REAL MAESTRANZA - 1ª Ciclo de San Miguel

Pablo Aguado, con cosas que decir

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El torero sevillano Pablo Aguado con la oreja del tercer toro.

El diestro sevillano Pablo Aguado ha paseado una oreja de la descastada y floja corrida de Hermanos García Jiménez, que ha lastrado un festejo de gran expectación y con la plaza llena a reventar. José María Manzanares fue ovacionado por una faena correcta pero desajustada, y Morante de la Puebla silenciado por falta de juego de los toros.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez, desiguales de presentación, nobles, descastados y de escaso fondo. Noble y sin motor el primero; chico y sin calidad el segundo; con clase en sus embestidas el tercero; parado el cuarto; noble sin fondo el quinto; sin clase el sexto.
ESPADAS:Morante de la Puebla (de grana e hilo blanco), silencio y silencio.
José María Manzanares (de burdeos y oro), saludos y silencio.
Pablo Aguado (de verde botella y oro), oreja y ovación.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.


Manuel Viera.-

     Decididamente es el toro el que cuestiona lo que ha de suceder en una tarde de inusitada expectación. De lleno agobiante y calor sofocante que no sé cómo pudieron aguantar los que abarrotaban las localidades de sol. Hay que tener afición para estar sentado en un abrasador ladrillo sin que abajo, en el ruedo, suceda nada. Muy poquito de interés.

     Y es que la corrida de toros que ha mandado a Sevilla la familia García Jiménez no ha valido para nada. Toros muy desiguales en su presentación, con una escasez de casta alarmante y desfondados en los inicios de faena. Eso sí, de una nobleza cansina para no molestar y estar fácil delante de él. Ante esto, la decepción ha sido mayúscula. A pesar de que Pablo Aguado se encontrara con la calidad de la embestida del noble tercero. Lo poco que le aguantó en la muleta lo aprovechó el diestro sevillano para dejar sobre la tierra de albero exquisitas muestras de su toreo.

     En el arte sólo hay un factor que pone a uno por encima de rangos y gustos en su sitio: el tiempo. El tiempo puede ser caprichoso, pero siempre será justo. Venga esto a cuento en el hacer de Pablo Aguado con su primer toro. Un torero rico en matices y pobre en contundentes triunfos. Es seguro que a estas alturas tiene todavía algunas cosas que decir. Abrir la mente al pasado donde siempre queda algo por descubrir, y hoy al vuelto de nuevo a transformar el toreo en arte ¿o era al contrario? De una u otra forma, todo ha sido una colección de detalles con capote y muleta impregnados de buen gusto y verdad. Interpretación interiorizada, sentida y contenida. Un toreo expresivo de enorme naturalidad. Las chicuelinas tuvieron gracia sevillana. Los molinetes y cambios de mano preñados de torería y, sobre todo, un inicio donde la lentitud de los muletazos se perdió en el tiempo. Faena de detalles finalizada con una estocada casi entera con la que mandó al toro al desolladero. La oreja cayó en su manos.

     Con el sexto no tuvo nada que hacer. Un toro protestado con el que sólo pudo tener intentos vanos por agradar. Imposible. Acabó pronto con él.

     Que el toreo de Manzanares es expresivo, no hay duda. Que pretende dotarlo de su particular magia, también. Pero una cosa, y es razonable pensarlo: su intención estética es demasiado fácil, demasiado despegada para quien podría sublimar lo que hace. No estuvo mal el alicantino con el chico y noble segundo. Utilizó el temple en un toreo genuflexo en un inicio de faena esperanzador. Incluso toreó despacio con la derecha hilvanando muletazos con su característica cadencia, pero a la abierta embestida del toro se le unía el despegado toreo para afuera de José María. Hubo cambios de manos y pases de pecho notables y unas pequeñas dosis de toreo al natural de mano baja con algo más de verdad. Se encajó con la derecha en un final de faena que no supo finiquitar con la espada.  El descastado quinto sólo le sirvió para dejar a media altura alguna muestra de algún que otro natural, y hundir la espada hasta el final.

     Y Morante. Al diestro cigarrero se le esperaba en la Maestranza soñando tardes pasadas, pero no tuvo toros. Toros parados, sin casta, que sólo le dejaron expresar esa vivacidad rítmica en el trazo de la verónica y ese gusto por el detalle que hace de la lidia todo un ejemplo de torería con esa gracia y luminosidad que le define. Al primero le trazó lances de lujo y una media sin tiempo. También al cuarto le dejó su sello con el capote. Aunque ni uno ni otro, descastados y parados ambos, le sirvieron para plasmar ese toreo hecho para el goce y la emoción. Embestidas ‘modernas’, noblonas y anodinas que estaban en las antípodas de la bravura. En suma, nada que ayudase a subrayar un mínimo clima de emoción.

     Morante corta la temporada. El domingo no estará en esa otra tarde anunciado en la que se despedirá El Juli. Decepción.


 AL NATURAL 

La desilusión de todos los días

Francisco Mateos.-

     ¿Recuerdan aquel anuncio cuponero, el de ‘La ilusión de todos los días’? Pues en la Fiesta está ocurriendo casi que al contrario: la desilusión de todos los días. Qué difícil que en una postrera fecha de septiembre, cuando se escapa buscando de lleno al otoñal octubre, Sevilla luzca tan espléndidamente con un sol veraniego, las calles llenas de gentes y la plaza llena a reventar. Qué difícil reunir un ciclo de San Miguel tan interesante como el que se nos presenta. ¿Y por qué, en cambio, cuando depende de la experiencia de taurinos, es tan difícil reunir toros que tengan un mínimo de garantías de emocionar, de embestir? Casi nunca se acierta, no puede ser así. Toros que se cargan el espectáculo, y menos mal que la gente aún aguanta pagando caras entradas por un espectáculo que no debería llamarse así, porque fue un aburrimiento generalizado.

     La oreja que recibió Aguado fue benévola. Estuvo correcto el sevillano, pero le faltó lo que otras tardes: ambición, dar un giro definitivo a su ‘apuntar sin terminar de disparar’. Qué buen torero es, pero qué le cuesta coger el mando en plaza de una temporada. No sé si es realmente su ambición o contempla su carrera como es su toreo: lento. Pero da rabia desde arriba que no termine de apretar a fondo desde abajo para dejar de ser el jefe de la oposición al poder taurino.

     Lo de Manzanares ya está  descubierto y visto en la Maestranza. Con el tiempo y el transcurso de las temporadas, su toreo -que nunca llegó a estar dotado de una verdad máxima- ha ido degenerando en acusar sus vicios de torear de forma ventajosa, abusando de pico, de muleta ladeada y golpe de muñeca hacia afuera. Es curioso que el segundo toro -el único bueno de la tarde- era el que le perdía pasos al torero, y era el alicantino el que le tenía que ganar los pasos al toro, pero porque el golpe de muñeca hacia afuera era tan acusado que entre muletazo y muletazo no podía haber ligazón al descolocar al animal para que siguiera embistiendo de forma continuada. Una pena no haber aprovechado con verdad a un toro que fue bastante aplaudido en el arrastre; Manzanares se llevó unas palmitas que correspondió desde el tercio.

     Morante parecía tener ganas, con el capote dejó destellos de enorme calidad, pero la nula colaboración de los astados ya ha quedado dicha. Los morantistas se quedaron sin su ración de toreo del bueno.


 DESDE EL TENDIDO 2 

Morante sanseacabó

Ignacio Sánchez-Mejías.-

     Según hemos podido leer en ABC de Sevilla, Morante de la Puebla corta definitivamente la temporada por los problemas que viene arrastrando en su muñeca derecha. La corrida de esta tarde en Sevilla, primera de San Miguel, en la reaparecía después de haberse tratado en Portugal, le ha debido demostrar que no puede seguir y que tendrá que acabar operándose. Una verdadera lástima con las ganas que teníamos de ver la corrida del domingo.

     Morante estrenó un precioso vestido frambuesa bordado en hilo blanco, con medias blancas, pero allí hubo poco toro para tanto torero. Con la capa le compuso un par de verónicas y una media de categoría, y un quite por chicuelinas de repajolera gracia, como decía el profesor Amorós, pero ahí se acabó el toro. La faena de muleta fue un querer el torero y no poder el toro, pitado en el arrastre. El cuarto fue aún peor. Un colorado de Matilla serio, como toda la corrida, que embistió descoordinado en los primeros tercios y aplomado e irregular en la muleta. Imposible el lucimiento. Morante estuvo superior con él, serio y torero.

     Manzanares sorteó un primer toro de lujo. Serio, con motor y trasmisión que no paró de embestir galopando toda la faena, eso galopando a 100 por hora. El torero estuvo decidido y valeroso, pero no consiguió templar la tremenda embestida del animal que seguía el engaño hasta donde llegara la mano. Demasiada velocidad para Sevilla. Muy aplaudido el toro en el arrastre. El trasteo, que no toreo, en su segundo, no caló en los tendidos.

     Pablo Aguado ha estado muy torero, seguro y reposado toda la tarde. Toreo caro y sereno en su primero, a un toro obediente que no dio mucho de sí. Estocada y oreja a una labor redonda. El últimos de la tarde tenía más pitones que fuerza, y a punto estuvo de ser devuelto. Falto de clase y raza, el torero estuvo muy firme con él.

     Muy mal se ha tenido que sentir Morante para cortar la temporada, pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Sólo podemos desearle y una pronta y completa recuperación para que vuelva a deleitarnos con su arte.

(www.ignaciosanchezmejias.es)


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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