REAL MAESTRANZA - 7ª Feria de San Miguel

Cosa de dos

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Muletazo templado con la derecha del extremeño Miguel Ángel Perera.

Con la plaza llena dentro del aforo permitido por las restricciones Covid, los diestros Miguel Ángel Perera y Roca Rey han cortado sendas orejas de una corrida de toros con los hierros de Garcigrande y Domingo Hernández de juego desigual y descastada. Por su parte, El Juli fue ovacionado en el primero de su lote.

SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Garcigrande; el primero, lidiado como sobrero, y el tercero, con el hierro de Domingo Hernández. Desiguales de presentación, nobles y de escasa casta. Noble y de buen pintón derecho, el primero; pronto, aunque rajado, el buen segundo; noble venido a menos, el tercero; manso distraído, el cuarto; bravo el quinto; noble sin humillar el sexto.
ESPADAS:Julián López ‘El Juli’ (de burdeos y oro), ovación y silencio.
Miguel Ángel Perera (de verde y oro), ovación y una oreja.
Andrés Roca Rey (de blanco y oro), ovación y una oreja.
CUADRILLAS:
Saludaron en banderillas Antonio Chacón, El Pilo y Javier Ambel.

INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’ según el aforo permitido por restricciones Covid.

Manuel Viera.-

     Con todo, el logro más conseguido fue con el despaciosos e hilvanado muletazo diestro de hinojos en el comienzo de faena. En cada trazo mostró lo más significativo de su concepto, un valor, sin duda, y la exquisitez del temple. Una colección de pases enriquecida, además, por la ligazón y los excepcionales remates de pecho con los que puso al público en pie. Un toreo de mano derecha con el que ilustró el aspecto más auténtico de su tauromaquia y con el que alcanzó por momentos el delirio en la gente. Muletazos con una impetuosidad de trazo tan largos como profundos.

     Tal vez lo mejor de la tarde y lo más completo conseguido por Miguel Ángel Perera en la Maestranza. Un toreo hecho y dicho con el quinto de Garcigrande. Un toro bravo que transmitió a los tendidos la calidad de sus embestidas. El mejor de un encierro con una punta de mansedumbre, noble, aunque con la casta justa. Un toro que permitió que el extremeño mostrará la templanza de su capote en un ramillete de verónicas rematadas con excelentes medias. Como excelente fue también el quitar por chicuelinas combinadas con vistosas tijerillas para acabar con otras dos medias de lujo. Sin embargo, no tuvo el buen toro igual acometida por el pitón izquierdo, los intentos al natural no consiguieron lo deseado. Faena muy lograda con la derecha reforzada con una espada de efecto letal. La oreja no se hizo esperar.

     Mostró la nobleza característica de su encaste el segundo. Con parecido planteamiento demostró Perera su toreo en series diestras de mano baja, templadas y con vistosos cambios de mano para hilvanar con la izquierda el largo natural acabado detrás de la cadera. No le fue posible continuar con la izquierda. No se lo permitió un toro que quiso buscar el amparo de las tablas. Mejor el delineado y profundo pase con la derecha a través de la coherente ligazón. El que invitó al disfrute de una faena malograda por un infame bajonazo que le impidió pasear, quizá, un apéndice bien ganado.

     Andrés Roca Rey reúne dos esenciales cualidades: valor y talento. Es raro encontrar tanta riqueza de matices, tanta fuerza y capacidad para llegar a la gente como lo hace este joven peruano. Desde el primer instante del comienzo de faena al sexto, un toro noble al que le costaba humillar, el espectador quedó atrapado por un toreo de valor y quietud poco corriente. Sin duda, fue una lidia con la que logró una pasión en la gente arrolladora. Sobre todo, en el epílogo de una faena de derecha basada en la ligazón, de mano baja y notables pases de pecho. Fue al final cuando el joven diestro acortó las distancias, se metió entre los pitones, inmóvil, y exprimió embestidas hasta agotarlas. El público estalló de jubilo y, tras la contundente estocada, paseó la merecida oreja.

     Venido a menos en sus embestidas resultó el también noble tercero, con hierro de Domingo Hernández. Un toro de escasa fuerza, al que se le picó muy poco y se le cuidó en los prolegómenos de faena. El resultado fue una lidia desigual en la que hubo momentos de interés en el toreo largo y ligado con la derecha. Con la izquierda no fue igual y todo quedó en ovación tras el fulminante espadazo.

     A Julián López ‘El Juli’ le devolvieron el primero, de Domingo Hernández, por aparente invalidez. Al sobrero de Garcigrande, noble y de buen pitón derecho, le despachó el madrileño unas templadas verónicas a las que sumó una media de bonito trazo tras quitar. La faena, después, resultó desigual, aunque se vio con placer la versión diestra de mano baja y largos muletazos, eso sí, con la figura forzada. Bajó de intensidad el toreo al natural, para recuperar el interés de la gente con el pase diestro de muleta arrastra. El espadazo, ejecutado con su peculiar estilo de hacer la suerte, no necesito de puntilla. Y le ovacionaron lo hecho.

     Con el distraído y descastado cuarto poco o nada se le vio hacer. Hasta lo pinchó. Sí se vio, y se aplaudió, un excelente par de Antonio Chacón. Con esto último nos quedamos.


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