REAL MAESTRANZA - 14ª Feria de Abril

Un Escribano imparable, y un ‘miura’ de nota

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Manuel Escribano ha cortado una oreja esta tade en Sevilla con los toros de Miura.

El diestro sevillano Manuel Escribano le ha cortado una oreja al mejor toro de la floja corrida de Miura. Antonio Ferrera, sin opciones, fue silenciado. Los toros de Miura se dejaron en la suerte de varas pero llegaron a la muleta con escaso juego. La corrida quedó en mano a mano por lesión de El Fandi.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Miura, bien presentados, bravos en los caballos, flojos y de escaso juego en el tercio final. El mejor fue el cuarto, un buen toro por bravura y calidad de sus embestidas. A la defensiva el primero; sin humillar el segundo; complicado el tercero; sin fuerzas quinto y sexto.
ESPADAS:Antonio Ferrera (de grana y oro), silencio, silencio y palmas.
Manuel Escribano (de verde y oro), silencio, oreja con petición de la segunda y saludos.
CUADRILLAS:  Saludaron en banderillas Joao Ferreira, Alberto Carrero y Ángel Otero.
INCIDENCIAS: Tres cuartos de plaza. La corrida quedó en mano a mano por lesión de El Fandi.


Manuel Viera.-

     Enfrentarse a tamaño desafío requiere no sólo valor, sino un gran sentido de la técnica y, sobre todo, un talento capaz de evidenciar las complejas embestidas, además de considerables dosis de ambición. Manuel Escribano posee todas estas virtudes y una enorme calidad en su clásico concepto. Habituado a lidiar este tipo de toros ha vuelto a ganar un nuevo desafío con los ‘miuras’. Si antes ya lo hizo con un gran ‘victorino’, hoy lo ha hecho con ‘Choricero’, el mejor de los toros traídos desde Zahariche.

     Está tan acostumbrado a dominar ‘miuras’ que incluso obtiene la creatividad ante el flujo de las acometidas. No fue una faena al uso, sino la demostración palpable del poder de un torero en una lidia que alcanzó la notoriedad emotiva con lo hecho y dicho. Hay que tener muchas ganas de jugarse la vida para plantarse dos veces delante de la puerta de chiqueros. Banderillear como lo hizo a sus tres toros, jugándose el pellejo en un tercer par por los adentros, citando sentado en el estribo, y quebrando la embestida en el último suspiro. Con sobriedad y sin efectismos mantuvo el tipo, el rigor y el vigor de una faena que ganaba intensidad en cada momento hasta convertirla en toda una obra templada e hilvanada sin juegos de miedo.

     Manuel lo consiguió con el cuarto, un toro de embestida humillada y bravura encastada. Su toreo viajó por la intrahistoria del valor, que no por ello dejó de resultar una lidia intensa, de enorme contenido con la diestra y de una inmensa calidad con la izquierda y, por tanto, de una gran emotividad. Una forma de torear que caló en la gente cuando se produjo el natural de mano baja e infinito recorrido. Una vez más. El resultado: una suma de momentos emocionales al límite de provocar la locura colectiva. Tanto fue que le pidieron las dos orejas a pesar de caer la espada demasiado baja. El presidente, correcto, no aceptó la petición de la segunda. La única concedida pesó lo suyo.

     El último festejo de esta gran Feria de Abril quedó en un ‘mano a mano’ entre Ferrera y Escribano por la baja de El Fandi, provocada por una dolencia lumbar. Los temidos ‘miuras’ no le plantearon mayores dificultades a estos habituales del hierro ganadero. Fueron toros bravos en los caballos. Acudieron a los petos de lejos y con prometedor galope, pero cambiarían después de forma radical en la muleta, acometiendo a la defensiva, calamocheando y mostrando la escasez de fuerzas. Sólo el cuarto propició el triunfo.

     Porque el segundo de Escribano mostró en el último tercio unas embestidas sin humillar y difíciles de dominar. Y aunque el diestro de Gerena le pudo con su firmeza y valor, la faena quedó con poco que destacar. Tampoco el sexto le valió para consumar su gran Feria. Pese a la demostración de bravura en el peto se quedó parado y sin fuerza en la muleta. Manuel lo intentó todo. Toreó con el capote de forma excelsa. Clavó banderillas con auténtica verdad. El tercer par fue de órdago, y algún que otro derechazo o natural llevaron la firma del temple. La espada quedó trasera y le ovacionaron lo intentado.

     Antonio Ferrera no pudo mostrar ese toreo sui generis que es un ejemplo de cómo ha evolucionado su concepto. La rigidez estructural ha dado paso a unas formas muy singulares en la sensibilidad que desemboca en un toreo de resonancias místicas. No lo pudo hacer con su primero, un toro, como todos, que engañó en el caballo por su prontitud y que después se defendió en la muleta con mal estilo. El extremeño se dobló con oficio para después hundir el acero hasta dejarlo de ver y hacer tumbar al ‘miura’. Tampoco el tercero se lo puso fácil. De embestida noblona, mostró su poca clase en la muleta resultando su lidia muy complicada. No fue trasteo limpio a causa del toro y del viento. Le puso ganas de agradar y todo quedó en la firmeza con la que demostró su actitud. Y el quinto fue un toro sin fuerza que se derrumbaba durante la lidia sin posibilidad alguna de faena. Antonio se lo quitó de encima con prontitud.

     La gran Feria, para recordar, ya es historia.


 AL QUITE 

Un ‘miura’ merecedor de vuelta al ruedo

Antonio Girol.-

     Se llamaba ‘Choricero’ y estaba herrado con el 63 en el costillar. De pelo cárdeno salpicado y 553 kilos. Vio las primeras luces de ‘Zahariche’ en marzo del año 19. Y desde esa fecha traía en su genoma las virtudes que desde hace más de un siglo se ha contado que tenían los toros de Miura, que en otra época toreaban las figuras: personalidad, fijeza, acometividad, emoción y transmisión. Pero este, además, humillaba una barbaridad. Lo que hizo que todavía tuviese más empaque su embestida y la faena de su lidiador: Manuel Escribano.

     Fue recibido a portagayola, para que fuese más sonada su aparición al ruedo de la plaza en la que sus criadores sienten la máxima responsabilidad. Acometió con prontitud al caballo alazán que montaba el joven Manuel Sánchez, que le colocó dos buenas varas con el toro apretando en el peto con fijeza. Antonio Ferrera lo sacó de la suerte de varas y lo lució en el quite por verónicas, y Escribano le colocó tres pares de poder a poder, siendo el último de mucha exposición y riesgo porque el toro, no lo olvidemos, era un Miura; y esa sangre indómita no admite ni errores ni alharacas innecesarias.

     En el último tercio vació toda su bravura yendo largo en una embestida vibrante por ambos pitones que hipnotizó a los tendidos. Si me piden que destaque uno, me quedo con el izquierdo. Por el que iba y venía con celo siguiendo los vuelos de la muleta de Escribano que lo toreó para él, para el público y para los ganaderos. Como deben hacer los buenos toreros.

     Tocaron a muerte y sólo la mala suerte impidió que la espada cayese en el mítico hoyo de las agujas. El sitio en el que debe caer el acero que certifique la bravura de los toros de verdad. Ese contratiempo fue la nota negativa de una faena para el recuerdo. Y ese contratiempo también fue el hándicap para que el público, empecinado en pedir una segunda oreja que a todas luces era imposible de dar por tan mala ejecución del volapié, se olvidase de ‘Choricero’ y sólo cuatro en toda la plaza pidiésemos a grito pelado la vuelta al ruedo que mereció tan magnífico continuador de una sangre mítica, tan única que es de las pocas que dan nombre a la corrida en la que se anuncian.

     ‘Choricero’ no entrará en los anales de La Maestranza por un borrón de mal escribiente, pero sí lo hará en la memoria de quienes seguimos soñando con la diversidad de encastes en ferias como esta de Abril que hoy abrochaba su ciclo con su tradicional ‘miurada’. Que así sea por muchos años. Enhorabuena, ganaderos, por regalarnos toros como ‘Choricero’.


 DESDE EL TENDIDO 2 

‘Choricero’, el toro de la Feria

Ignacio Sánchez-Mejías.-

     La corrida de Miura, en este día tan raro del lunes después de la Feria, no ha defraudado, sino todo lo contrario. Mandaron los ganaderos un encierro variado de capa, peso, hechuras, edad y comportamiento. Algunos hasta finos de cabos y otros más en ‘miura’, como el impresionante tercero. Varios aplaudidos de salida y otros en el arrastre. Con esta variedad comprenderán ustedes que ha sido una corrida muy entretenida. No hace mucho me dijeron que, de los estudios recientes realizados a la cabaña brava, Miura era de las ganaderías con menos consanguinidad, en contra de lo que se piensa. La variedad de la corrida de hoy lo corrobora.

     Entre todos ha destacado ‘Choricero’, que sólo tenía feo el nombre. Para mí, el toro de la Feria. Supongo que a algún jurado de los miles que dan premios taurinos en Sevilla, les dará reparo darle el premio por no tener que leer el acta con este nombre, aunque espero que a otros no les importe. Toro pronto en todos los tercios, fue bravo en el caballo, como toda la corrida, arrancándose alegre y peleando de verdad. En banderillas fue más ‘miura’, recortando y cambiando la velocidad, haciendo pasar un quinario al matador. Pero rompió a embestir a la muleta de Escribano con nobleza y largura. El matador lo entendió a la perfección y dio una lección de cómo torear a un toro de Miura. Desgraciadamente el bajonazo emborronó la obra y el presidente sólo le concedió la primera de las dos orejas que pidió el público. El toro era de vuelta al ruedo, pero el público estaba en la injusta bronca al presidente y el toro se fue sin honores.

     Tengo que romper una lanza por el presidente Fernando Fernández Figueroa. No se pueden dar dos orejas en Sevilla con una estocada tan baja, por mucho que la pida el público, que parece más preocupado en que el toro caiga rápido de cualquier manera (carne al suelo, que dicen ahora) que en que la suerte se haga de forma ortodoxa y se mate por arriba. Hace tiempo que vengo diciendo que si se dan orejas con bajonazos, pronto la estocada arriba será una rara avis.

     El primero de Escribano, un precioso cinqueño escurrido de carne, era pronto y alegre en sus embestidas; eso sí, en cada una de ellas le tiraba dos cornadas a la muleta. Muy meritorio el trasteo del torero que terminó con una estocada baja. El último también era un cinqueño fino pero más en ‘miura’. Faena irregular, con algún derechazo largo y mandón, pero sin tomar altura. En general, muy bien la actuación Manuel Escribano, que recibió a dos toros a portagayola y puso sus pares de banderillas.

     Ferrera ha sorteado el lote con más kilos y caja. Su tercero era un tren de mercancías al que salió a recibir sin ninguna probatura; sólo por eso ya se merecía una ovación. En la muleta se dejó dar poca coba. Su primero iba franco por el pitón derecho, dentro de lo que significa este término en un ‘miura’, pero el torero no llegó a confiarse. El quinto tuvo poca fuerza y mucho sentido. Lo mejor, la estocada final.

     Bien en general las cuadrillas, algún picador fue aplaudido, y los banderilleros bien colocados y atentos, al igual que el sobresaliente, Fernández Pineda, una garantía.

(www.ignaciosanchezmejias.es)


 LA VOZ DEL ABONADO 

Se acabó la diversión: llegó el comandante y mandó parar

Unión taurina de abonados y aficionados de Sevilla.-

     Esta tarde nos acordamos de aquella canción de la revolución comunista cubana titulada ‘Y en eso llegó Fidel’ cuyo estribillo decía así «se acabó la diversión. Llegó el comandante y mandó parar». En la Maestranza ha debido pasar algo parecido porque ayer y hoy se acabó la diversión orejera en la plaza y dos presidentes con escasa personalidad taurina cambian el pañuelo generoso y sin sentido por decisiones serias acorde con la categoría de la plaza. Ciertamente recibieron dos sonoras broncas que los aficionados consideramos dos medallas de mucho mérito. Bienvenido este cambio y que no sea un espejismo. Ya veremos en San Miguel…

     Miura, quien te ha visto y quién te ve. Ya va siendo hora que este hierro deje de vivir de las rentas y vuelva a la senda de aquel toro que imponía miedo y mucho respeto. Esta tarde el toro segundo era una auténtica sardina. Los lidiados en cuarto y sexto lugar eran también impropios de cualquier plaza de primera y solamente primero, tercero y quinto estaban dignamente presentados y en el tipo de la casa. Todos han sido flojos, entrando algunos de lejos al caballo y otros siendo colocados de mala manera por sus lidiadores. El castigo en varas, como todas las tardes, un engaño. A pesar de ello aplaudida la simulación por el orejero público que solicitó segunda oreja para Escribano en el cuarto, petición que fue bien denegada por uno de los presidentes veletas que tenemos la santa paciencia de aguantar. De una vez por todas, señor Fernández Figueroa, sea coherente y serio y mantenga siempre la línea de exigencia de esta tarde. Aguante las broncas. Escribano mereció una oreja pues había mayoría de petición y ya está.

     El resto de los toros, flojos, cabeza alta, pasaban, no embestían, duraban poco. Con este material, tanto Ferrera como Escribano poco pudieron lucirse. Los ‘miuras’ aburrían; ni trasmitían emoción ni sensación de riesgo.

     Otra cuestión: Escribano debe mejorar en banderillas para no tener necesidad de coger el olivo por no medir bien los terrenos.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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