El mexicano Isaac Fonseca ha cortado dos orejas al sexto de la desigual novillada de Núñez de Tarifa, un utrero bravo y con emoción, al que le cimentó faena en los medios. Jorge Martínez dio ambas vueltas al ruedo y el sevillano Manolo Vázquez, al que se le esperaba con ilusión, ha sido silenciado.
SEVILLA / Novillada
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de Núñez de Tarifa; desiguales de presentación y hechuras. Noble sin humillar, el primero; soso y sin empuje, el segundo; complicado, distraído y a su aire, el tercero; noble y sin calidad, el cuarto; complicado y transmitiendo, el quinto; noble y bravo, el sexto.
NOVILLEROS: –Manolo Vázquez (de purísima y oro), silencio y silencio tras aviso.
–Jorge Martínez (de fucsia y oro), vuelta al ruedo y vuelta al ruedo.
–Isaac Fonseca (de verde y oro), saludos y dos orejas.
CUADRILLAS: Destacaron en banderillas Fernando del Toro y José Chacón.
INCIDENCIAS: Menos de media plaza. Se guardó un minuto de silencio en memoria del diestro recientemente fallecido Miguel Báez Spuny ‘Litri’.
Manuel Viera.-
Lo imprevisible de la lidia, la forma de poderle a unas complicadas embestidas, cautivaron a un público entregado. Muy seguro y con enorme valentía, no cedió ni un ápice de terreno hasta conseguir doblegar las difíciles acometidas cuando la raza impera. Su concepto viajó por la intrahistoria del valor que, por ello, no dejó de resultar interesante en un toreo que supo transformar en emoción, revelando una forma de hacerlo y decirlo que engrandeció su actitud. Y es que Isaac Fonseca encontró en las complejas y bravas embestidas del sexto de Núñez de Tarifa terreno propicio para forjar una faena, densa, concisa, emotiva y con una sugerente mezcla de arrestos y ambición.
Faena que fue de esas que ilustran el valor. Valor que se fundió con la pulcritud de un toreo, de por sí complicado dada la exigente acometida, con el que acabó convenciendo y enloqueciendo a la gente. El novillero mexicano exhibió su ambición para manejarse con soltura en esas largas cambiadas de hinojos delante del portón de toriles. Después, aunque sus formas no cultivan las calidades sedosas y aterciopeladas del ‘artista’, sí mostraron matices incisivos y penetrantes que le hacen ser un torero auténtico y distinto. Con habilidad supo hacerse dueño y señor de la lidia hasta conseguir profundos muletazos, ora con la derecha, ora con la izquierda, hilvanando series sin solución de continuidad. Los cambios de manos y los de pecho demostraron claridad de ideas, intensidad en la lidia y un ritmo incisivo en el natural que entró por derecho propio en la gente.
Con sobriedad y sin efectismos mantuvo el tipo, el rigor y el vigor de un trasteo que ganaba intensidad mientras se aproximaba un final epilogado con ayudados por alto y por bajo que pusieron colofón a una obra resuelta de manera contundente con la espada. Las dos orejas no se hicieron esperar.
Fue lo más destacado de una tarde que trascurría por los derroteros de la sosería de un ganado de escasa casta y acostumbrada nobleza. Utreros a la defensiva, sin humillar, mansos y, además, de muy desigual presentación y hechuras. No fue buena la novillada de Núñez de Tarifa. Pese a ello, quiso y no pudo el mexicano con el distraído y complicado tercero. Meció el capote con despaciosidad y supo mandar la compleja embestida hasta conseguir trazar algún que otro notable natural. Finalizó la lidia con ajustadas bernardinas y con una espada que fue un cañón. Es para volverlo a ver.
Al noble segundo le faltó empuje. El mínimo para que Jorge Martínez hubiese intuido lo mejor de su toreo. Lo atisbó a la verónica de manera emotiva. Unos lances que alcanzaron su epicentro en la equilibrada simbiosis entre la despaciosidad y el ritmo. La media fue de lujo. La faena, versión rigurosa y fiel a su clásico concepto, pero no alcanzó la intensidad ni el apasionamiento deseado. Demasiado desigual en su totalidad. Hundió la espada y se marcó una vuelta al ruedo tras una leve petición.
Tampoco pudo conseguir su deseo con el noble y a la defensiva quinto novillo. Un soso animal al que toreó genuflexo en un esperanzador comienzo de faena que fue perdiendo intensidad en el transcurso de la lidia. No obstante, sobresalieron hondos muletazos diestros y aislados naturales de categoría superior. La desigualdad del trasteo acabó con fallo de aceros. La vuelta al ruedo resultó excesiva.
A Manolo Vázquez se le esperaba con ilusión. Su toreo, extremadamente sensible, es deseado por el sólo placer de la naturalidad de su concepto. Un toreo que se le atisba, la calidad suficiente para que trascienda… pero que necesita de unas embestidas muy especiales para que así sea. El novillero de dinastía ya dejó muestras con su peculiar capote, e igual lo hizo en el trazo del natural. Detalles, sólo detalles, ante un novillo -el primero- soso, noble y sin humillar.
Parecida circunstancia tuvo la lidia del cuarto. Un utrero que iba y venía con nobleza cansina. El sevillano hizo un gran esfuerzo por agradar. Y, pese a su inseguridad, dejó muestras de un toreo de buen gusto y excelsos detalles. Con la espada estuvo muy mal.
AL QUITE
La liga de novilladas da frutos
Antonio Girol.-
Poco a poco todo vuelve a la normalidad. Tras dos años de obligada restricción pandémica, la Maestranza vuelve a abrir sus puertas las tardes de domingo de mayo para esa ‘rara avis’ que hoy en día son las novilladas con caballos, ausentes de la inmensa mayoría de ferias y plazas de primera y segunda, a excepción de unas pocas.
Por eso, el pasado ejercicio la Fundación Toro de Lidia tuvo que inventarse una Liga de Novilladas, con el fin de que hubiese un puñado de estos festejos, aunque fuese en plazas de pueblos, y que resultó interesante para el aficionado (el público ya se sabe que no va a estas cosas) y estimulante para los novilleros.
De hecho, dos de los cuatro finalistas de 2021 hacían hoy el paseíllo en el coso del Baratillo. Y al tercero, Manolo Vázquez, igual le hubiese venido bien hacer ese peaje en su momento. Sobre todo por contraste de tauromaquias, al ser la suya tan genuina. En aquella final, el trofeo al vencedor fue para Isaac Fonseca, lo mismo que esta tarde también se ha llevado las dos orejas de un sensacional novillo de Núñez de Tarifa, muy en lo de Osborne, con todo lo bueno que tiene esa sangre cada vez más aorillada en la cabaña brava.
Abro aquí un paréntesis para decir que si hoy en el palco hubiese habido un presidente aficionado de verdad, igual a estas horas, a ‘Ventoso’, que así se llamaba el astado, le hubiésemos podido despedir como merecía: siendo paseado por el anillo en vuelta al ruedo póstuma y no con una simple y cerrada ovación. Pero, claro, eso habría ocurrido en el caso, repito, de que en los palcos no hubiera meros burócratas y sí aficionados que se percatasen de que dar una vuelta al ruedo a un utrero de sangre Osborne en la Maestranza es insuflar aire para que ese encaste no termine perdiéndose.
Volvamos a los novilleros. Decía que Fonseca se ha llevado el doble premio en el día de su cumpleaños y de su presentación en Sevilla. ¡Qué mejor regalo que ese! Y lo ha hecho a base de exposición, raza y pundonor. Tres ingredientes que debe ofrecer siempre un novillero. Carta de presentación que el mexicano ya había mostrado este año en otras dos plazas de primera como son Valencia y Madrid. Y que en 2021 dejó patente en el ‘Alfarero de Oro’.
Cada torero tiene unas armas. Si las de Fonseca son las antes descritas, las del murciano de nacimiento y almeriense de residencia, Jorge Martínez, son las del temple. Me ha encantado lo despacio que quiere torear. Tanto con el capote como con la muleta. Y me ha gustado más en su primero porque era un novillo con ‘teclas’, con el que no era fácil interpretar el toreo que ha desarrollado. Ojo con este Martínez, que tiene mimbres y puede que Ruiz Manuel tenga más pronto que tarde a su torero por todas las ferias.
El lote malo, en todos los sentidos, se lo ha llevado Manolo Vázquez. El primero, por cierto, una raspa que aún no me explico cómo ha pasado el reconocimiento. De nuevo el palco. El novillero dinástico solo ha podido dejar gotas de esa esencia ‘vazqueña’ que corre por sus venas en el cuarto, porque el otro era ‘intoreable’. Tras pasar por San Miguel y ahora por las novilladas de posferia, a Manolo le va a tocar pisar el acelerador, sobre todo viendo cómo sus compañeros enseñan los dientes en la pelea.