El Juli ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe después de cortarles tres orejas a nobles toros de Garcigrande, premio excesivo del presidente. José María Manzanares paseó un apéndice y el sevillano Pablo Aguado fue silenciado en el conjunto de sus faenas. La plaza de toros se llenó por completo.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de las ganaderías de Garcigrande y Domingo Hernández; desiguales de presentación y muy nobles. De escasa fuerza el primero; con calidad en sus embestidas el segundo; soso y defendiéndose el tercero; mansito y noble el cuarto; bueno el quinto; distraído y rajado el sexto.
ESPADAS: –Julián López ‘El Juli’ (de fucsia y oro), dos orejas y oreja.
–José María Manzanares (de rioja y oro), silencio tras aviso y oreja.
–Pablo Aguado (de rioja y oro), silencio tras aviso y palmas.
CUADRILLAS: Destacaron en banderillas Iván García y Mambrú.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.
Manuel Viera.-
Una más, ¡y qué más da! Una Puerta del Príncipe más que suma El Juli, y van siete. Siete salidas, siete triunfos de un torero que conoce a los toros de Garcigrande como nadie. Los entiende, los hace mejores con una perfecta técnica y conocimiento de las distancias, y los torea a placer enloqueciendo a las masas. Lo hizo con los dos mejores toros lidiados en la tarde. Pero por más que sea un gozo ver hacer el toreo al madrileño, hay algo en él que no acaba de alcanzar la cima de la emoción. Algo que confunde y resta fuerza para dar contundencia a dos obras que acabaron siendo notables, pero no con la excelencia necesaria para abrir de par en par la puerta de la gloria.
Una nueva generación de gente, jóvenes en su mayoría, están llenando tendidos en días de Feria, prestos a divertirse y, sobre todo, a fotografiarse en la Maestranza para de inmediato subir las instantáneas a Instagram. Nada tienen que ver con la afición de antaño, perdida en el tiempo. Esta nueva generación -no entendida-, que acude al espectáculo por esnobismo, que aplaude lo bueno y lo malo, que saca pañuelos contagiados por las mayorías festeras, están confundiendo a presidentes tercos en cumplir a rajatabla la reglamentación sin tener en cuenta que están devaluando una de las dos más importantes plazas de toros del mundo. Y esto es más preocupante de lo que parece. Si las corridas de toros se mantienen, ahora, sin emoción, el futuro lo tienen incierto.
¿Y quién soluciona este desaguisado? Pues presidentes con criterios que sepan mantener el prestigio y la credibilidad adquirida de una plaza de primerísima categoría. Presidentes que sepan aguantar la presión de un publico pidiendo orejas a granel. Presidentes que sepan potenciar un triunfo en Sevilla.
Todo lo que hizo el Juli a sus dos toros fue precioso. Toreó despacio al primero y supo enardecer al público con ese toreo largo y despatarrado que tanto le llega a la gente. Trazó naturales, redondos, ayudados y pases de pecho larguísimos, pero además también toreó en línea y, a veces, hacia fuera. No fue tanta la emoción, ni del toro ni del torero. Notable también fue la faena al cuarto, un toro que supo entender a la perfección, pero ¡ay! ese pinchazo; aunque no fue óbice para que, sumada a las dos anteriores, consiguiera la oreja que le permitía salir a hombros a un Paseo de Colón abarrotado.
Lo demás tuvo poco color. Manzanares no está. No es el mejor Manzanares que hemos visto tantas tardes de pasión y gloria. De notable calidad fue el segundo toro de Domingo Hernández y no lo supo -o no pudo- entender. Su característico empaque ya no basta. Y en esta ocasión le faltó entrega y, sobre todo, ajuste. Y, además, mató muy mal. También tuvo un buen toro en quinto lugar. Noble y con recorrido, y sólo se ‘enfadó» con él en el epílogo de la lidia. Quizá por la inmediatez del toro al doblar, tras la estocada, le pidieron la oreja. Inaudito, la paseó.
Sin embargo, Pablo Aguado no tuvo la suerte de cara con sus toros, dos mansitos que no le sirvieron. Sólo con el sexto pudo hacer el mejor toreo de capa de toda la tarde. Aún hay verónicas no acabadas. Una verdadera delicia ver torear así de bien con el capote. Ahí sí que la plaza explosionó. Y poco más hubo de bueno. Ni con el tercero, al que mato mal; ni con el sexto, un toro distraído que se rajó tras los mandones muletazos genuflexo de inicio. Algún que otro natural con la naturalidad que le define y poco más. Hay que esperar a septiembre por San Miguel para verlo de nuevo en Sevilla.
AL QUITE
«Barato, barato»
Antonio Girol.-
Recuerdo que de niño, por mi pueblo, e imagino que por el de muchos de los que hoy lean este espacio de opinión, pasaban de cuando en cuando unos moritos (dicho sin connotación peyorativa) que portaban una canasta repleta de artículos de bazar (relojes, calculadoras, radiocasetes, transistores, linternas…) que ofrecían mientras repetían machaconamente: «barato, barato; paisa, barato, barato». Siempre había incautos que terminaban comprando el reloj de turno después del típico regateo con el vendedor, que todo amabilidad y sonrisas cuando se alejaba insistía en el «barato, barato». Y tan barato era que al final se volvía caro, porque el tiempo de vida del aparatejo solía ser breve y el comprador tenía que reponerlo por uno nuevo.
Algo así está ocurriendo en esta Feria de Abril, que las orejas son, como ocurría con la mercancía del morito, también ‘baratas, baratas’. De ahí que llevemos casi tantas Puertas del Príncipe como días feriados. La de esta tarde, si la memoria no me falla, creo que es ya la cuarta de ocho corridas seriadas. Pasa que cuando cortar la primera oreja se vuelve de una sencillez que roza las bondades de las plazas de pueblo, no hay presidente que no otorgue la segunda cuando el listón está tan bajo que lo salta un niño jugando a piola. De ahí que nada más pasear El Juli las dos de su primero, no creo que hubiese nadie en la plaza, ni siquiera el incauto que se pensaba que había ‘tangado’ al morito de los relojes, que no supiese que el de Velilla se marcharía esta tarde por la puerta del Príncipe, aunque pinchase a su segundo, que lo pinchó por cierto.
Como era de esperar que nada más que a Manzanares le tocasen ‘Cielo Andaluz’, que todavía no se la habían tocado en esta Feria, se produciría la conjunción de Júpiter con Saturno para que el público entrase en éxtasis y no viesen los trallazos en línea recta del alicantino, si no su majestuoso porte y su apolínea figura y, claro, sólo eso ya es motivo de oreja en esta Maestranza tan dadivosa.
Y así, un día tras otro, se van sucediendo las concesiones y los esportones de los toreros se llenan de trofeos, porque como ya decía el morito que pasaba por mi pueblo con sus cachivaches cuando yo era niño están «barato, barato».
LA VOZ DEL ABONADO
Burla
Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.-
La carcoma y la degradación continúan avanzando en la Maestranza. Se han propuesto cargarse el prestigio y la dignidad de un templo sagrado, y lo están consiguiendo a una velocidad endiablada. Si el presidente de ayer fue nefasto, el de hoy señor Luque Teruel lo ha superado con creces. Este presidente afecto a familia taurina y desafecto a los aficionados concede orejas cual si estuviera en la última plaza del último pueblo de esta piel de toro. Poco le importa cómo caiga la espada y la calidad de las faenas. Él, a lo suyo, indulto va indulto viene, muchas orejas y con ello record hasta ahora de Puerta del Príncipe degradada y ruinosa.
Pero el usía malo, pésimo y nefasto no tiene toda la culpa. El delegado del Gobierno que lo nombra, Ricardo Sánchez, y el político máximo responsable taurino, Miguel Briones, son corresponsables de este desaguisado. Llegaron con el PP al poder y pensamos que podrían cambiar muchas cosas en esto de los toros. Ciertamente han cambiado cosas, pero a mucho peor. Váyanse todos, dimitan por caridad taurina, no vuelvan.
La presentación de las reses de esta tarde fue, una vez más de plaza de segunda categoría administrativa, pero los precios son los más caros de España. Una burla. La suerte de varas una vez más no ha existido. Cumplen con aquello de llevar de cualquier manera los toros al caballo y después otra burla. ¿Faenas? Hubo pases -y muchos- por los tres coletudos, pero calidad, calidad… otra burla. Únicamente recordamos las verónicas que Pablo Aguado recetó al sexto de la tarde.
¿Astas? A simple vista algunos toros presentaban sus defensas demasiado obesas, pero que nadie se asuste: no habrá un paquete de cuernos camino del laboratorio. Burla, burlando, ya van cuatro.
Es de justicia reseñar las buenas cosas de los modestos que se esfuerzan en hacer las cosas bien y agradar. En esta ocasión destacar a Iván García, excelente banderillero y lidiador.