Excelente ambiente en El Viso del Alcor en el tradicional festival a beneficio de la asociación local de ayuda a discapacitados. Los actuantes cumplieron y tanto el rejoneador Leonardo Hernández como los diestros Manuel Díaz ‘El Cordobés’ y Javier Conde salieron a hombros tras entretener al público con variadas faenas.
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Eduardo López.-
Un año más ha sido un rotundo éxito el festival que organiza Manuel Díaz ‘El Cordobés’ para ayudar en las actividades que desarrolla la asociación local de El Viso del Alcor AVAIN, que atiende a discapacitados en el edificio ‘El Cordobés’, construido en gran parte con fondos de este festival anual. La alegría del Cordobés inundó una tarde festiva. Alegría del torero por ser tan querido en este pueblo sevillano y poder colaborar en una obra buena, y alegría en los visueños por la ayuda recibida, fundamental para desarrollar las actividades benéficas de esta asociación. Y alegría, obvio es, también en el ruedo.
Leonardo Hernández templó las buenas embestidas del primero de la tarde, con el hierro de Ruchena, que resultó noble y colaborador. Hernández, muy ajustado en todas las suertes, le cortó las dos orejas y el rabo. Lidió en cuarto lugar un gran ejemplar de Hermanos Sampedro, con el que ha conseguido elaborar una actuación de altísimo nivel. Los pares a dos manos y al violín especialmente fueron perfectos de ejecución. Rejonazo entero del jinete cordobés y de nuevo los máximos trofeos.
Manuel Díaz es el ídolo local. Lo quieren como a un hijo, un hermano o a un padre. Todos quieren tocarle y abrazarle. Se las vio en primer lugar con un toro de Albarreal con clase y nobleza, pero que terminó rajándose en la muleta del torero. Ello no impidió que Manuel se gustara y rematara una completa actuación, cortando las dos orejas y rabo. Los mismos trofeos logró en el quinto, a pesar de lo parado y soso del toro de Gavira que estoqueó. Se arrimó El Cordobés y tiró de su tauromaquia accesoria y efectista.
Javier Conde también cortó un rabo en su primero, un toro poco franco de Lagunajanda que planteó dificultades al malagueño. Conde basó su obra en detalles de gran calidad para las embestidas más claras. Gustó al respetable y se le recompensó festivamente. El que cerró el festejo fue un buen toro de Salvador Domecq, con motor y transmisión, con el que Conde volvió a dejar muletazos sueltos pero adoleció de la profundidad necesaria para hacer el toreo.
GALERÍA GRÁFICA (www.lopezmatito.com) |
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