OBSERVATORIO TAURINO

Con los farolillos apagados

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«… Ramón Valencia anunció que las medidas para recuperar el abono no habían dado resultado. El abonado ha dado paso al espectador puntual, que es el nuevo cliente a cuidar. ¿Será un motivo para pensar en reducir más paja en la feria de 2014? Valencia y Canorea tendrán que echar sus números pero está claro que la gente se tienta bien la cartera antes de pasar por ventanilla…»

Álvaro Rodríguez del Moral.-

     El extraño viaje de Sevilla a Zaragoza.- El tema es delicado y merece delicadeza. Pero hay una certeza que no admite demasiadas dudas: si El Juli decidió marcharse de la clínica de Quirón-Sagrado Corazón de Sevilla para dirigirse a Zaragoza es porque se encontraba mal y creía necesario un segundo diagnóstico que se acabó traduciendo en una tercera operación. El doctor Val-Carreres drenó una cavidad que había pasado inadvertida y causaba ese estado de malestar y los picos de fiebre que tenían en ascuas al torero y su entorno. Llegados a ese punto no hay que dar demasiadas vueltas pero tampoco se puede demonizar a la ligera a un cirujano, el doctor Octavio Mulet, y un gran equipo que ya había sacado del túnel a toreros como Curro Sierra, Luis Mariscal o Jesús Márquez. ¿Algo salió mal? Seguramente no contamos con los suficientes elementos de juicio para valorarlo. Desde el entorno del maestro madrileño se ha impuesto un velo de silencio que ayudaría a despejar algunas dudas. El cirujano maño ya ha dicho que tiene para un mes más.

     Alguna reflexión para la posferia.- El propio Ramón Valencia anunció antes del comienzo del ciclo que las medidas para recuperar el abono no habían dado resultado. La antigua clientela diaria había vuelto a descender pero el público sí ha respondido a las grandes citas que han sumado calidad y oportunidad. El abonado ha dado paso al espectador puntual, que es el nuevo cliente a cuidar. ¿Será un motivo para pensar en reducir más paja en la feria de 2014? Valencia y Canorea tendrán que echar sus números pero está claro que la gente se tienta bien la cartera antes de pasar por ventanilla. Ya no se libra ni el aburrido negocio -otrora infalible- de la plaza de Las Ventas, que verá cambiar el decorado radicalmente en la inminente isidrada. Bajando de Despeñaperros, la última muestra la tenemos en la novillada del primer domingo en Sevilla tras la Feria. A priori el interés era indudable y aunque la taquilla logró vencer al frío siberiano, los tres chavales -Román, Ortega y el esperadísimo Lama- dejaron pasar una oportunidad que se pintaba de oro y habría abierto nuevas puertas. Ellos verán. Ah, y un último dato: el personal sólo se pelea por ver a El Juli, Morante y Manzanares, bien juntitos… y a los mediaticos. Los demás, incluida la milonga del torismo, palman. Y ya que andamos con asuntos feriales, habría que recordar -salvando la puntual y sorpresiva resurrección miureña- qué toros han embestido más y mejor en abril. Anoten un dato: estaban reseñados por El Juli.

     Otros temas en espera de arreglo.- Más allá del estricto resumen taurino hay que detenerse en algunos asuntos que no admiten más demoras. Podemos comenzar con la actitud del director de la excelente banda de Tejera. El señor Tristán, acostumbrado a los elogios en otros ámbitos que sí conoce bien, carece de la necesaria formación taurina para ordenar tocar o parar a sus músicos. A esa falta de oportunidad que deja muchas faenas en silencio hay que sumar su colección de numeritos como el que le enfrentó a El Fundi el pasado año o el diálogo de sordos que mantuvo con Daniel Luque para hacer sonar la banda tarde y mal después de indicarle que siguiera toreando. Pero no guarden la manga, que seguimos regando: la presencia de antitaurinos en la Puerta del Príncipe insultando a los espectadores no sólo es intolerable; también es peligrosa. En Francia nos han vuelto a adelantar y han prohibido este tipo de protestas en las plazas y en días de toros pero aquí impera la política de buen rollito. Además, los gritos de los protestones interfieren en el normal desarrollo del espectáculo. El propio Morante, enfurecido, arremetió contra algunos policías del callejón en plena faena al cambiar la espada. Tenía razón. Y ya está bien.


*Álvaro Rodríguez del Moral es periodista sevillano. / Publicado en El Correo de Andalucía.

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