REAL MAESTRANZA - 14ª Feria de San Miguel

Escribano, dos orejas, y Morante gana su apuesta

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Manuel Escribano, con las dos orejas del toro de Miura.

El diestro sevillano Manuel Escribano le corta las dos orejas al mejor toro de una descastada y mal presentada corrida de Miura. Morante resolvió su apuesta de anunciarse con los toros de la legendaria divisa sevillana con una gran ovación. Pepe Moral, sin opciones con el peor lote.

SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Miura, mal presentados, flojos y descastados; destacó el segundo por su nobleza y calidad. Y un sobrero de Virgen María, lidiado en cuarto lugar, manso y de cambiantes embestidas. Sin pasar y orientado el primero; muy noble y humillador el segundo; muy complicado el tercero; rajado el cuarto; flojo y complicado el quinto; manso el sexto.  
ESPADAS: –Morante de la Puebla (de tabaco e hilo blanco), ovación y fuerte ovación.
Manuel Escribano (de grana y oro), dos orejas y ovación tras aviso.
Pepe Moral (de negro y plata), ovación y silencio tras aviso.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’, según el aforo permitido por restricciones Covid.

Manuel Viera.-

     No lo tenía tan fácil, preso de una expectación desmesurada desde que fue anunciado con los toros que pastan en ‘Zahariche’. Pero no sólo ha resuelto la tarde, aunque sólo pudo lidiar un único ‘miura’, sino que se las apañó para rizar el rizo con un toreo de capote que le sale del alma, y con ese punto de emoción que lo hace distinto. Fue una forma de lidiar coherente con la complejidad de las embestidas.

     La experiencia resultó apreciable. Morante la resolvió con un rico testimonio de querer y poder. Sin duda, su primero y único toro de Miura fue como un laboratorio en el que todo se trastocaba. De manera que el nivel de la lidia no pasó de un hacer preciso ante las complicaciones de las cortas acometidas. Enfrentarse a tales embestidas, y ver como estas, en virtud de las características del encaste, modificaban los espacios en los que se encuentra instalado el toreo de hoy, es renunciar al virtuosismo para incrementar la poderosa lidia e imponerse de manera férrea.

     No obstante, el diestro de La Puebla hizo su declaración de intenciones en un galleo por ajustadas chicuelinas y tres verónicas en el segundo quite, abrochadas con una media de embrujo de categoría superior. El inicio de faena logró el deseado equilibrio entre el pasado y el presente, que dio como resultado un toreo muy natural y en todo momento coherente consigo mismo. Los ayudados por alto y ese toreo por bajo tuvieron hondo calado en los tendidos y, sobre todo, el sabor de las cosas importantes. No pudo acabar la obra, sólo los detalles finales antes de esa lidia añeja de pitón a pitón tuvieron el misterioso encanto que desprende su toreo.

     El cuarto tenía hechuras de escuálido novillo carente de fuerza. El pañuelo verde no se hizo esperar. Y en su lugar salió un sobrero de Virgen María. Un animal que mostró su mansedumbre en los primeros tercios y exigía que lo imaginado se transformase en la realidad de una lidia, que no fue fácil, en la que el diestro cigarrero articuló una faena en la que el gusto de sus formas se fundió con la hondura expresiva de su toreo, que tiene en la naturalidad su referencia ideal. Mató en la suerte de recibir para dejar el acero hundido, pero deficientemente colocado. La plaza unánime pidió la oreja; el diestro se negó a la petición y a la concesión. Sabía que no la merecía. Un genio y un señor.

     Pero la tarde fue para Manuel Escribano, que se encontró con el mejor ‘miura’ de una corrida muy desigual, floja y descastada. Fue este segundo de la tarde un toro de hechuras escurridas, noble y de una calidad y humillación en sus embestidas que invitaban a una lidia de triunfo. El torero de Gerena unió el valor y la profundidad de su toreo a través de una faena de mano derecha colmada de expresión. La muleta arrastrada, el temple ajustado, sedoso, exentos de artificiales refinamientos, la ligazón y los remates de notables pases de pecho, dieron nota alta a una faena, no de izquierda, a la que otorgó el toque emocional deseado. Fue una lidia completa iniciada en los medios para recibir de rodillas la salida de chiqueros que continuó con la difícil facilidad en clavar los pares de banderillas y que finalizó con una fea cogida antes de la contundente estocada. Dos orejas las que el presidente, tras la fuerte petición, le concedió.

     Escribano puso toda la carne en el asador con el quinto para conseguir su gran objetivo: abrir la puerta de los sueños. El descastado y complicado animal no se lo permitió. De nuevo se fue a los medios para recibirlo con una larga cambiada de rodillas. Lo banderilleó de forma irregular y lo toreó más queriendo que pudiendo. Su entrega no tuvo duda, se la jugó en más de una ocasión. Y esta vez lo pinchó.

     Pepe Moral necesitaba el triunfo como agua de mayo. Y bien que lo buscó para después caer en el desánimo y la decepción antes las múltiples dificultades para conseguirlo que le mostraron sus dos oponentes; los peores del encierro. Lo intentó de todas las formas con el tercero, un manso a la defensiva que nunca humilló. Y lo volvió a hacer con el sexto, otro manso de cortas y sosas embestidas sin conseguir lo deseado.

     Acabó este excepcional ciclo de San Miguel con un nuevo triunfo y un público entusiasta gozoso de haberlo podido ver. Que los próximos se den en la deseada Feria de abril de 2022.


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