El diestro sevillano Manuel Jesús ‘El Cid’ se despide en la Feria de Otoño de la plaza de Madrid. Será su última tarde ante la afición madrileña, que se ha emocionado con su toreo en repetidas ocasiones. Tras su despedida de Sevilla este fin de semana y el viernes 4 en Madrid, el 12 de octubre en Zaragoza dirá adiós a los ruedos.
Redacción.-
El torero de Salteras (Sevilla) se crió en una familia humilde y trabajadora en la que todos ayudaban en el negocio familiar de envases de leche. Cogió la afición taurina de su padre y aunque su hermano también quiso ser torero, Manuel Jesús tomó la delantera y con gran sacrificio y sin contactos en la profesión se ganó un sitio dejando un nombre propio en el toreo de las dos últimas décadas. Torero de Sevilla y Madrid -tomó la alternativa en Las Ventas-, y de tantas otras plazas de nuestra geografía. Tardes de ensueño en Madrid, también tardes en las que él reconoce que no estuvo a la altura de esta plaza, pero siempre dando la cara con respeto y admiración a la afición venteña. Este próximo fin de semana realizará su adiós a la Maestranza y el viernes 4 de octubre trenzará su último paseíllo en Madrid, ante de la despedida definitiva el 12 de octubre en Zaragoza. Lo más difícil para un artista, para un torero, es transmitir emociones y hacer sentir, y Manuel Jesús ‘El Cid’ lo ha conseguido en tardes memorables para el recuerdo.
Veinte temporadas completas, veinte años seguidos toreando en Madrid sin pausa, ¿guarda en su memoria todos los paseíllos en Las Ventas?
Madre mía, ahora que lo dice no ha pasado un año sin estar en Madrid. Son recuerdos muy bonitos y muy buenos. Ha sido la plaza más importante de mi carrera, la plaza que me lanzó, la que me consagró y además de estar anunciado estas veinte temporadas en Madrid, lo he hecho en repetidas ocasiones varias de las temporadas. Me ha marcado en mi vida profesional muchísimo.
Por circunstancias de cada torero, hay veces que quizás por estrategia, muchos dicen «no» a una Feria de Otoño, a determinada ganadería… ¿Alguna vez ha dicho «no» a venir a Madrid?
Nunca, de verdad lo digo; nunca he dicho «no» a Madrid. En determinada temporada he llegado incluso a venir cinco veces a Las Ventas cuando podía haber toreado dos y tan tranquilo, pero me lo ofrecían y yo encantado. Algunas veces salían bien las tardes, otras no pero siempre he dado la cara en Madrid y he dado lo que he podido en cada momento. No solamente nunca he dicho que «no» a venir a Madrid, sino que nunca he puesto pegas a ningún cartel y a ninguna corrida. He matado todo tipo de hierros y yo creo que casi todos los años han contado conmigo en la corrida de Victorino cuando podía haber elegido otro hierro. Madrid me ha merecido un respeto máximo, la plaza necesaria para todos los toreros y para que llegue el triunfo, hay que estar ahí.
¿Su mejor y su peor momento en esta plaza?
Mis mejores momentos fueron los años 2004 a 2007. Fueron los años que marcaron mi carrera taurina, puesto en todos los sitios y matando muchas corridas de toros, fueron mis primeros años esenciales y necesarios en los que había que triunfar ‘sí o sí’. Años en los que lanzaba la moneda al aire y afortunadamente siempre salía cara. He vivido años en los que las cosas no han salido, sobre todo a partir de 2010 con la muerte de mi padre, en tardes aciagas en las que no ocurría nada y no estuve al nivel que Madrid requería. Siempre he tenido el respeto y el cariño de Madrid, cuando me ha tenido que ayudar, lo ha hecho; y cuando me ha tenido que exigir, me ha exigido también. En el cómputo general son muchos más los buenos recuerdos que los malos.
Si le digo ‘Las Ventas’, ¿cuál es el primer recuerdo que se le viene a la cabeza?
Recuerdo mi vida, recuerdo cuando yo me fui de joven a Madrid de novillero e iba todos los domingos a la plaza. Mira que yo vivía en el Paseo de Extremadura, en Puerta del Ángel, pero me iba andando hasta Las Ventas, un paseíto. Me agradaba ir con esa ilusión y me quedo con una tarde en concreto, fue una tarde muy especial que fue la despedida del maestro Antoñete. Lo admiré siempre mucho como torero y como persona, y me acuerdo que ese día mató dos toros de Las Ramblas. Siempre quedará en mi recuerdo cuando yo empezaba; y fue y será por siempre un maestro, y reflejo de muchos toreros. Tenía una forma de interpretar el toreo muy especial, de distancias largas, toreo profundo, con trazos largos y un empaque muy personal.
¿Fue el maestro Antoñete su modelo a seguir?
Fue uno de los toreros en los que me fijé mucho de novillero. También otro torero que ya no toreaba cuando empecé que fue Paco Camino, otro de mis espejos en los comienzos.
Me hablaba que de joven vino a Madrid a buscar la oportunidad, a formarse en sus inicios, iba a la plaza y conoce bien la afición y los gustos de Madrid. ¿Qué quiere ver la afición de Madrid? ¿Qué hay que darle para conectar con ella?
La afición de Madrid es muy peculiar y muy particular. Peculiar en el sentido que se fija mucho en los detalles y una afición que lo que más agradece es la actitud. Cuando se tiene una actitud positiva y buena delante de los toros, y en una tarde importante, ven que vienes a darlo todo; es un público muy agradecido. Tan agradecido que muchas veces no tiene que ser una faena de dos orejas, tiene que ser una faena que transmita emociones pero sobre todo eso, que vean que vienes a Madrid a darlo todo. Lo que tiene también la afición de Madrid es que es muy justa y no tiene que ser figura para que conecten contigo si tú se lo das todo.
Hablaba de hacer sentir emociones. Muchas han sido sus tardes para el recuerdo en Madrid. La más reciente una tarde de Otoño de 2013 a ese toro de Victoriano del Río de nombre ‘Verbenero. ¿Es consciente en ese momento de lo que logra transmitir?
Aquel día compartí la tarde con Iván Fandiño que venía dos tardes a Otoño. Estaba en su mejor momento y aquel día cortó una oreja. Yo cuajé una de las mejores faenas de mi carrera y si no llega a ser por la espada le hubiera cortado las dos orejas.
Se renueva el carnet de aficionado a los toros con faenas así…
Es que se necesitan esas faenas para motivar a la afición. Mis mejores faenas en Madrid han sido siempre las que he pinchado, la espada ha sido mi sino. Tengo dos puertas grandes de Madrid, pero podría tener ocho o diez. El público de Madrid tiene muchísima memoria y sabe que El Cid ha dejado tardes para el recuerdo. Son faena que consiguen hacer afición y eso es lo que más te llena como torero y como profesional.
¿Se retira El Cid satisfecho y pleno de los ruedos?
Sí, me voy muy contento de lo que he llegado a conseguir en el mundo del toro. Me voy, quizás, con un sabor agridulce porque dejo a lo que he dedicado toda mi vida, he vivido por y para el toro y me voy satisfecho. Cuando uno empieza tiene sueños como el compartir cartel con las figuras del momento, y yo afortunadamente lo he llegado a conseguir. El Cid salía de la nada, yo no era nadie, no tenía contactos y el primero que creyó en mis posibilidades fui yo mismo. No me aburría ni en las tardes buenas ni en las tardes malas y siempre tuve la cabeza bien amueblada. Cuando termina una tarde empieza otra y siempre tuve claro que los triunfos que iban llegando eran el camino y no la meta, en este mundo y en esas plazas hay que dar la talla constantemente. Eso marca la diferencia entre llegar a ser figura o ser un buen torero y quedarte ahí.
¿Se saborean más los triunfos cuando uno viene de una familia humilde y sabe que ha llegado a lo más alto con gran sacrificio?
Por supuesto, mucho sacrificio y mucha disciplina. Uno tiene que vivir para el toro y cuidarse mucho, yo he celebrado muchos triunfos míos pero hay que ser disciplinado. El toro sale todos los días con cuatro años y no sabe si tú el día anterior has estado de cachondeo. El que paga quiere ver a un torero en su plenitud y verlo bien por eso lo más importante de todo esto es la disciplina, el entrenar todos los días y el estar preparado al 100%. Es un ciclo que hay que repetir día a día y mejorar año a año tu concepto y tu forma de torear. Cuando uno aprende de los errores y consigue superarlo se siente realizado y de eso trata la carrera de un torero. Los momentos malos vienen y ahí es cuando uno no tiene que aburrirse y renovarse. Todo pasa y cuando llega una buena racha hay que aprovecharla; y cuando llega la mala hay que intentar mentalmente pasarla lo más rápido posible.
Tras veinte años en los ruedos en primera línea, ¿es fácil renovarse?
No queda otra, y más en esta profesión, una profesión que depende de tí un porcentaje y el otro tanto por ciento depende de un animal que sale por un chiquero. Cada día es distinto y tienes que acoplar y amoldar tu toreo a ese toro. Si uno espera el toro suyo para desplegar su toreo es que hay a veces que no sale, y llegan las plazas importantes y hay que dar la cara y cortar las orejas. No toca otra: o triunfas para volver al año siguiente o es difícil volver conforme está el sistema; a veces, ni con esas.
Ha triunfado en las plazas más importantes, se va como torero de Madrid, de Sevilla, de Bilbao, ha pisado todas las plazas de primera y de segunda, ¿le ha faltado algo?
No lo sé. Mi talón de Aquiles siempre ha sido la espada y me ha faltado esa contundencia para rematar grandes faenas y mantener esa regularidad. Las rachas buenas vienen y te sale todo; pero cuando viene una mala…, ahí es cuando se acentúan tus defectos. Tu mente está en un lado y el traje de torear en otro. Por eso sí hay que ser autocrítico, a mí me ha faltado en los malos momentos esa contundencia que sí que tienen otros toreros. La espada es el mayor ‘tapabocas’ que hay. Mis triunfos grandes han venido en buenas rachas con la espada y a lo mejor he echado de menos eso. He sido un buen torero pero no he sido un buen matador de toros. Mi defecto ha sido la espada. A base de entrenar y entrenar he mejorado, pero me voy con esa espina. Imagina lo que hubiera supuesto esas tardes en Madrid en las que la espada no entró… hay que aceptarlo.
Este año hará muchas entrevistas para recordar y repasar su trayectoria y le preguntarán por la espada, por Madrid y las faenas que se han ido. En este caso ha sacado directamente el tema y no sé si le da rabia o si le molesta que se le pregunten constantemente por la espada.
No, no, que va, no me molesta; al revés. Me lo comentaba mucho el maestro Antoñete y me gustaba mucho hablar con él. Hablábamos de la espada, de las malas rachas. Le decía que no sabía ya como tirarme, que los pinchaba mucho. Manolo Vázquez, que en paz descanse, también me lo comentó en Bayona cuando le corté el rabo al Victorino, que el primero lo pinché y venía de una racha malísima con la espada y escuchaba a todo el mundo dándome indicaciones. Ahí ya te volvías loco y en el callejón de Bayona me dijo: «mira Manuel, esto es muy fácil, tienes que buscar tu forma y no escuchar a nadie. La forma de entrar a matar de otros matadores que a ellos les va bien a lo mejor a ti no te va bien. Tienes que encontrar la forma tuya donde te encuentres cómodo y sobre todo matarlo a la primera y no a la última», y llevaba toda la razón del mundo (risas). Son comentarios que te llenan mucho artística y profesionalmente. El maestro Antoñete me decía muchas veces que uno sueña con llegar a ser figura del toreo, mandar en el toro y estar puesto en todas las ferias. Me decía: «Manuel, ser figura del toreo es muy importante y muy bonito pero lo más bonito del mundo del toro es que te recuerden como un gran torero. Los figuras del toreo van y vienen pero los grandes toreros perduran durante la historia del toreo». Y ahora te das cuenta que esas palabras sabias de un gran torero y de una gran persona pues llevaba razón. Prefiero ser un gran torero a llegar a ser una figura del toreo dos, tres o cuatro años. Pero el gran torero siempre quedará ahí y esas faenas perdurarán en la memoria de los grandes aficionados que te han visto.
Pues habrá que rematar en la Feria de Otoño de este año. en su despedida…
Pues vamos a esperarlo, vamos a hacer todo lo posible. Ahora mismo estamos en una racha buena y que siga hasta final de temporada todo lo posible. Para ellos estamos todo el día entrenando y con mucha ilusión.
Un cartel muy bonito con Emilio de Justo que también goza del gusto de Madrid y de un joven Ginés Marín que viene de hacer una magnífica temporada.
Exactamente, Emilio está ahora mismo en un momento extraordinario también, puesto en todos los sitios y llamado a ser una de las figuras de aquí a nada, si no lo es ya. Ha hecho méritos más que suficientes para estar puesto en todos los sitios. Además de como torero, como persona y luchador porque también le ha costado mucho llegar a donde está.
¿Y un deseo para esa despedida de Madrid?
Pues el deseo es que salgan las cosas bien, que la gente disfrute en mi última tarde en Madrid y yo voy a hacer todo lo posible para que así sea. Tampoco hay que pedir más. Lo demás lo tendré que poner yo de mi parte. Cuando uno pisa ese ruedo siempre tiene en mente la Puerta Grande y muchas veces eso te encorseta mucho. Lo más importante de esto es disfrutar y cuando lo haces y pegas quince o veinte muletazos a un toro, esa plaza es distinta a las demás. El concepto que tienen es distinto, como suenan los ‘olés’ es distinto. Y la puerta grande vendrá si tiene que venir. Si sale todo redondo pues seguro que va a venir porque eso viene por añadidura de lo que tú has hecho allí y de si ha sido algo importante. Para eso el toro te tiene que acompañar, con un toro que no te permita hacer tu toreo es muy complicado; pero si el toro te ayuda estoy seguro de que va a ser una tarde muy bonita. Y es la corrida de toros de Fuente Ymbro, en la que van a salir toros seguro porque es una ganadería que es encastada y que yo creo que nos viene bien a los tres toreros. Puede ser una tarde bonita para los tres.
¿Le va a costar el año que viene no enfundarse el traje de luces?
Va a costar trabajo claro, porque esto no es una profesión al uso: es una forma de vida, es lo que haces a lo largo de todo el día. Entrenas y vives para el toro, y está todos los días pensado en eso, en cuando vas a torear, cuando vas a ir al campo, en ponerte trajes de luces y claro, ese vacío que voy a dejar ahora pues lo supliré con otra cosa. Voy a intentar no dejar el mundo del toro, relacionarme en otro ámbito, a lo mejor el año que viene me lo tomo un poco sabático. No sé lo que voy a hacer, disfrutar de mis compañeros, ir a las corridas como aficionado y buscar una alternativa para que no se eche tanto de menos. Está la familia también y hay cosas que lo puede suplir, aunque es complicado.
Un torero nunca será un ex-torero
Claro, y muchas veces cuando dices que te vas del toro, a lo mejor te vas de la competición, de intentar estar todos los años en todas las ferias, pero toreas algunos festivales, matas el gusanillo, estás en contacto con tus compañeros. Eso es bonito y no lo quiero dejar. Siempre que me han llamado para un festival para ayudar a gente siempre he estado ahí. Además de que me gusta, creo que hacemos una labor importante para gente que lo necesita.