«…La Maestranza inicia el domingo sus festejos menores. Entre las novedades del abono de esta atípica temporada está el menor número de novilladas. De las ocho en 2011 se pasa a cinco, imponiéndose esa brecha generacional de novilleros que sumerge el espectáculo en el caos de la emociones…»
Manuel Viera.-
Hace mucho tiempo que no me regocijo con el toreo bien hecho y bien contado de un novillero. De ese capaz de dotarlo del recuerdo inolvidable tras dejar definido en el ruedo de la plaza su futuro de torero. Y sé de la lucha sorda de los que quieren llegar y no pueden. Argumentos contradictorios para un sector muy a la baja en esta época convulsa para la Fiesta.
La pérdida, continua e intensa, de novilladas en las programaciones de las ferias hace realmente difícil la tarea de torear. No van a ningún sitio, se desgastan, desaparecen tras el difícil reto. Ni siquiera lo hacen en las plazas de toros de pueblo tras ese violento cambio de organización instado por los ayuntamientos que exigen que las figuras también toreen en sus cosos. Hace años que las novilladas desaparecieron de la programación de sus fiestas patronales por ser deficitarias. Los escasos ciclos dedicados a su promoción pueden contarse entre lo poco positivo de esta deserción.
Es obvio que, si se pretende crear el futuro, la legitimidad de estos festejos menores ha de ser una prioridad en la disposición de las empresas. Y no la es. Se prefiere reconocer el fracaso a que el espectáculo se corresponda con la realidad de su propio horizonte. Vaya por delante, entonces, que la situación es preocupante. La incidencia sobre la decadencia de las novilladas y la ausencia de ilusionantes nombres con aportaciones al toreo determinan la cuestión.
La Maestranza inicia el próximo domingo su ciclo de festejos menores. Entre las novedades que aporta el abono de esta atípica temporada sevillana está el menor número de novilladas programadas. De las ocho celebradas en 2011 se pasa a las cinco del presente año, imponiéndose esa brecha generacional de novilleros que sumerge el espectáculo en el caos de la emociones. Son muy pocos los que interesan. Los más, van mermando la capacidad de seducción que en otras épocas ejercieron los que fueron, o son, figuras del toreo. Hoy, encontrar uno de estos cuesta un mundo. Aunque los que están anunciados vengan a por todas, a la desesperada, porque ¿qué mejor sitio donde ir a buscar el triunfo y hacer realidad el sueño que en la plaza de toros de Sevilla?
Lo que derive de este anómala situación es difícil de saber, pero quizá fuera bueno que se indagara sin tapujos sobre esta triste realidad y se buscaran nuevos caminos de promoción. La cosa no es fácil. Si lo fuera no existiría la duda.
*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como colaborador taurino de Punto Radio en Sevilla y Utrera. (manuelviera.com).