Alejandro Talavante ha cortado la oreja del tercero de la tarde tras una faena de momentos al natural cargados de intensidad. El Cid y Sebastián Castella fueron silenciados. El encierro de Jandilla, de demostrada nobleza y calidad de embestidas, se paró sin remisión a mitad de faenas.
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Manuel Viera.-
Personalidad, no hay duda, claridad, precisión, limpieza y distinción que obliga a la inmediata emoción. Así se mostró Alejandro Talavante en una nueva muestra de su talento para hacer de dos naturales la explicación del toreo y, también, de su capacidad para encandilar con la más simple combinación de un par de pases zurdos. No hay artificios en las formas del extremeño, sí calidad suficiente como para poner los puntos sobre las íes del toreo que quiere mostrar. Fueron momentos cargados de intensidad. Este tío en sus comienzos causó sensación. Hoy la vuelve a causar.
Fue el elemento clave de la faena al tercero de Jandilla, un toro muy noble, como todos, con una extraordinaria calidad en sus embestidas por ambos pitones, como (casi) todos, y con una pizca menos de esa preocupante flojedad y escaso fondo que mostraron todos. Una faena que fue pura arquitectura. Las series diestras de inicio se sucedieron limpias y claras, con una exacta precisión en cada uno de los pases, perfectamente hilvanados y rematados, y un cambio de mano que fue todo un derroche de belleza. Y llegó el natural, despacioso, eterno, ejecutado con verdadero talante expresivo, extraordinario temple y una autenticidad apabullante. Fueron sólo dos, pero magníficos, ejecutados con una técnica impecable y una limpieza en el trazo que los hizo puro y bellísimos. Irreprochable versión de toreo zurdo. ¡Qué izquierda! Dos naturales, no más, y los detalles inspirados e improvisados del epílogo en una faena medida, de sólo momentos. Porque el mejor ‘jandilla’ perdió fuelle y se paró también. Lo fulminó con la estocada y la oreja que le dieron no tuvo discusión.
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Y poco más en esta otra tarde triste de toros inflados en kilos de última hora para dar la báscula y el ‘remate’. Toros de una exquisita nobleza, de inmensa calidad en sus escasas embestidas… que se dejaron de picar para su aguante en el ruedo de la plaza. Pero se agotaron. Se apagaron. Se les terminó la vida sin que su presumible casta venciese su agonía. Estas mismas características lucía el primero, al que El Cid lo toreó despacio con la derecha. Aguantó una segunda serie y no hubo forma, después, de hacerlo pasar al natural. Al cuarto, con las mismas virtudes y defectos, le bajó la mano en interesante -por despaciosa y sentida- serie diestra. Le obligó y se paró. Hasta tal punto que no le admitió ni un solo natural. Al primero lo mató de estocada precedida de pinchazo, y al segundo, de espadazo que lo tumbó. |
La historia se repite con Sebastián Castella con el segundo. Nobleza y calidad extraordinaria, pero sin aguante a mitad de faena. No ha sido la Feria del torero francés. Ni mucho menos. Los intentos por gustar se pierden en anodinos pases que no calan en los tendidos. Le cuesta un mundo templar. Y lo que hace, bien a secas, no gusta a una gente que, hoy, le volvió a protestar un arrimón sin sentido. El peor de la tarde le tocó a él. Ya es mal ‘bajío’. El quinto no tuvo un pase. Manso, flojo y a la defensiva se mostró ante los engaños. Y, ya digo, acortar las distancias y dejarse tocar los muslos por las puntas de un animal moribundo no gusta en Sevilla. Silenciaron lo que hizo tras liquidar a su primero de una estocada precedida de pinchazo; y una casi entera, que necesitó de un golpe de descabello, le recetó al quinto.
AL NATURAL |
El perdón del Rey
Han pasado ya unos días desde que el Rey Juan Carlos, desde la humildad de una sala de un hospital, en muletas, y agachando la cabeza, pedía perdón a los españoles por una metedura de pata, la famosa cacería de elefantes. Metedura de pata porque no es el momento más idóneo para semejantes derroches de quien tiene que ser ejemplo para los demás. Estuvo magnífico, todo un ejemplo. Un Rey pidiendo perdón a todos nosotros. Un momento histórico y que vuelve a poner en valor la lealtad y entrega sin resquicios de Juan Carlos a los españoles y a la Institución monárquica que representa.
Ejemplo para todos, incluyendo a los políticos. ¿Se imaginan ustedes a la polémica Carmen Tovar pidiendo disculpas por los abusos cometidos estos años, y por el olvido al que ha sometido a los toros en su tiempo de gestión ahora que está a punto de concluir? ¿A que no se lo imaginan? Por eso digo que el perdón del Rey cobra muchísima más importancia. O lo que ha ocurrido hoy, con la flojísima corrida de Jandilla. Fue criticada la contratación del hierro, y se dijo por activa y pasiva que tres tardes de Castella ni estaban justificadas, ni era torero que, en principio, fuera de tres tardes en Sevilla. Alguien debería salir a pedir perdón. ¿Se imaginan a Canorea?: «Comparezco ante los aficionados porque realmente me confundí; estaba equivocado y llevabais razón vosotros. Ni Jandilla estaba en su mejor momento, ni a Castella lo debí contratar para tres tardes. No volverá a ocurrir». ¿Se imaginan al propio torero francés de brindis de desaires a Sevilla?: «Quiero decir a la afición de Sevilla que me he equivocado, con faenas laguísimas sin necesidad, arrimones a destiempos, y enganchones múltiples. Es cierto que no estaba justificado que hiciera tres paseíllos en Feria de Abril y pido perdón».
PATIO DE ARRASTRE |
Tan idénticas, tan distintas
Sixto Naranjo.- Jandilla, la casa madre. Fuente Ymbro, el gajo que se desmembra. Tan idénticas en origen y tan distintas en comportamiento. Resulta complicado comprender cómo una ganadería que vende sus productos acabe empeorando el material que sí saben afinar sus compradores. Sin embargo, todo se basa en la selección y el anteponer la casta a la borreguez. Las corridas de Jandilla y Fuente Ymbro se han lidiado ya este año en Valencia y Sevilla. Y en ambas, la sucursal ha mejorado a la central. Ricardo Gallardo ha sabido imprimir a sus toros la raza necesaria para que la nobleza que desarrollan llegue a los tendidos y la emoción se viva en el ruedo. Borja Domecq, por su parte, ha antepuesto la nobleza a la casta. Y eso se paga. La corrida lidiada este miércoles de farolillos en la Maestranza ha desesperado por esa falta de chispa y viveza necesaria para que el toro bravo parezca justo eso: un toro bravo y no un animal cuasi domesticado. |
AMBITOTOROS |
Diez ganando un paso
Javier García Baquero.-
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LA CORRIDA, AL COMPÁS |
De la impávida figura…
Fernando Naranjo.- ¿Que hacéis con esa semilla Cuánto sufre el Baratillo Hoy volvieron, como ayer, |
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Tampoco la Flor de Lis Ni tampoco el de Salteras De su ‘impávida figura’, |
GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com) |
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GALERÍA GRÁFICA (Paco Díaz) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE (Javier Martínez) |
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