REAL MAESTRANZA - 2ª Ciclo San Miguel

El Cid, oreja en su emotiva despedida de Sevilla

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1837
El Cid, paseado por el ruedo sevillano a hombros en homenaje a su ejemplar trayecroria en Sevilla.

El sevillano Manuel Jesús ‘El Cid’ ha cortado una oreja en la tarde de su despedida de Sevilla, con momentos muy emotivos. Enrique Ponce protagonizó dos largas faenas que fueron silenciadas. Manzanares no sacó provecho del buen tercer toro y también fue silenciado. Toros bien presentados, nobles y flojos de Victoriano del Río.


SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victoriano del Río -tercero y quinto con el hierro de Toros de Cortés-, bien presentados, nobles, flojos y sosos. Noble y parado el primero; con calidad en sus embestidas y escaso fondo el segundo; noble y con clase en las acometidas el tercero; con muy poca fuerza el cuarto; muy noble el quinto; soso y flojo el sexto.
ESPADAS:Enrique Ponce (blanco y azabache), silencio y silencio.
Manuel Jesús ‘El Cid’ (celeste y oro), saludos tras petición de oreja y oreja.
José María Manzanares (de rioja y oro), silencio y silencio.
CUADRILLAS: Destacaron El Lipi con los palos y Manuel Jesús ‘Espartaco’ con la vara.
INCIDENCIAS: Plaza llena.


Manuel Viera.-

     Fue Sevilla la que ha hecho posible que El Cid se haya mostrado de manera tan inspirada, tan convincente, tan entregado en la tarde de su adiós a la Maestranza. Luego, la declarada voluntad de ensalzar el aspecto más emotivo de su toreo determinó el resultado. Porque El Cid se dio a Sevilla y Sevilla se rindió a El Cid desde la sonora ovación momentos después de romperse el paseíllo.

     El natural volvió a constituir el hilo conductor de una lidia de momentos exquisitos y refinamiento armónico con un sabio dominio en el trazo de los obligados de pecho. Además, volvió a hacerse presente esa singular capacidad de transmitir esa emoción tan imprescindible en el toreo. Emoción que llegó con un toreo a la verónica verdaderamente brillante y de irresistible encanto. Un toreo puro, cadencioso y a compás con el que templó las primeras embestidas del noble segundo toro de Victoriano del Río.

     Fue una faena que se vio con agrado. Quizá no llegó a explotar del todo, pero sí mostró el sevillano una eficaz manera de hacer valer su toreo. Con el natural, tan hondo con esmerado trazo, superó con suficiencia lo dicho con la diestra, dándole sentido emocional a una lidia de enorme intensidad. En suma, una obra estimable que habría salido ganando con una espada más acertada en su diana.

     Pero he aquí que en su última obra en la Maestranza brotó la sensibilidad de Sevilla. El cariño de una gente ante la entrega en la lidia y, sobre todo, ante la capacidad para hacer y decir una tauromaquia en terreno propicio para ser entendida. Manuel, encontró el álter ego en el improvisado prólogo, amenizado por la música del pasodoble a él dedicado, de la faena a quinto. Otro buen toro de escaso fondo y almibarada nobleza. Hubo momentos en los que recordó emotivas tardes en esta plaza. Detalles, en el que quizá el más pequeño acabó por ser el más grande. Así surgió atisbos de un toreo sentido, elegante y emotivo. La estocada, más certera, que la del toro anterior, sumó para la concesión de esa oreja que, a modo de reconocimiento, paseó orgulloso por el ruedo de su plaza. Al final, las cuadrillas lo pasearon a hombros y todos le acompañaron en su salida por la puerta de cuadrillas.

     La tarde tuvo poco más, porque la nobleza y la calidad de unas embestidas tan sosas como anodinas no casan con la falta de pujanza motivada por la nula fuerza de los bien presentados toros de Victoriano del Río.

     Y ante esto, Ponce aburrió como nunca se le vio en esta plaza. Conocida es la falta de sentido de la medida en sus faenas. Hoy, más pesado que nunca, parecía ir a lo suyo en la lidia del cuarto mientras la plaza iba también a lo suyo desentendiéndose de lo que pasaba en el ruedo. Y esto es impropio de una figura del toreo con la experiencia y capacidad del diestro valenciano. Desistió cuando la gente, cansada, le protestó tan absurdo proceder. Tampoco con el noble y parado primero hay detalles que destacar. En ambos fue silenciado.

     Manzanares no tuvo su tarde. Con el noble y buen tercero, marcado con el hierro de Toros de Cortés, se desenvolvió con su natural empaque, pero sin llegar a convencer. Su habitual toreo hacia afuera lo mostró con rotundidad. Sólo un notable cambio de mano cabe destacar de una faena muy desigual. Con el soso y flojo sexto, a lo poco bueno que hizo le faltó continuidad.


AL NATURAL

Detalles de sevillanía

Francisco Mateos.-

     Tarde de detalles muy sevillanos, muy de aquí, de esos gestos que, sin explicarse ni anunciarse, todos -los sevillanos- entendemos; y apoyamos. El primer detalle fue el del público de la Maestranza, el que nunca falla cuando hay que ser ‘especial’: ovación a El Cid tras el paseíllo obligándole a saludar en el día de su despedida de la Maestranza. Detalle de la música al comenzar a atacar el pasodoble en el quinto sin que el torero de Salteras hubiera dado ni un muletazo. Y detalle de la presidenta para parar el reloj y silenciar los avisos por el retraso en caer el quinto astado al que El Cid -con buen criterio. no quiso descabellar porque estaba muerto en pie. Y es que no se despedía de Sevilla un torero cualquiera, se iba un torero que ha emocionado y conmocionado con su toreo a Sevilla, que se ha entregado en esta y a esta plaza en cuerpo y alma muchas tardes, que ha reventado tardes toreando al natural, y que -oiga- se lleva en el recuerdo cuatro salidas a hombros por la Puerta del Príncipe; ahí es nada.

     Y El Cid respondió. Dio todo lo que puede dar en la actualidad. El propio torero admite que ha llegado la hora de pasar página. Siempre ha sido un torero sincero. Y hoy lo dio todo y ha dejado dos buenas faenas. Lástima de la espada caída en su primera faena, porque estaba al alcance una oreja. Oreja que se mereció en el quinto y que paseó en una vuelta al ruedo muy emotiva y muy emocionado.

     Qué pena de corrida tan noble y tan descastada y falta de fuerzas; con una doble ración más de fuerzas, la tarde habría sido apoteósica. Y Ponce pesado no; lo siguiente. Lástima que Manzanares no toree con pureza y verdad, y remate para los adentros, con lo bien que lo hace.


GALERÍA GRÁFICA (Pagés)

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