La Feria de Abril salta a escena

Sólo queda que salga el toro

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El toro en la Feria de Abril, una gran incógnita.
El toro en la Feria de Abril, una gran incógnita.

«…Sevilla, y su Maestranza, ha de poner en escena un ‘actor’ esencial en el escenario de la corrida: el toro. El toro que, con argumentos sólidos y convincentes, le de sentido a un espectáculo que se enroca en una artificiosa modernidad. Su falta de pujanza desata la polémica, minimiza el espectáculo y merma su seducción…»

Manuel Viera.-

     Los prolegómenos de la temporada se han convertido en el gran espectáculo de la confusión. El juego competitivo entre toreros y empresarios ha adquirido características tan complejas que han deteriorado aún más la imagen ninguneada de una Fiesta demasiado maltratada. Instantes de evidente ‘peligro’ se han sucedido en el comienzo de un año taurino singular. En realidad, no han sido más que comportamientos de unos y otros llenos de acciones y actitudes totalmente absurdas, porque de sus mentiras o verdades depende su futuro. Así las cosas, no es de extrañar que los agoreros emerjan como un fenómeno volcánico que navega a velocidad de crucero en medio del naufragio colectivo de los que quieren dominio exclusivo en el desarrollo de los acontecimientos, sin ser capaces de intuir la silueta de la decadencia que se aproxima.

     Lo que se dice y se oye va calando lentamente en el público. La gente tiene una sensación de apatía y agotamiento generalizado que se ha de notar, y se ha notado, en la asistencia a las plazas de toros. El toreo está perdiendo su significado tras los excesos y las contradicciones acumuladas a lo largo de los últimos años. Todo ello con el rasgo común de la lógica de ganar más mientras muchos ganan menos. O nada.

     Sin embargo, hay motivos aún para el optimismo de cara al más importante ciclo en este inicio del curso taurino. Sevilla, y su Maestranza, ha de poner la puesta en escena de un ‘actor’ esencial en el escenario de la corrida: el toro. El toro que, con argumentos sólidos y convincentes, le de sentido a un espectáculo que se enroca en una artificiosa modernidad. Su falta de pujanza desata la polémica, minimiza el espectáculo y merma la capacidad de seducción que ejerce la bravura, sumergiendo a una gente huérfana de ilusiones en el caos de las emociones. De hecho, la suerte de varas ha sido sustituida por el simulacro estético de su ejecución. Casi no existe como tal. El toro de hoy no la necesita. Indagar sin tapujos en el problema y apelar a la responsabilidad individual y colectiva de quien lo cría y lo torea se hace más que nunca necesario e imprescindible. El tiempo no espera. De momento esperemos con esperanza una nueva Feria de Abril. Sólo queda que salga el toro.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como colaborador taurino de Punto Radio en Sevilla y Utrera. (manuelviera.com).


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