REAL MAESTRANZA - 5ª Feria de Abril

Cumbre de Escribano con un ‘victorino’ de vuelta

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Manuel Escribano, con las dos orejas ganadas tras la importante faena al quinto toro de Victorino Martín.

El sevillano Manuel Escribano vuelve a triunfar en Sevilla con los toros de Victorino Martín y le corta las dos orejas a un gran toro lidiado en quinto lugar. Interesante corrida de Victorino Martín, con juego muy variado. Manuel Jesús ‘El Cid’, que reaparecía, y Emilio de Justo lograron cortar sendas orejas.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victorino Martín, bien presentados, de bonitas hechuras, bravos y encastados. Noble sin humillar el primero; muy complicado el segundo; de extraordinario pitón izquierdo el tercero; bravo, aunque reservón, y buen pitón derecho el cuarto; humillador y de gran calidad en sus embestidas el bravo quinto, premiado con la vuelta al ruedo; complicado por agresivo el sexto.
ESPADAS: –Manuel Jesús ‘El Cid’ (de tabaco y oro), vuelta al ruedo y una oreja.
Manuel Escribano (de verde oscuro y azabache), saludos y dos orejas tras aviso.
Emilio de Justo (de corinto y azabache), oreja y saludos tras aviso.
CUADRILLAS: Saludó en banderillas El Lipi.
INCIDENCIAS: Casi lleno.


Manuel Viera.-

     Decididamente hay tardes de toros que subliman el objeto en el que se basan. Lo sucedido hoy trata de ello. No de dilucidar si hubo rigor en el resultado y si este fue plausible o no por la concesión de los apéndices, sino que la importancia está en que se ha sentido el toreo y ha salido el toro. Que lo visto ha sido embaucador, que todo ha ido más allá de un bonito muletazo diestro, o natural, ejecutado a una embestida brava o complicada.

     Apenas se recuerda otra cosa igual que el lento e imponente toreo diestro de Manuel Escribano a un gran toro de Victorino Martín. Su toreo, al bonito quinto del ganadero de ‘Las Tiesas’, se desgranó por medio de un pulso rítmico y elegante, por una armonía en los muletazos y por una lentitud en el trazo que pareció parar el tiempo. No he visto nunca torear tan despacio al sevillano de Gerena. Cada natural, cada muletazo diestro en redondo, irreproducibles, estuvieron construidos sobre la luminosidad de un fondo de autenticidad sobre el que conviven el valor y el talento. Algo inaudito. Y es que Escribano, colosal en banderillas, resumió a la perfección la esencia de su toreo. Empeñado en crear una obra mutante basada en la verdad de su concepto. No se puede entender esta manera de hacer el toreo sino es con los sentidos. Una lidia colmada de inspiración y convicción. Un toreo realizado con grandes dosis de un temple colosal que se tradujo en muletazos de órdago con la muleta peinando el albero. Además, con una sensibilidad en el pase de pecho que se manifestó en el despacioso recorrido hasta alcanzar el hombro contrario antes de que la trincherilla y los remates por bajo revelaran el magisterio de su creador.

     Manuel, que sudó tinta para someter al complicado segundo, hasta lograr dominar las peligrosas acometidas con la mano derecha consiguiendo un toreo diestro de altura, llenó de intencionada pureza la faena al bravo quinto con la que desbordó la emoción en los tendidos. Un toreo conmovedor e impecable en cada uno de los trazos. Un toreo que transmitió una transparencia que dio forma y sentido a una faena maciza. La estocada no hizo más que certificar las dos orejas y la gloria para Escribano.

     La tarde fue de las que hacen afición. La corrida de Victorino Martín cumplió con las expectativas y a nadie defraudó. Toros con las complicaciones de la casta y toros bravos que necesitan de toreros dispuestos. Y ambas cosas las hubo en una función maratoniana que duró tres horas. Y nadie se fue.

     Y es que lo experimentado en la Maestranza no es sinónimo de aburrimiento, ni mucho menos, sino de todo lo contrario motivado por la complejidad de toros exigentes que proporcionaron lidias crepitantes, cercanas, peligrosas por amenazantes embestidas, y, sobre todo, apasionadas.

     También resultaba difícil imaginar versión más pura y honda al natural que la realizada por el reaparecido Manuel Jesús ‘El Cid‘ al reservón, aunque bravo, cuarto toro de Victorino. La calidad de la obra fue elevada y de ahí cabe deducir que estas formas de hacer y decir el toreo del diestro de Salteras han tenido su tiempo de maduración. La faena por el pitón izquierdo, la excelencia en la embestida del interesante toro, irradió el talante sereno de quien regresó a la plaza de sus triunfos sobrado de toreo. No le humilló el primero, pero Manuel le pudo en una faena intermitente, aunque sugestiva, con un toreo de izquierda de excelente nivel en el infinito trazo. Lo hecho por El Cid elevará su ánimo para encarar la ilusionante temporada de su vuelta a los ruedos.

     Emilio de Justo tuvo fe en el triunfo y entusiasmó con un ramillete de naturales, hondos y de largo recorrido, con los que brilló con luz propia. Colosal el extremeño con la muleta en la izquierda con este otro buen ‘victorino’ de notable pitón izquierdo, lidiado en tercer lugar. Toda la lidia estuvo plagada de un valor profundo. El temple actuó como hilo conductor para crear una faena de intensos momentos de puro clasicismo dentro de la desigualdad. E incluso lo mostró con la derecha en un alarde de poderío y saber. Hundió la espada y paseó el apéndice.

     El sexto resultó muy complicado por su agresividad en las acometidas. El morlaco no admitió ni un solo pase con la mano izquierda. Pero sí con la derecha. La utilizada por Emilio para deleitar con una lidia reducida al toreo diestro, servida con transparencia y sin perder un ápice de expresividad y calidad. Faena épica que no supo rematar con la espada


 AL QUITE 

Blanca

Antonio Girol.-

     Victorino es sinónimo de triunfo. Eso lo saben muchos aficionados de verdad a los que el bolsillo no les da para más que una o, a lo sumo, dos corridas del ciclo y por eso se apuntan a ella. Puede que algún año no haya premio, pero por lo general rara es la Feria en la que no hay recompensa. Por eso, los que han vuelto a dejar su ficha en la casilla del 22, volvieron a apostar a ganador. Y ganaron. El premio: poder ver a los tres espadas tocar pelo cárdeno. Pero sobre todo contemplar al toro que transmite. Aunque en esta ocasión la presentación de los ‘victorinos’ no estuviese tan cuidada como otras veces.

     Una de esas personas que obtuvieron premio fue Blanca. Blanca tiene la mirada clara y pura de quien transita por la adolescencia con toda la vida por delante, no en vano tiene catorce preciosos años. Se le nota educación hasta en la forma en que camina. Habla poco, pero escucha con mucha atención. Lo que denota que tiene el don de la inteligencia. A Blanca la llevó Manu, pareja de su madre, el jueves a los toros. Era su primera vez. Se vistió con la sencillez que mandan los cánones, nada de ir disfrazada. Accedió a la plaza con tiempo suficiente para tomar asiento en su escaño sin molestar a nadie. Observó y preguntó todo aquello que ignoraba y quería aprender. Y se emocionó viendo a Daniel Luque en el quinto toro hasta el punto de que a la salida le dijo a Manu que le gustaría repetir. Y Manu pensó, si viendo lo que Luque ha hecho al del Parralejo se le han saltado las lágrimas, tengo que llevar a la niña a que vea al toro que transmite respeto. Y sacó dos entradas, de nuevo en sol como el jueves, para que Blanca supiese qué era eso de lo que tanto hablan los aficionados de que hay unos toros grises a los que se aplaude cuando salen a la arena.

     Y Blanca vio además cómo la afición de Sevilla recibía con gratitud y respeto al Cid en su reaparición en el ruedo maestrante hasta obligarle a saludar una cerrada ovación al romperse el paseíllo. Pero sobre todo ha visto y aprendido lo que es torear con la mano izquierda porque tanto el veterano diestro de Salteras como sus compañeros Manuel Escribano y Emilio de Justo han dado una masterclass de qué es, y cómo se ejecuta, el toreo al natural ante astados encastados que embestían cada uno de manera diferente.

     En el cuarto aprendió cómo se ejecuta el trazo largo del natural templado en las manos de un maestro como es Manuel Jesús ‘Cid’. En el tercero pudo ver cómo se da el natural de frente, cargando la suerte, encajando los riñones y con la figura vertical de Emilio de Justo. Y en el quinto llegó el éxtasis y se volvió a emocionar. En esta ocasión con las embestidas al ralentí de ‘Patatero’ que cogía, una y otra vez, humillado y con dulzura los vuelos de la muleta de Escribano para que el de Gerena reverdeciese laureles recordando el indulto de su padre: Cobradiezmos.

     Y vio, y comprendió, cómo todo eso se hacía ante toros de verdad, de los que no perdonan el error, a los que hay que someter para doblegar su indómita bravura. Sin aspavientos ni alharacas de cara a la galería, sin más engaño que el de un trapo rojo con el que esperar el tempo suficiente para que el toro pase o se frene.

     Blanca esta tarde ha vuelto a emocionarse, era de esperar. Quiere seguir conociendo este rito ancestral. Volverá a la Maestranza. Y lo hará más madura en lo taurino, pero aún con la inocencia de sus catorce años. Gracias Blanca por hacer que yo también me emocione contigo.


 LA VOZ DE LOS ABONADOS

Muchas como esta

Unión taurina de abonados y aficionados de Sevilla.-

     Es obligado comenzar con un asunto de ayer que viene a corroborar algo que venimos manteniendo desde hace varias temporadas y es que la plaza de toros de Sevilla la han convertido en un coso al que se le ha perdido el respeto a lo más importante que tiene la tauromaquia que es el toro. Esto no es de ahora, pero precisamente ayer se puede demostrar con documentos palpables. Se lidiaron dos toros aprobados en una plaza de pueblo, con todos los respetos para Olivenza, pero en cuya plaza el nivel de exigencia deja mucho que desear. El presidente de ayer, Fernando Fernández-Figueroa, por dignidad y vergüenza torera debe dimitir de inmediato y de no ser así debe ser cesado por quien lo nombra, en este caso el responsable político taurino Ricardo Sánchez.

     Llueve sobre mojado con este presidente en su trayectoria. Reconoce un novillo que al día siguiente se lidia como toro. Reconoce toros con menos de 24 horas para la corrida. No aguanta la más mínima presión para mantener la categoría de la plaza. En su conciencia lleva que el declive de la Maestranza se debe, entre otras circunstancias, a decisiones cruciales que considera aplicar alejadas del mínimo rigor reglamentario. Y si no queremos el triunfalismo exagerado de ayer, si queremos tardes como la de hoy.

     Se han lidiado ‘victorinos’ muy terciados, propios de plaza de segunda como es la Maestranza. En eso acierta el presidente Luque Teruel. Es coherente aprobando estos animales de trapío de segunda para plaza de segunda. Pero tratándose de ‘victorinos’, la relación escasa-presentación igual a escaso-juego no se cumple y eso es de agradecer. Los seis toros han mostrado comportamiento variado y siempre mantuvieron la atención del aficionado. Un dato: la corrida duró casi tres horas y a nadie le resultó pesada. Toros muy toreables y suaves, como el primero y el cuarto. Lote de El Cid que sabe aprovechar. Firma bellos naturales marca de la casa, y un mando y veteranía que en el conjunto de su tarde le hacen conseguir un trofeo.

     Escribano es torero siempre entregado y bullidor. Busca con insistencia el triunfo y eso es lo que hizo con su primero. Pelear, atacar, decirle al toro que él mandaba más, pues el astado lo mismo se revolvía con fiereza que le buscaba los tobillos. Allí había verdad y emoción. Su segundo toro era noble, arrastraba la cara por el albero, pero había que hacerle todo muy bien para conseguir bellos muletazos, limpios y muy despaciosamente. La faena fue de mucha belleza porque la estética y el temple sobresalían. Aunque la estocada entera cayó algo trasera, causó efecto fulminante. Se pidieron con fuerza dos orejas que fueron concedidas. Significar también que Escribano ha mejorado en banderillas. Reúne bien los palitroques y clava en la cara.

     El extremeño Emilio de Justo tuvo un buen primer toro de su lote. El ‘victorino’ alarga la cara en la muleta y ejecuta dos buenas tandas de naturales. Estos toros suelen cambiar y el animal presenta cierta aspereza. La faena entra en una fase algo irregular. Estocada algo caída y oreja generosa de plaza del montón. El sexto y anovillado ‘victorino’ no parecía que fuera a servir en la muleta, sin embargo el animal tira de exigencia y pone un difícil examen a su matador. Éste, poco a poco, lo va sometiendo a base de firmeza y mucho poder. Por la izquierda no tenía un pase, pero por la derecha resultó más potable y ahí lució Emilio. Mató mal y ojalá vengan muchas corridas como esta.


GALERÍA GRÁFICA (Pagés)

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