«…El eco de un tiro resonó por todos los rincones de Gómez Cardeña y Sevilla se conmocionó cuando El Parte de las diez comunicaba su muerte, pero sin decir cómo había sido. En aquella España, el suicida se convertía en proscrito a perpetuidad, pero Belmonte era Belmonte y el martes recibía un solemne funeral…»
Luis Carlos Peris.-
Que la muerte no había obrado de propia iniciativa fue algo que sólo se supo al cabo de los días y mediante el bisbiseo de un boca a boca con sordina. Era Domingo de Pasión de hoy hace cincuenta años cuando el mayor revolucionario que dio el toreo decidió quitarse la vida, quizá porque la vida había dejado de ofrecerle esos alicientes que la hacen deseable. En aquella atardecida, el inventor del toreo actual decidía ponerle punto final a una vida apasionante.
El eco de un tiro resonó por todos los rincones de Gómez Cardeña y Sevilla se conmocionó cuando El Parte de las diez comunicaba su muerte, pero sin decir cómo había sido. En aquella España, el suicida se convertía en proscrito a perpetuidad, pero Belmonte era Belmonte y el martes recibía un solemne funeral en el Sagrario, lo llevaban a la Puerta del Príncipe, lo asomaban a Triana y así hasta reencontrarse con José. Medio siglo ya…
*Luis Carlos Peris es periodista sevillano. / Publicado en Diario de Sevilla.
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