El malagueño Santana Claros, el sevillano Jesús Álvarez y el salmantino Manuel Diosleguarde saludaron al recibir escasas palmas tras la lidia. La novillada de José Luis Pereda resultó noble y mansa, con escasa posibilidades de lucimiento. Poco público en en una noche de calor asfixiante.
SEVILLA / Novillada
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de José Luis Pereda; desiguales de presentación, nobles y mansos. El mejor, el noble primero; muy soso, el segundo; manso y a la defensiva, el tercero; noble y pronto, el cuarto; manso el quinto; manso y complicado el sexto.
NOVILLEROS: –Santana Claros (de blanco y oro), silencio y saludos tras aviso.
–Jesús Álvarez (de azul marino y oro), saludos y saludos.
–Manuel Diosleguarde (de nazareno y oro), saludos tras aviso y silencio.
CUADRILLAS: Saludaron tras banderillear Elías Martín y Juan Márquez.
INCIDENCIAS: Un cuarto de plaza.
Manuel Viera.-
Poco, casi nada, sucedió en esta vuelta de las novilladas de abono a las noches de los jueves de junio a la Maestranza. El manso, flojo y descastado encierro de José Luis Pereda, unido a unos novilleros necesitados del triunfo, que hicieron su esfuerzo, aunque sin la consistencia necesaria para obtenerlo, convirtió la calurosa noche sevillana en un suplicio de más de dos horas de cansino espectáculo.
Novilleros con muchos años en el escalafón, con conceptos definidos, y con el sueño aún intacto de ser alguien importante en esto. Algo tan difícil que se antoja una utopía conseguirlo. Porque Santana Claros ha cumplido una década en el escalafón de novilleros. Son muchos años y su toreo se diluye en un querer y no poder. La lidia del primero, un utrero de escasa presencia, noble, de poca fuerza, pero que acudía a los engaños sin demasiadas complicaciones, resultó anodina. Dos verónicas con ritmo, algún que otro detalle al natural y un bonito cambio de mano, intuyeron el buen gusto de sus formas. Sin embargo, cada trazo dibujaba una línea recta con tendencia hacia fuera que le quitaba autenticidad a lo hecho.
Tampoco con el noble cuarto tomó vuelo una faena basada en la mano izquierda. Iguales defectos se le apreció en cada uno de los muletazos. Bajó la mano y arrastró la muleta sin conseguir hilvanar una faena que pecó de desigualdad. Unos estatuarios en el prólogo y algún que otro natural fueron lo más destacado de una lidia que no tuvo final con la espada.
Jesús Álvarez llegó a pedir una oportunidad en las puertas de esta misma plaza. Ayer la tuvo. Y aunque lo intentó todo, casi nada consiguió. Se fue a los medios y se postró de rodillas para recibir al soso segundo. El inicio de faena genuflexo concibió esperanzas, pero todo se difuminó después en el hacer del sevillano. Inseguro, lo intentó sin que su toreo trascendiera a los tendidos. La estocada, lo mejor.
El quinto manseó en el peto y fue pronto a los engaños, aunque con un punto de sosería. Jesús se centró en el pitón izquierdo, consiguiendo algún natural de buen trazo y mano baja, otros resultaron enganchados. Lo dio todo por agradar y por conseguir su objetivo. Pinchó y le agradecieron con palmas el esfuerzo.
Más decidido y seguro se mostró Manuel Diosleguarde con el tercero, un novillo manso y a la defensiva que no le puso las cosas fáciles. Con todo, logró templar las complicadas embestidas en los primeros muletazos diestros mostrando lo más significativo de su concepto. También el natural le dio sentido a una lidia que no acabó de alcanzar la nota deseada. Con los aceros estuvo mal.
Y el sexto fue el peor de la novillada, un manso sin clase, al que se picó mal y se lidió peor. El salmantino intentó hacer faena de todas las maneras. Un novillo distraído, a su aire, que salía de la suerte con la cara alta, no le dejó ilustrar siquiera detalles de su concepto. Mató mal y todo quedó en silencio. Como en silencio y calurosa se marcharon la poca gente que acudió a degustar el toreo y soportó una noche de calor de agosto.