REAL MAESTRANZA - 13ª Feria de Abril

Daniel Luque, valor y verdad

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Buen natural de Daniel Luque a un toro de La Quinta.

El sevillano Daniel Luque confirma su buen momento y corta la única oreja de la tarde de Feria en la Maestranza. Decepcionante corrida de la ganadería de La Quinta. El Juli, vuelta al ruedo tras petición de oreja. La Feria de Abril acaba para Pablo Aguado sin el esperado triunfo que se proponía.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de La Quinta, bien presentados y faltos de casta. El mejor, el primero, con clase en su noble embestida; soso y con poco fondo el segundo; muy parado el tercero; sin vida el cuarto; tardo, aunque de buenas embestidas, el quinto, complicado el sexto.
ESPADAS:Julián López ‘El Juli’ (de verde y oro), vuelta al ruedo tras petición de oreja y silencio.
Daniel Luque (de naranja y plata), silencio y una oreja.
Pablo Aguado (de nazareno y oro), silencio y silencio.
CUADRILLAS: Saludó en banderillas Iván García.
INCIDENCIAS: Casi lleno.


Manuel Viera.-

     Hacer el toreo de forma tan contundente viene a establecer un nuevo techo en la definición de una tauromaquia que desemboca directamente en la emoción. Un toreo que no hace más que multiplicar sus virtudes y ampliar la capacidad de un torero que estaba llamado a protagonizar algunos de los momentos más intensos en la decepcionante tarde de los esperados y deseados ‘santacolomas. de La Quinta.

     Daniel Luque es un torero que necesita torear despacio. Disfrutar del trayecto del templado muletazo haciéndolo infinito. Además, lo que hace atractivo el toreo del sevillano es la atinada mezcla de valor, buen gusto y, sobre todo, verdad. Unas formas en las que concentra una tauromaquia de emotivas historias. El diestro de Gerena supo situarse por encima de los excelsos detalles, por maravillosos que fuesen, para construir faena con lógica estructura y de una intensidad extraordinaria al toro más destacado del bien presentado, aunque desilusionante, sexteto enviado por la familia Martínez Conradi a la Maestranza. Con una deslumbrante versión del natural claramente emocionante comenzó la lidia del quinto toro. Una interpretación interiorizada, sentida, sobria y contenida del toreo de izquierda. Un toreo de gran brillantez y expresividad.

     En todo caso, hubo también momentos de excelencia en el clasicismo refinado del toreo diestro en los escasos muletazos posibles. Asimismo, completó su obra con el excepcional toreo de izquierda. Fueron naturales reposados, hondos, puros que rasgaron el silencio de la plaza para convertirse en voces de un universo de emociones. Y unos remates de pecho que iban al hombro contrario colmados de sutileza. Toda una lección de valor y verdad en el epílogo de una lidia hecha y dicha entre los pitones. La estocada resultó fulminante y la oreja paseada tenía peso de oro.

     Fue lo mejor, porque el ilusionante encaste defraudó em líneas generales. Corrida de aceptable presentación, muy igualada y bien hecha, pero con manifiesta escasez de casta. Bien es verdad que se le castigó en varas como no se ha hecho en toda la feria, ¿algo se temía? Pero no resultó. La sosería de las embestidas dentro de la nobleza fue nota predominante del encierro.

     Así, Luque, con el segundo, lidiado como sobrero, de sosa embestida y justa fuerza, trazó muletazos con ambas manos sin que la técnica y el talento en la ejecución diesen sus frutos. Todo resultó sin emoción. Con la espada no falló.

     El Juli tardó una enormidad en encontrar el sitio y cómo podía mandar en la acometida noble del primero. Demasiadas probaturas en un toreo anodino y con tintes banales que empezaba a aburrir. Fue al final de la lidia cuando sometió las embestidas y transformó el toreo diestro en emoción. El resultado de la lidia fue esta suma de momentos que dio como resultado, tras las estocada trasera y caída, una abrumadora petición que el presidente no atendió. Tal vez don Gabriel llevara razón, pero el vaivén en las decisiones no le salvan de sumar otra polémica.

     El cuarto, que se llevó todos los puyazos que no se han dado en la Feria, llegó a los inicios de faena sin vida. Al Juli le silbaron y le obligaron a coger la espada que, por cierto, utilizó fatal.

     Y a Pablo Aguado se le fue la Feria entre dudas y sin el necesario triunfo que tanto precisa. El sevillano necesita volar porque tiene alas para hacerlo por alturas. Le urge mostrar su tauromaquia de una manera firme y sin titubeos. Y no lo ha hecho. No fue bueno el tercero, un toro noble, ayuno de casta, que muy pronto se le quedó parado. Le trazó muletazos con su acostumbrada despaciosidad y diferencial concepto, pero carentes de emoción. Más pudo hacer con el complicado sexto, un toro con un molesto calamocheo al que no supo entender. Además, el molesto viento le hizo desconfiar. En septiembre volverá. Tal vez entonces será.


 AL QUITE 

Me acojo a La Quinta enmienda

Antonio Girol.-

     Seguro que más de uno de ustedes ha escuchado en las películas americanas de juicios aquello de: «el acusado se acoge a la quinta enmienda», referido al derecho que toda persona tiene para no auto incriminarse de un delito. Si esta tarde hubiesen podido, los Conradi también se habrían acogido a la televisiva enmienda para así no verse obligados a testificar en su contra. Enviaron a Sevilla una corrida preciosa de lámina y hechuras, escogida con tiento por ser una fecha especial para su casa ganadera y, como ocurre casi siempre que hay mucha expectación, el juego de los toros no terminó de romper en algo grande. De ahí que tengan el derecho que la quinta enmienda concede de ser juzgados en un proceso ante el gran jurado. Y qué mejor jurado que el de los tendidos de la Maestranza, llenos de aficionados que acudieron a ver el juego de los cárdenos quinteños. Y estoy convencido de que si pudieran manifestar su parecer, una amplia mayoría de aficionados demandaría el perdón para ellos y su regreso.

     Me jode -y perdonen la expresión- que la de esta tarde haya sido una corrida sin chispa. Sin esa chispa que aletea con fuerza en la sangre santacolomeña, porque soy un enamorado de este encaste y porque creo fervientemente que las ferias de postín, como la de Sevilla, deben ser un muestrario de castas y encastes. Si bien es cierto que hubo dos toros con posibilidades de triunfo: el primero, aplaudido de salida; y el quinto, con el que Luque mostró en su Sevilla el idilio que tiene con este hierro. Los otros cuatro (sobrero incluido) no han dejado contentos a nadie.

     Por eso yo también me acojo a la quinta enmienda, y solicito al gran jurado que haga saber al Juez Valencia, que lo mismo que a otros hierros comerciales se les ha permitido repetir y repetir en sucesivas ferias hasta conseguir que traigan un encierro potable, su veredicto tenga idéntico criterio y a la ganadería de La Quinta se le permita regresar para, de esa manera, enmendar en una próxima comparecencia el juego de sus astados. Y, de paso, seguir abriendo el abanico de sangres que transiten por este ruedo. Ojalá que así sea.


 LA VOZ DEL ABONADO 

La muleta de Luque

Unión taurina de abonados y aficionados de Sevilla.-

     Muy esperados los toros ‘santacolomeños’ del hierro de La Quinta esta tarde en Sevilla. Han decepcionado tanto en su presentación como en el juego que han desarrollado. No se puede venir a una plaza de primera con toros sin cara propios de plazas de pueblo, pero como Sevilla imita a Olivenza, esto puede ser hasta normal. Si buscamos algo positivo en estos toros, ha sido su buen comportamiento en la suerte de varas sobre todo en las primeras entradas. Peleaban y empujaban bien. La segunda vara ya fue más parecido a la simulación. En la muleta hubo un poco de todo. Embestidas pastueñas a lo mejicano como los tres primeros, y con complicaciones los tres siguientes.

     Juli, en su primero, se hartó de dar muletazos a un toro que pasaba, no embestía. Son dos cosas distintas. Emoción cero. Esta labor enardeció al generoso público maestrante, pero no calentó al presidente ‘influencer’, que negó la oreja al Juli. Bronca al usía. A el Juli no le debió gustar su segundo, pues lo llevó al caballo tres veces. El toro, reservón y gazapón, no tenía un pase de muleta y aquello acabó pronto.

     Pablo Aguado no ha gustado. Únicamente unas bellas verónicas rematadas con una excelente media es lo más reseñable en su haber. Con la muleta en su primero, toro que también pasaba sin emoción alguna, no supo atacarle para poner lo que carecía el animal, y en su segundo muchas probaturas y muleta a media altura que no solventaban los problemas del toro. El astado podría haber servido, pues una serie con la derecha y muleta baja resultó excelente, pero ya era tarde con el toro casi parado.

     Luque demostró en su anterior tarde que se encuentra en un momento cumbre. Posee una muleta poderosa que templa y acaricia las embestidas. Su faena al quinto fue para quitarse el sombrero. El toro parecía que no iba a servir pero lo fue consintiendo y enseñando el buen camino hasta conseguir bellas series de naturales, limpios y con mucho mando. Toreo puro que pone a la plaza de acuerdo total para pedir con fuerza una oreja de mucho mérito.

     Buenos pares de banderillas de Iván García.


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