REAL MAESTRANZA - 5ª Feria de Abril

El toreo, por Antonio Ferrera

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1869
Largo natural trazado por el extremeño Antonio Ferrera a un toro de Victorino Martín.

El diestro extremeño Antonio Ferrera ha cortado la única oreja concedida esta tarde en la Maestranza, tras una notable faena al excelente quinto toro de Victorino Martín. Fue el único astado destacable, junto con sexto, de la descastada corrida de Victorino. Miguel Ángel Perera saludó una ovación.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victorino Martín, bien presentados, nobles, flojos y descastados. Noble y sin motor el primero; parado el segundo; noble y falto de poder el tercero; sin celo el cuarto; bravo y con enorme calidad en sus embestidas el quinto; de buen pitón derecho el sexto.
ESPADAS: –Antonio Ferrera (de blanco y oro), silencio tras aviso, vuelta al ruedo, y una oreja con petición de la segunda con doble vuelta al ruedo.
Miguel Ángel Perera (de coral y oro), silencio, silencio y saludos.
CUADRILLAS: Saludaron, tras buenos pares de banderillas, José Chacón, Fernando Sánchez y Curro Javier.
INCIDENCIAS: Más de tres cuartos de plaza. Tras la muerte del sexto toro fue atendido en la enfermería Miguel Ángel Perera de «cornada por hasta de toro en región dorso lumbar izquierda que afecta a musculatura paravertebral con apertura de fascia toraco-lumbar, siguiendo dos trayectorias de 6 y 8 centímetros. Pronóstico reservado». Es traslado al Hospital.


Manuel Viera.-

     No hubo equívoco que distrajera la atención en la lidia de cada uno de los toros traídos desde ‘Las Tiesas’. Aunque se tuvo que esperar hasta el quinto para dejar de dudar del sentido de la bravura de los toros de Victorino Martín. Y es que no tuvieron ni pizca de bravura, ni enrazadas acometidas hasta pasado el ecuador del festejo. El cuarteto no se movió en la estela de la casta y su falta de codicia se convirtió en preocupación y desánimo de un público que casi llenó la plaza. Sólo el cárdeno quinto, de humilladas y nobles embestidas, y el sexto, de manifiesta calidad, aunque con escaso celo, se salvaron del mal juego de la corrida.

     Pero he aquí que, con la salida del quinto, el toreo tremendo y desbordante de Antonio Ferrera se hizo presente. Un toreo que transforma al torero y produce locura colectiva en los tendidos. Lo interpretó con arrebato en una docena de expresivos lances a la verónica, hasta acabar con la media en los medios. Continuó quitando a una mano de manera singular, y explosionó con una muleta henchida de sentimiento. Antes lució al toro en la suerte de varas dejándolo lejos del caballo y obligó, de forma antirreglamentaria y populista, al futbolista Joaquín saltar al ruedo para recibir su brindis. Muy mal hecho, Antonio. La arena sólo la pisan los toreros vestidos de toreros.

     De inmediato la muleta en la mano diestra del extremeño se convirtió en suavidad y templanza extraordinaria. La línea curva viajó hacia dentro lentamente trazada con esa forma tan personal con la que reviste la escena. Y así, a bases de largos y hondos naturales, ora con la izquierda, ora con la derecha, cambios de manos, y excepcionales pases de pecho, convirtió en toreo la noble y humillada acometida del ‘victorino’ hasta que el toro se afligió. Entregado en cuerpo y alma, desmenuzó su toreo e hizo de la lidia un derroche de sensaciones. Una faena que adquirió un brillo diferente de la mano de un torero diferente. Se aproximó andando desde muy lejos, con el estoque montado y la muleta plegada al hombro, hasta llegar al toro y picharlo, se quedó empujando el estoque y la voltereta fue de órdago. En el segundo intento tumbó al toro sin puntilla.

     Ferrera le anduvo muy bien al primero y tercero de sus toros. Dos ‘victorinos’ con nobleza en sus embestidas, pero faltos de casta y escaso fondo. Al primero le aprovechó el buen pitón izquierdo con naturales profundos y sentidos. Después mató muy mal. También destacó el toreo que le realizó con la mano izquierda al flojo tercero. Fue lo mejor de los intentos de faena a un toro sin fuelle. Esta vez introdujo la espada hasta el final, con esa peculiar forma de hacer la suerte suprema.

     Miguel Ángel Perera tuvo que esperar al sexto para recobrar el ánimo. Fue el sexto otro noble toro de notable pitón derecho. Por ahí inicio una templada faena marcada por fenomenales series diestras y surcada por la emoción derivada de los cambios de manos y la despaciosidad de los pases de pecho. Lo desequilibró el cornúpeta y fue volteado de forma fea y preocuparte. Herido en la región dorso-lumbar izquierda, aguantó en el ruedo hasta acabar con templados naturales a pie juntos para rubricar lo hecho con contundente estocada.

     Ni el segundo ni el cuarto le dieron opciones de triunfo. Muy falto de casta el segundo, se paró de inmediato. Y el noble quinto acusó una falta de celo alarmante. Todo lo que intentó hacerle Perera resultó anodino y falto de emoción.


 AL NATURAL 

¡Qué fácil es atizarle a Ferrera!

Francisco Mateos.-

     Estoy convencido que a estas alturas ya habrán despellejado vivo a Antonio Ferrera. Al bueno de Ferrera. ¿Loco, raro, imprevisible? Como él solo. Pero qué fácil es arrearle al de abajo, atizarle hasta en el carné de conducir, al que está exento de poder. Le estarán criticando que haya llegado a la plaza andando con su cuadrilla por las tres calles que le distanciaban del hotel, 4 minutos andando o 350 metros según el Google Maps. Le estarán criticando las coloridas mariposas de su vestido. Habrán comentado con sorna su peculiar y colorido capote de paseo, con mariposas y mensajes escritos. Estarán haciendo jocosas comparaciones de su enorme capote blando de seda azul. Le afearán, incluso, que haya querido ofrecer el espectáculo de la suerte de varas, poniendo a los parados y decepcionantes toros de Victorino en los medios. Le crucificarán por haber alentado al jugador Joaquín a pisar el ruedo de la Maestranza para recibir su brindis. Y por supuesto estarán haciendo chistes de su forma olímpica de entrar a matar a los toros a una legua de distancia. Hasta podría suponer que el que fuera un banderillero y no un alguacilillo el que le entregara la oreja fue una premeditación de querer quitarle categoría al trofeo conquistado…

     Qué fácil y gratuito resulta golpear al débil. Y qué difícil hacerlo con los poderosos. Agasajar a las figuras, palmear en la espalda al empresario de primera, felicitar al ganadero de postín, guiñarle el ojo al presidente y cederle el paso al político -supuestamente- taurino. Por eso hoy yo defiendo a Ferrera. Estoy con los débiles. Estoy con los seis toreros sevillanos que torearon en la corrida de la dignidad. Estoy con los de abajo. Estoy con Ferrera porque se ha mostrado como es: esa es su personalidad, su daliniana tauromaquia… Y ha venido a Sevilla tal y como es. ¿No es de aplaudir que uno se muestre como es allá donde vaya? Gustará o no gustará, se le premiará o no se le premiará; pero ha sido fiel a su personalidad.

     Los cursis, los talibanes autocreídos puristas, los fariseos del toreo, dirán que Ferrera le ha faltado el respeto al templo del toreo…. Qué fácil es golpear hasta la saciedad al hambriento, al que se muestra como es, sin ambages. Qué fácil es ridiculizar al débil… Y qué difícil es que esos mismos sean igual de beligerantes -si hay motivo- con el poderoso. 


 LA VOZ DEL ABONADO 

¿’Victorinos’ o ‘juampedros’?

Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.-

     Lo venimos advirtiendo hace tiempo: Victorino hijo está echando por tierra las cualidades que su padre, el sabio cateto de Galapagar, imprimió a sus toros. Antaño sus toros pedían el carné de identidad a los toreros; hoy no tienen ni fuerza ni carácter para exigir nada a sus matadores.

     Los lidiados en Sevilla esta tarde más bien parecían ‘juampedros’. Torillos artistas criados para la muleta. Suavones, sumisos, breves, amables. Victorino, ¡quién te ha visto y quién te ve! Capítulo aparte eran las defensas de algunos toros. Astigordos, merecedores de laboratorio y análisis. Tranquilos, que eso no ocurrirá.

     Corrida de cabos sueltos. Lo mejor de la tarde lo hizo Ferrera, toreando a la verónica al quinto con ese capote azul que más bien parecía una colcha cubrecama. Reseñar también que Ferrera cortó una oreja en ese toro quinto. El animal llegó a la muleta entregado, dócil, bajando la cara, pasando, que no embistiendo. El torero lo entendió y enjaretó varias series jaleadas por un público igual de amable que el toro. Entro a matar andando muy de lejos, según acostumbra en su histrionismo, y como la espada se resistía se quedó en la cara empuja y empuja. Como mató a la segunda, pidieron una oreja y luego otra, ignorando que había fallado en el primer intento. El presidente acertó no concediendo la segunda.

     Sin que sirva de precedente, aplaudimos de nuevo al presidente por resistir y no conceder trofeos a Perera. Ni había petición suficiente ni era merecedor de premio. Cuando se anuncia Perera deberían poner las entradas más baratas. Ordena a sus picadores no picar sus toros.

     Parearon muy bien José Chacón, Fernando Sánchez y Curro Javier.

     Otras cuestiones. ¿Dónde  estaba el delegado y sus alguacilillos cuando Joaquín salta al ruedo? ¿Dónde estaba el delegado y sus alguacilillos que permitieron entregar la oreja a Ferrera por un banderillero? Y la música. Amenizan faenas insulsas creyendo que pueden influir para enardecer al dócil público, y lo peor es que lo consiguen. Y las rayas de la suerte de varas: ya ni se repasan al caer el tercer toro. Pensándolo bien, ¿para qué? Si a esta bella suerte nadie le echa cuenta. Detalles a cuidar que no se cuidan, tradiciones a respetar que no se respetan. La Maestranza reculando y los ‘victorinos’ convertidos en ‘juampedros’. Vamos mejorando.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 


 

 OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) 


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