Roca Rey, Puerta del Príncipe por reglamentación

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Roca Rey, en su segunda salida a hombros por la Puerta del Príncipe.

El diestro peruano Andrés Roca Rey ha cortado dos orejas en su primer toro y una más en el lidiado en quinto lugar, saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe al concluir el festejo. Pablo Aguado toreó con calidad al sexto y cortó una oreja con fuerza. Juan Ortega escuchó palmas. Descastada y floja corrida de Victoriano del Río.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victoriano del Río (tercero y quinto lidiados con el hierro familiar de Toros de Cortés), desiguales de presentación, nobles, descastados y de escasas fuerzas. Sin motor, el primero; con calidad en la embestida, pero de escaso fondo, el segundo; a la defensiva por falta de fuerza, el tercero; inválido, el cuarto; parado y distraído, el quinto; justo de fuerzas, el sexto.
ESPADAS: –Juan Ortega (de verde y oro), palmas y silencio.
Roca Rey (de grana y oro), dos orejas y oreja tras aviso.
Pablo Aguado (de negro y plata), saludos y oreja.

INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.


Manuel Viera.-

     Hoy, Juan Ortega era algo más que un deseo. Un sueño que, con súbita e inexplicable ilusión, le activa los sentidos a quien representa ese arte abierto lleno de fragmentos donde la perfección se vislumbra. La ovación al romperse el paseíllo fue de órdago. Y la recibió él solito, sus compañeros se la dejaron sólo para él.

     Volver a hacer lo hecho, no sólo es difícil, sino imposible. Porque la grandeza es esquiva y por naturaleza inaccesible debido a las distintitas instancias por las que pasa la lidia. Sin embargo, lo admirable es que en todas las inflexiones de ese hacer en el ruedo se reconoce el arte inconfundible de un torero siempre fiel a sí mismo. Juan Ortega mostró por momentos esa heterodoxia original de un arte sin escuela. Ese estilo que sintetiza fielmente el toreo. Todo ello resultó altamente bonito, pero no emotivo. No tuvo toros para desplegar esa tauromaquia que con tanta ilusión hoy quería mostrar. Sin embargo, se palpó el sabor de esos muletazos diestros acompasados por el temple al noble y apagado toro primero de Victoriano del Río. Y esos rítmicos pases por bajo con la pierna genuflexa, trazados muy despacio y armónicamente bellos al inválido cuarto. Poca cosa, pero se toreaba. No hubo más que dos estocadas que bastaron para acabar.

     También toreó, poco, Roca Rey, pero cortó las orejas -tres- y salió a hombros entre la multitud por la Puerta del Príncipe. ¿Qué pasó? Que la primera figura del escalafón empleó con talento todo su arsenal de armas para ganar la batalla y encandilar a su gente. Serio, riguroso y capaz de incrementar su valor con embestidas noblotas y cansinas, el peruano aprovechó la calidad del anovillado segundo para dar un centenar de pases con ambas manos, de los cuales menos de media docena tuvieron la verdad del toreo, por despacio, por belleza y por autenticidad. Al menos fue la apariencia de una larga faena que se reveló escasa de contenido y con arrimón final. Aunque una cogida, sin mayores consecuencias, aceleró los corazones y, tras unas ajustadas bernadinas y el estoque hundido, las dos orejas no se hicieron esperar. De pena.

     Más justo, quizá, fue el apéndice cortado al quinto. Un toro sin fuerzas, distraído, parado, al que Roca Rey prologó faena con unos estatuarios muy quieto y derecho como un junco, para después hilvanar faena a un animal sin humillar. La altura de la muleta en el trazo se elevó a la exigencia de la embestida del animal, pero el consabido arrimón final logró el milagro, junto con la estocada, para sumar el tercer despojo que reglamentariamente abre la puerta de la gloria.

     Pero he aquí que lo mejor quedaría aún por llegar. Bastaron pocos muletazos al apagado sexto toro de la tarde para darse cuenta de que Pablo Aguado es un verdadero artista del toreo. Se notó la precisión de cada pase en esa lidia genuflexa de enorme calidad. Y en el natural lento y eterno con esa expresividad que invita a la emoción. Porque fue con el toreo de izquierda con el que constituyó la columna fundamental en la que sustentó una faena de muletazos trazados uno a uno por las características de la embestida cansina de un toro sin fuerza. Un toreo diestro final, natural y espontaneo, epilogó una faena rotundamente firmada con la espada que sumó para la concesión de una justa oreja.

     Al tercero lo toreó tan despacio de capote como bella fue la verónica. También con la derecha toreó a cámara lenta a un toro a la defensiva por su escasa fuerza. Detalles, sólo detalles, que definieron un toreo hecho para degustar. Tras el espadazo fue ovacionado.


 AL NATURAL 

Toreo efectista

Francisco Mateos.-

     La corrida de Victoriano del Río tampoco ha respondido a las expectativas. Varios de los toros, la mayoría, naufragaron en su presentación. Algunas de las fotografías de la galería gráfica que acompañan esta información, por ejemplo en el segundo toro -el primero de Roca Rey-, se observa a un novillo sin remate ni cuajo, sin presentación acorde de lo que es Sevilla. La prensa especializada lo ha denunciado a lo largo de todo el ciclo ferial que ya expira, así como las benevolentes concesiones de orejas, en un señalamiento directo a la dejadez de los presidentes de la Maestranza, que ni velan por los derechos de los aficionados, ni por la categoría de la plaza sevillana. Y son ya varios años con el mismo problema en el palco con presidentes y veterinarios que necesitan de una renovación total y drástica. Pero al presidente de la Junta de Andalucía, Moreno Bonilla, máximo responsable de la regulación taurina en Andalucía, y a su delegado en Sevilla, Ricardo Sánchez, les da exactamente igual los toros. Bueno, los toros sí; el ‘taurinear’ (pasearse por el callejón, las fotos con los toreros, invitado preferente a los actos taurinos…) eso es lo que le interesa de este mundo.

     Y así, una plaza desconocida casi toda la Feria, y hoy sábado último día de las casetas de Feria, con un aluvión de foráneos que han invadido los tendidos maestrantes, se ha elevado a obra de toreo mayor lo realizado por Roca Rey, que no pasó de una faena efectista, con toreo despegado y desplazando a las afueras, con un serio arrimón a un toro moribundo y descastado. Con el público a favor, con la música tocándole desde el minuto uno, y con una presidencia entregada a la causa del taurineo, las dos orejas del segundo fue cosa más que cantada. Y rematada con la oreja del quinto, y una nueva Puerta del Príncipe devaluada.

     La gente salió de la plaza hablando del toreo de Aguado en el sexto y de la faena de Juan Ortega el otro día (premiada del mismo modo con dos orejas; las comparaciones son odiosas). A ver cuántos premios se lleva Roca Rey por lo realizado esta tarde…


 LA CORRIDA, AL COMPÁS 

De un arrebato a compás

Fernando Naranjo.-

De cadenas del letargo
líbrele el dios maestrante
a este espíritu feriante
sufridor del tedio amargo,
de bravuras con embargo
que no logran embestir,
bajo este marco de abril
de alelíes y azahares
y de batas con lunares
que enamoran porque sí.

Cuando arrebata el compás
emerge la gloria pura,
la de la dulce locura
permitiendo ir más allá
mostrándonos la verdad
del torero quinta esencia.
Y aparece la imprudencia
de soñar entre las astas
y el duende nos dice ¡Basta!
Hasta aquí con la cadencia.

Se entregó hoy el peruano
al son del Guadalquivir
y Sevilla dijo así,
el arte es más sevillano,
y te aplaude a ti, espartano,
regidor hoy de la Fiesta.
Coronándote la testa
para que sigas mandando
y observando cómo y cuándo
tu batuta es firme y tersa.

Ese verde en Macarena
se aloja con la Esperanza
y surge al fin la danza
sobre aquella rubia arena.
De sus maneras serenas
esplenden por sevillanas
el percal de Juan Ortega,
y esa muleta de seda
que barre el polvo a su espada.

Y no podrían faltar
de Gustavo Adolfo Bécquer
requebrar tu arte al verte,
lisuras que, al torear
una estrofa singular
reúna sin parangón
un pellizco de emoción
viajar en mi verso alado,
y al hacer de Pablo Aguado
a compás, va mi opinión.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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