AL NATURAL

El talante de Salguero

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Julián Salguero, a la entrada a los toros en la pasada Feria de Abril. (FOTO: Javier Martínez)
Julián Salguero, a la entrada a los toros en la pasada Feria de Abril. (FOTO: Javier Martínez)

«…No nos conocíamos. Bueno, no nos conocíamos personalmente, pero los dos sabíamos perfectamente quiénes éramos cada uno. Tras cruzarnos me decidí a pararle (sin saber cómo iba a reaccionar). Allí, bajo la noche ya, al lado de la plaza, fue nuestra primera conversación…»

Francisco Mateos.-

     El repentino fallecimiento de Julián Salguero, presidente de la plaza de la Maestranza, por un fatal fallo en su corazón ha encogido el de los demás con un pellizco. Pese a lo que algunos podrían pensar, tuve una relación muy directa y fluida con él; creo que puedo ser de los periodistas taurinos sevillanos que más conversaciones he mantenido con él. Julián Salguero accedió al palco por la amistad que le unía a la ex delegada de la Junta en Sevilla, Carmen Tovar, vecina de su pueblo de Castilleja. Ambos fueron alcaldes allí. Que Julián Salguero era un buen aficionado, nadie lo ha puesto en duda; que nadie en los círculos taurinos de Sevilla lo conocía ni tenía ni experiencia ni notoriedad para ocupar el palco presidencial, tampoco nadie lo puede poner en duda. Eso fue lo que desde aquí y quien escribe criticó: la decisión de Carmen Tovar de nombrarlo presidente más por amistad que por la idoneidad para el cargo.

     Recuerdo que casi al finalizar la primera temporada sevillana en la que él ejerció de presidente (2009), me crucé con él por el callejón ‘Circo’, lateral de la plaza, a la salida de una novillada. No nos conocíamos. Bueno, no nos conocíamos personalmente, pero los dos sabíamos perfectamente quiénes éramos cada uno (siempre me confesó que era un diario lector de SEVILLA TAURINA). Tras cruzarnos (él iba distraído con un grupo de amigos) me quedé dubitativo. No me sentía bien por si a él le quedaba alguna duda de que mis críticas eran a Carmen Tovar por la decisión, y que nada tenía en contra de él personalmente. Me dí la vuelta y me decidí a pararle (sin saber cómo iba a reaccionar, ni cuál era su talante o personalidad). Allí, bajo la noche ya, al lado de la plaza, fue nuestra primera conversación:

-Julián, perdona, tyienes un instante.

-¡Sí claro, por supuesto!

-Soy Paco Mateos, de SEVILLA TAURINA,…

-Sí, sí -me interrumpió con una sonrisa sercana-; sé perfectamente quién eres.

-Sólo quería decirte personalmente, porque no me quedaba tranquilo, que no tengo nada contra tí, y que lo que he criticado es que tu nombramiento se debe a la amistad entre tú y la delegada Carmen Tovar; que ha sido por ‘enchufe’, vamos… -me sinceré totalmente-.

     Creo que más que mis palabras, Julián entendió rápidamente la intención, y desde ese mismo instante nos entendimos entre ambos perfectamente.

-Lo sé, Paco… ¿Puedo llamarte Paco, verdad? No te preocupes, no hay nada que aclarar. Te entiendo perfectamente. Es tu trabajo y, además, no tengo nada que reprocharte ni nada que negar. Es cierto que soy amigo de Carmen Tovar y que yo fui el primer sorprendido cuando me llamó para decirme que me quería nombrar presidente en la Maestranza.

-Por eso te digo, Julián, que no es nada personal hacia Julián Salguero, sino contra una decisión que creo se basa en una parte en un componente de tu afición y mucho de vuestra amistad.

-No pasa nada, Paco. te repito que te entiendo perfectamente y que por mi parte no te tengo nada que reprochar, ni nada que rebatirte o negarte a lo publicado.

     La conversación se extendió al final durante unos veinte minutos, con total sinceridad entre ambos, y a partir de ese momento se fraguó una relación de sinceras conversaciones (incluyendo las telefónicas, porque ambos nos hablábamos por teléfono algunas veces), en las que siempre destacó el talante afable, cercano y comprensivo de Julián.

     Recuerdo que un día, en una de nuestras conversaciones, me comentó:

-Paco, ¿no hay posibilidad de arreglar lo vuestro entre Carmen y tú? Ya sabes de mi amistad con ella, ¿tú quieres que hable con ella para poder concretar una conversación entre los dos? Porque esto hay que arreglarlo de alguna forma, no tiene sentido. Tú tienes que hacer tu trabajo con profesionalidad y con los medios que necesitas en la plaza, y ella debe dejar de salir en SEVILLA TAURINA de una forma tan ridícula…

-Julián, soy una persona que vive el periodismo no como una profesión sólo, sino como un talante o forma de vivir, y por lo tanto siempre he creido en el diálogo como la herramienta necesaria para todo… No tengo el más mínimo problema en reunirme con Carmen y con quien sea para hablar lo que se tenga que hablar; eso sí, sin renunciar nunca a mis principios ni forma de pensar, pero dispuesto a cualquier tipo de consenso que el diálogo debe permitir entre personas maduras y responsables.

-Vale, pues déjame tiempo y voy a ver el tema… A ver cómo lo hago…

     En posteriores conversaciones, aunque no me lo dejaba claro, parece que sí lo intentó, pero que la otra parte no estaba muy por la labor. De todos modos, valga esa otra anécdota para apuntalar ese carácter afable e integrador de Julián Salguero. Recuerdo que tuve una tensa conversación con otro presidente -su buen amigo Gabriel Fernández Rey- antes de comenzar la presente temporada de 2012, en la que Julián Salguero estuvo presente. Mi relación con Gaby (Gabriel) es larga y a nuestro modo nos entendemos; desencuentros y encuentros se mezclan en una relación que tiene de fondo un respeto mutuo y siempre un diálogo oportuno y necesario, sin renunciar cada parte a sus argumentos. En esa conversación en la que estuvo presente Julián, Gaby me confesó algunas claves personales que desconocía. Semanas más tardes, un poco en clave, inserté un comentario en un artículo en SEVILLA TAURINA que iba dirigido a Gaby. Julián Salguero, que estaba presente en la conversación, era inteligente y leía a diario este portal, me llamó de inmediato al leerlo, con plena satisfacción:

-Paco, bien.

-No te entiendo Julián… ¿Qué me quieres decir?

-Nada, que bien, que he leído ‘una cosilla’ esta mañana, y todo perfecto. Bien hecho.

-Ahh… Ya sé a lo que te refieres Julián… Bueno, creo que era lo justo.

-Sí, lo sé. Por eso he querido llamarte. Me ha gustado el gesto.

     Como ya sabrán, Julián era químico de profesión y ocupaba la responsabilidad del departamento de calidad del agua de Aljarafesa. No quiero dejar de pasar una última anécdota nuestra. En SEVILLA TAURINA he denunciado en varias ocasiones que parece que en la Maestranza hay ciudadanos de primera y de segunda: los maestrantes, presidentes, veterinarios y asesores pueden beber en vasos de cristal; el resto parece que somos ‘presuntos culpables’ y sólo nos permiten vasos de plástico. Julián, lector empedernido de este portal, me recordaba el tema a la entrada de la plaza:

-Paco, a mí no me verás con vaso de cristal en el palco, entre otras cosas porque sólo bebo agua; ni limonada ni refresco. Y bebo el agua de una botellita de plástico que compro yo mismo. Como sabes soy químico y sé la composición del agua… y prefiero comprarme mi propia botellita envasada…

     Y esa sinceridad, hasta ese punto bromista e irónico, es lo que ha caracterizado a Julián Salguero, una persona sin aristas. En el palco es cierto que ha querido siempre pasar desapercibido y discreto -la última vez que hablé con él a la entrada de los toros le presenté al diputado Juan Manuel Albendea, y éste ni le reconocía; no sabía quién era, y le tuve que explicar que fue el presidente del indulto-, que ha sido un presidente más bien benévolo y no demasiado exigente con la presentación de los toros. Si ha disfrutado estos años de su presidencia en la Maestranza -me confesaba que a veces lo pasaba bastante mal-, yo me alegro ahora más aún. Me quedo con su talante, con esa forma de encajar las críticas y de hablar sobre ellas abiertamente de tú a tú, su cordialidad y la buena intencionalidad de sus acciones. En ese sentido entiendo la cercanía que mantuvieron él y Gabriel Fernández Rey, porque son los dos presidentes que se diferencian por un talante más abierto y dialogante. Así era el Julián que tuve la oportunidad de conocer estos años, y ese es el recuerdo que me queda.


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