e independencia lo que vemos y analizamos.

     Como comentaba el buen aficionado Raúl Delgado, muy mal empresario se tiene que ser para que teniendo una plaza de la importancia y categoría de la Maestranza se genere un escándalo de tal calibre, con más de medio toreo en contra… Y los maestrantes, ausentes… La firme decisión de los principales toreros del escalafón de no torear más en la Maestranza es un escándalo histórico. No cabe mayor vergüenza para un empresario. Los contenidos de los comunicados explicativos de algunos de los toreros que no volverán a torear en la Maestranza mientras se mantengan los actuales empresarios no dejan lugar a dudas de su firme decisión. Una vía sin retorno. No hay marcha atrás. Y en caso de que la hubiera, con todo lo que se ha dicho y los trapos sucios desvelados -y los que saldrán aún-, ya nada será igual. Imagínense cómo sería una negociación entre Canorea y cualquiera de estos toreros. Tensa, desagradable y llena de reproches, con el aviso de ruptura de negociación en cualquier momento como espada de Damocles.

     Por lo tanto hemos llegado a un punto y final de esta empresa. La situación actual no puede tener otra solución que no pase por una salida de la empresa, porque ya nada será igual. Como cierto es que sería muy complicado y precipitado cambiar de empresa en dos semanas para poder tener a punto una Feria de Abril, quizás se deba dejar pasar este año 2014 como el de despedida de los empresarios, que los maestrantes mantengan las reuniones necesarias durante todo el año para una salida lo más digna posible para la empresa, que se alcancen entre las dos partes un acuerdo y dejar paso a un nuevo tiempo de confianza, ilusión y recuperación de la estabilidad. Mantenerse en este régimen sólo daría lugar a los últimos estertores agonizantes. Esto no da para más, ni hay vuelta atrás. Los errores cometidos han pasado una factura demasiada alta. El régimen ha llegado a su fin.


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